Rache en alemán, Venganza en español [Toño]

Era conocida la poca paciencia del prusiano, también su fácil provocación. Así que no era nada nuevo que al enterarse de lo que este sujeto le había hecho a su mejor amigo y al italiano slo se contuvo por sus expedientes de mala conducta, pero cuando se enteró que intentó atacar a su hermanito con una navaja ya no había nada que lo calmase. Más le hervía la sangre al ver a su amigo con su herida en su brazo y al italiano con aquel corte en su espalda, realmente el golpe propinado al otro le sabía a poco... por eso se encontraba en el pasillo arrodillado contra la puerta que le habían indicado que pertenecía al aludido.

- Kse... Scheiße... Fijate bien que no venga nadie, Toño. - dijo el albino mientras luchaba con una alambre y una llave contra la cerradura hasta que esta cedió. Dos años en el colegio y sabía más de violar cerraduras que de matemáticas... era algo triste pero útil en aquellos momentos. Abrió la puerta con cuidado mirando el interior, comprobando que no hubiese nadie. Era horario de clases, seguro estaría en estas como niño bueno.

Se levantó e ingresó dejando la puerta abierta para que ingresara el otro - Entra y cierra. - murmuró mientras miraba dentro del baño y los posters de hombres en las paredes haciendo un gesto con su ladeada sonrisa. Aquello era como una dulcería para él.

Los golpes que le había dado al latino hubieran sido suficientes si es que sólo le hubiera herido a él, podía aguantarlo y había tenido que soportar cosas peores, pero si algo lograba sacarle de quicio y le obligaba a mostrar lo peor de él, aquello que hacia tiempo guardaba en su interior, pero que no podía evitar mostrar cuando el enfado ya era mucho, era saber que alguien le había hecho daño a uno de sus seres queridos, sobretodo si se trataba del italiano, y la herida que el idiota latino ese le había dejado en la espalda a su amado, era algo que nunca iba a perdonarle.
No le gustaba hacer ese tipo de cosas, sabía bien que no era bueno, pero no había otra manera de vengarse, y si se le ocurría la brillante idea de lanzarsele encima, seguro sacaba la navaja y su compañero de cuarto no le perdonaría una nueval, le había prometido que no iba a volver a preocuparle.
Mientrass el albino intentaba abrir la puerta, vigilaba mirando de un lado a otro y paseandose de igual manera por el pasillo, al parecer nadie andaba por los alrededores a esas horas, se habían saltado las clases para poder hacerlo, así que casi no había riesgo, aunque de todas formas se sentía nervioso.
Al abrirse la puerta, entró inmediatamente después de su amigo, cerrando incluso antes de que él se lo pidiera para luego observar a su alrededor con cierto aire de disgusto, no sabía si era por la decoración o porque el tío le desagradaba que el lugar le parecía un asco.

- ¿Qué vamos a hacer?. -Preguntó mientras buscaba con la mirada lo que habían ido a buscar.

Caminó por el lugar abriendo cajones y sacando ropa de estos dejandola tirada en el piso. - No sé, buscar algo para ridiculizarlo o algo así. - Sus manos revolvían la ropa como si arañase hasta llegar al fondo del cajón, cerrandolo de un golpe dejandole colgadas algunas prendas para continuar con otro cajón. No estaba seguro que hacer, pues no conocía a su "victima" como para tener un plan mejor planeado, improvisaba en el momento...

Se quedó un instnte quieto y levantó la vista a uno de sus posters y metiendo su mano en el bolsillo de su chamarra roja sacó una navaja suiza, irónicamente un regalo de su compañero de cuarto. En un diestro movimiento de muñeca sacó la navaja y la clavó en uno de los posters rasgandolo solo por maldad - Ayudame a pensar, Toño. ¿Si fueses un latino enfermo de la cabeza donde esconderías tus cosas más preciadas o tus vergüenzas? - Sacando la navaja de la pared se alejó de ese lugar para abrir el ropero. Tenía que haber algo a parte de posters de hombres...

Miró a su alrededor de nueva cuenta buscando algo que pudiera dejar al latino enfermo en ridiculo, tal y como decía su amigo, pero al parecer a simple vista no había nada, sólo posters de hombres que aparentemente eran futbolistas, aunque claro, nadie los conocía, también estaba esa fea bandera, y quiso rasgarla en cuanto la vió, pero decidió que al menos respetaría eso, aunque ese retrasado no hubiera respetado a su novio al cortarle la espalda de ese modo, no quería ser tan basura como él. Pero una sonrísa casi maliciosa se dibujó en su rostro cuando vió al albino alemán hacerle un corte a uno de los que suponía él, eran preciados posters para el tío raro que dormía en ese cuarto.

- ¿Por quién me tomas?, ¿Crees que podría yo pensar cómo lo hace un delincuente como él?... -Había vivido durante años como bandalo, pero nunca había hecho daño a las personas de ese modo, a lo más sólo un par de puñetazos.- Cuando era más pequeño... escondía las cosas bajo las maderas del piso, en el techo, lugares que nadie sabía que existían y donde nadie los buscaría, por la misma razón... no creo que en las habitaciones de este internado pueda haber algo así.

De todas formas, continuó observando el lugar más detalladamente, seguro pronto encontrarían algo, al menos él tenía que vengarse, y si no lo hacía como el y Gilbert lo habían planeado, lo haría de otra forma, pero no lo iba a dejar impune.

Se quedó pensativo en medio de la habitación tocando su labio con la navaja cerrada mientras su mirada seguía recorriendo la habitación y escuchaba a su amigo: "no creo que en las habitaciones de esten internado pueda haber algo así". Bien, eso no funcionaría pero...

Su mirada se detuvo en los cajones con ropa colgando y sonrió, una sonrisa que no se parecía a nada a la que normalmente mostraba, afilada como la navaja que descansaba dentro de su carcasa, su mirada se entornó y se oscureció en sombras cuando adelantó su rostro emitiendo una corta risa - Toño... ¿Qué pasaría si misteriosamente toda su ropa desapareciese? - ladeó un poco el rostro para mirar al español y solo su mirada carmín se vió entre sus mechones blancos - ¿Qué pasaría si todos tus libros desapareciesen? - si... era más grave que solo ridiculizarlo. Sería robo abiertamente y debían de deshacerse de la evidencia tan rápido como fuese posible, pero tenía una idea más a parte de eso...

Se acercó al ropero y lo abrió mirando el interior con un gesto de asco, realmente repudiaba a aquella persona por lo que había hecho a sus personas queridas, no pretendía que saliese airoso de eso - Antes tomemos algunas cosas suyas, nos podrán ser útiles en el futuro. -

Le escuchó con atención mirandole como si fuera lo más interesante del mundo, ese gesto de maldad le hacía ver gracioso, pero no se rió, no quería que su amigo se enfadara y le dejara solo en todo eso.

- Es buena idea, pero... ¿Cómo vamos a sacar toda la ropa y todas esas cosas de aquí y pasar desapercibidos?, ¿Y dónde las vamos a dejar?.

Sí, era una buena idea para la venganza, le gustaba, pero deshacerce de todas esas cosas que le repugnaban sólo por ser del tío al que odiaba, tal vez iba a ser dificil, esperó a escuchar la respuesta de su acompañante mientras le veía acercarse a uno de los roperos y hacer una mueca de completo disgusto, seguro era la ropa interior o algo parecido.
Se acercó al escucharle hablar, esperando aún a que contestara, iba a hacerle caso, Gilbo era astuto si decía eso era porque tenía una idea, o algo planeado ya.

- Sencillo. - dijo con una amplia sonrisa girandose para mirar al español como si aquello fuese lo más sencillo del mundo - Estamos en horario de clase, incluso el prefecto está ocupado y en el edificio principal, probablemente seamos los únicos en el edificio. Solo deberíamos... - miró su mano, la navaja de su mano - O menos arriesgado... podríamos rasgarle TODA su ropa... - se apartó para dejarle ver dentro del ropero.

- Tomemos algnos objetos suyos... y la bandera, tengo una idea... - Sacó la navaja y maniobrandola con algo de sorna pasandola por la ropa colgada, el sonido del desgarro era limpio y procuraba dejar la ropa inútil para colocarsela, rasgando los pantalones del uniforme así como la chaqueta, camisa y cardigan, rompía los escudos bordados y contnuó con su ropa personal. - Tenemos que conseguir que saque su navaja delante de algún profe. Me desharé de la mía por si reporta esto. -

Le observó con sorpresa mientras rasgaba las ropas, no es que le molestara, hasta le causaba gracia, claro, siempre pensando con odio, con el deseo de venganza, y era algo que se esparaba de el prusiano, sin embargo sencillamente le sorprendía.

- ¿La bandera?... ¿Para qué?.-Preguntó, obedeciendo a su amigo y quitando la bandera de su lugar sin ninguna delicadeza.- ¿Qué más deberiamos tomar?...

Ok, no estaba ayudando mucho con sus preguntas, pero no solía hacer cosas como esas, y aunque no se notara estaba intentando ayudar lo maximo posible, lo único que le importaba era humillar a ese estúpido latino.

- Usa tu imaginación, Toño. No sé, algo suyo. ¿Qué te parece alguno de sus libros o cuadernos de apuntes? Seguramente tienen su nombre. Y la bandera… - se giró para apoyarse en la puerta del armario mirando a su amigo. - Colgaremos su bandera en el asta de la bandera de la institución. No tendrán pruebas para inculparnos y con lo orgullosos que son los latinos con su patria no habrá duda que lo hizo él. -

Se encaminó al escritorio abriendo los cajones y sacando apuntes, cuadernos o cualquier cosa que le fuese útil lanzándola sobre la cama para separar mientras el resto lo dejaba tirado en el suelo sin darle mayor importancia. - Más le vale que no me lo cruce fuera de los pasillos del colegio por que terminará colgado del asta de la bandera de su ropa interior… - frunciendo el seño miró al castaño español deteniendo lo que hacía - ¿No lo reportaron? Digo, tu y Lovino fueron heridos gravemente. ¿Pasaron siquiera por la enfermería? –

Escuchó todo con atención, algo que siempre le había sido bastante dificil, sin embargo no logró captar por completo el plan de su amigo, aunque estaba bien así, el albino siempre sabía lo que hacía, y si algo salía mal, al menos no estaba solo y el estaría también incluido... Y no era bueno darle tantos rodeos al asunto preguntando una y otra vez, la idea era vengarse, sin importar como.
Observó con atención y curiosidad cada cosa que el alemán sacaba de las cajoneras y muebles, para distraerse por segundos, por lo que no se dió cuenta cuando los ojos del albino se clavaron en él, y sólo reaccionó al escuchar las palabras, deteniendose un segundo a pensar antes de contestar.

- Sí, pasamos por la enfermería, pero no sabiamos con quien reportarlo, en realidad nadie nos atendió la enfermera nunca está en su puesto de trabajo... Sólo sé que alguien curo mis heridas y la del brazo aún me duele.

Flexionó el brazo con cuídado poniendo atención al lugar de la herida, el dolor todavia era intenso, por lo que se le hacía dificil mover aquél brazo.