Encuentro Casual~ (Vidharr)

Adentró ambas manos dentro de sus cálidos bolsillos mientras deambulaba por aquellos largos e interminables pasillos. Sin estar seguro del camino, avanzando a zancadas pesadas por el frío y desolado suelo.

Sus ojos se desviaron a la ventana, mirando en aquella dirección fijamente mientras pensaba en todo lo que haría al llegar al auditorio, seguramente no hubiese nadie a estas horas y podría estar con tranquilidad, sin tener la suerte de toparse con alguno de otro club que le quitara el buen humor.

La rivalidad de clubes era ridículamente palpable después de todo.

Recordaba como Gilbert y Roderich se llevaban, bueno, no podía culpar a Gilbert. Debía admitir que a veces Edelstein conseguía sacarle canas verdes a cualquiera, pero el chico no era tan malo.

¿Cierto?

Apartando aquellos triviales pensamiento abrió la puerta mientras se dirigía a la zona de audio, quería probar algunas cosas con los instrumentos que ya de por si yacían ahí.

Sin embargo cuando entró, dejó los ojos en blanco al identificar una figura. Se le hacía conocido, pero al mismo tiempo no. ¿Qué no era del club de música clásica?

Genial.

-…Buenas -

El auditorio era uno de sus lugares favoritos... Cuando estaba solo, era tan silencioso, podías escuchar tus pasos aunque tuvieses zapatos de goma, incluso podría jurar que si lanzaba un alfiler al suelo, se escucharía el sonido de este golpeándose contra la madera, aunque no es como si fuera a buscar un alfiler para probar la veracidad de su pensamiento.

Desde hace días que quería aprender a tocar piano ¿Por que? No lo sabia realmente, pero tenia el constante deseo, y al tener un conocimiento base del piano, debido a clases medio aprendidas en su niñez que por suerte nunca olvido.

Se sentó en la silla frente al gran piano de cola que tenia ruedas colocadas específicamente para su traslado, y levantó la tapa de este, acariciando las teclas levemente, probando el sonido al presionar suavemente una tecla, dejando que el sonido inundara la habitación, luego coloco las yemas de los dedos en las primeras teclas y miró la partitura que había sido olvidada descuidadamente allí "Para Elisa" y empezó a tocar suavemente, aunque solo la primeras estrofas, para no cometer ningún error garrafal por su gran torpeza utilizando el instrumento.

No notó cuando fue que llego el suizo, ni tampoco se dio cuenta de su presencia hasta que este habló. Sus dedos quedaron suspendidos en piano y miró al otro rubio, antes de alejarse del piano, cerrando la tapa con cuidado.

- Buenas -Contestó únicamente.

Se quedó unos instantes en el marco de la puerta, había escuchado la melodía y la identificaba. “Para Elisa” de Beethoven, era una canción muy hermosa si le preguntaban su opinión personal.

Lo había hecho bastante bien como era de esperarse, no cualquiera estaba en el grupo de música clásica.

Notó de todos modos que su posición no era precisamente la de la elegancia que dejaba aquel que tocaba profesionalmente. Había sonado bien, pero podía decir que no era muy experimentado en la materia.

Le analizó en silencio mientras cerraba la puerta tras él, sus orbes verdes posándose en su vestimenta mientras luego enfatizaba en los rasgos de su cara.

Al ver que se alejaba del piano suspiró – No es necesario que te vayas, no lo haces mal- comentó distraídamente, adentrándose al sitio con mayor comodidad mientras buscaba el bajo eléctrico que siempre andaba por ahí.

No es que realmente sintiera la necesidad de irse, sino que... se sentía algo incomodo, no le gustaban que le vieran practicando algo en lo que no era bueno y el suizo había hecho exactamente eso.

Observó al otro rubio, escrutándolo con cuidado, desde su vestimenta hasta su expresión de pocos amigos, quedándose de pie en el escenario, encarando la ceja al verlo tomar un bajo eléctrico que tenia entendido siempre dejaban allí ¿ Músico? ¿Como él? No, no como él, que se especializaba en música clásica, sino como Arthur, que le gustaba el rock y ese tipo de cosas.

Un músico alternativo.

Se terminó sentando en la pequeña silla del piano, observando cada movimiento del rubio, queriendo escucharlo tocar, con una curiosidad que podría ser casi palpable si el no la escondiera.

Apariencias ante todo ¿No?

No le extrañó que el otro no respondiera, por ahora la poca gente que conocía del club de música clásica no aparentaba ser precisamente extrovertida o “liberal”. Si no que todo lo contrario.

Una vez el bajo estuvo entre sus manos, se tomó un tiempo para acariciar el tronco de este, avanzando hasta sentarse en una silla mientras llevaba su vista al techo, pensando detenidamente en lo que estaba por hacer, intentando que la inspiración cayera por si sola.

El punteo no era precisamente su fuerte, quería practicar y mejorarlo. Y, si bien no era un chico que se avergonzara de cosas triviales. La presencia del otro ente en la habitación le causaba cierta incomodidad. Remarcando también el hecho de que jamás le había oído tocar –de verdad- y si le escuchaba como un novato, pues, no dejaría muy bien a su club.

Quizás eran sus intensos ojos, o su propia paranoia. Cualquiera de las dos conseguía remontar aquellas sensaciones que le quitaban concentración. Luchó las ganas de levantar la mirada y confirmar si este chico le estaba o no observando, no obstante suspiró y comenzó lentamente con un punteo simple, gradualmente entrando en ambiente.

“Ya, compórtate como un profesional…”

Observó el bajo con detenimiento, sin omitir las manos que acariciaban su superficie con curiosa adoración. El no sabia sobre ese instrumento, principalmente porque manejaba una octava totalmente distinta a la suya, y a la de muchos instrumentos, pero le intrigaba y le causaba curiosidad la idea de escuchar al suizo tocar, después de todo, no muchas personas en el club de música alternativa podían ser considerados "Buenos músicos" por que para él, era mas que hacer un ruido constantemente cambiante, era hacer arte con la música.

Muchos no lo hacían, solo se limitaban a seguir una partitura descargada por Internet, sin inventar algo nuevo, y eso le irritaba.

Notó que parecía tardarse, como si no pudiera obtener la concentración necesaria y se pregunto si quizás era su culpa, si quizás le incomodaba su presencia en ese lugar, y pensó en irse, pero antes de hacerlo escucho el sonido del bajo y se detuvo, observando de nuevo a Vash usar el instrumento. No lo hacia mal, al contrario, le gustaba la música y se sintió de nuevo avergonzado de que lo hubiese encontrado tocando un instrumento que no manejaba, deseando tener cerca su violín aunque no lo fuera a tocar, como si ese instrumento explicara toda la situación.

Antes de darse cuenta comenzó a cambiar el ritmo a la novena sinfonía de Bethoveen, haciendo el sonido hasta donde pudo, intentando ir más rápido y, por ende, consiguiendo equivocarse en una de las notas. Así deteniéndose abruptamente.

No conocía los nombres de los acordes, y no sabía leer partituras. Lo suyo era el tocar de oído, solo identificaba algunas partituras pero muy leves. Y por ahora no había tenido problemas con aquello.

Era triste de un músico no poder leerlas, pero de todos modos no se dejaba quedar atrás.

Detuvo todo el sonido tras su error, preguntándose cual era la cuerda correcta y comenzó a probar. Sus ojos entonces regresando hacia el noruego que permanecía allí quieto. Sonrió.

-No sabía que alguien del club de música clásica disfrutara de escuchar un instrumento como el bajo eléctrico.-

Observó con gran interés como cambiaba sus tonos al de la novena sinfonía. Era difícil, había pasado días tocándola una y otra vez hasta aprendérsela, un mes antes de terminar allí le había llegado una invitación para entrar a un conservatorio importante en Oslo, pero el jamas se lo comento a su padre, así que cuando este recibió la carta para meterlo aquí, no dudo ni un instante.

Salió de sus pensamientos cuando lo escucho detenerse, encarando la ceja, sabiendo que se había equivocado, pero no era gran cosa, en especial cuando no se tocaba con partitura, sino espontáneamente. Pensó su respuesta un rato, antes de darse por satisfecho ante su propia respuesta.

- Se mas de la música clásica que de lo demás -Explica- Eso no significa que no me gusten otros géneros, u otros instrumentos -Se levanta y baja de la tarima, acercándose lentamente a él, acariciando el bajo suavemente, antes de mirarlo.

Abrió la boca para decir algo, pero se quedo observando los ojos verdes del germano sin poder evitarlo, como hipnotizado por la profundidad de estos, incapaz de dejar de verlos... por un rato.

Apartó la mirada carraspeando.

- ¿Sabes leer partituras? -Preguntó, por fin

Escuchó como hablaba y explicaba la razón por la cual aún le observaba. Era bastante coherente pero no tan normal. Según el estereotipo que tenía entendido, los fanáticos de la música clásica -al menos en ese instituto- no sentían agrado por los instrumentos eléctricos.

Le observó sigilosamente acercarse, siguiendo su figura con la mirada discretamente mientras percibía que esta tenía un porte elegante al andar. Mantuvo su mirada fija en el noruego, sorprendiéndose al verle tan cercano a su persona.

Tuvo que admitir que no esperó que este tocara el tronco del bajo con tal gentileza, pero más se sorprendió al notar la corta distancia entre ambos, tomando la oportunidad de observarle fijamente a los ojos.

¿Quizás su inspiración radicaría allí?

Sin embargo, al escuchar su pregunta sintió que todo a su alrededor se heló. Un miedo brotando en su estómago mientras la inseguridad le cegaba.

-¡C-Claro que sé leer partituras!- mintió, avergonzado de si mismo. Jamás se había sentido tan forzado a mentir como en aquella ocasión. ¿Qué pensarían todos si supieran que Vash Zwingli no sabía LEER partituras? -¡¿P-Por qué preguntas algo TAN obvio?! -

Nunca en su vida había visto una mentira tan obvia, incluso le daba ganas de reírse en su cara, pero claro, no lo haría.

Hizo un gesto y le quito suavemente el bajo, rememorando una canción con la octava que se adecuara al instrumento, aunque no pudo hacerlo por mucho tiempo, porque no era experimentado en ese tipo de instrumentos, aunque se pareciera al violín. Volvió a mirar al suizo y se arrepintió, sintiéndose atraído por su mirada de nuevo, mordiéndose el labio inferior, sintiendo que la atracción era mas notable que antes, pero un movimiento de su mano hizo que el bajo sonara y pudiese romper la conexión.

- Eres malo mintiendo -Susurra, acariciando las cuerdas del instrumento- ¿Quieres que te enseñe? -Pregunto, quedándose perplejo con sus propias palabras, pero sin retirarlas. El germano tenia algo que... el no podía explicar, pero tenia que ver con sus ojos.

Le devolvió el bajo con suavidad, mirando por la ventana y notando que un pájaro se posaba en las ramas de un árbol cercano. Esperó al mismo tiempo y pacientemente que el suizo le contestara, no se iba a ofender si le decía que no, puesto que había sido un pedido bastante... Atrevido, si se ponía a pensar detenidamente.

-Yo… Y-Ya te dije que sé leer partituras- repitió tercamente casi ofendido al ser descubierto, dejando la mirada ida en el mismo sitio en el que el otro lo había hecho. Durante un instante habría podido jurar que el noruego le había observado con alguna clase de atracción.
Pero eso sin duda debía de ser pura y exclusiva imaginación suya, al ser ese chico bastante reservado y frío.

Se sorprendió de todos modos de su petición, retomando su hipótesis previa más descartándola con un suspiro.

“Solo intenta ser amable”

Desde la ventana había un haz de suave luminiscencia de color amarillo, el atardecer hacía aparición y alargaba la sombra de los objetos del salón. Posó sus brillantes y claras orbes sobre el otro músico.

-Eres bueno… pero de todos modos no necesito ayuda-

Su murmullo había resonado claramente, sin embargo había hablado más por orgullo que por otra razón. Después de todo, una mano nunca venía mal...