rentouttava moimoi [Eduard]

Pensó que sería lindo tomar algo de sol al aire libre. Sabía que no era como tomar un buen sauna, pero era mejor que pasar encerrado en el edificio. Los grandes jardines de la escuela eran un lugar ideal para pasar el rato y apreciar la naturaleza que allá donde vivía en Finlandia rara vez no estaba acompañada de la blanca y fría nieve de estación.

Buscó con la mirada una banca a la cual le diera el sol, pero no en exceso sino que intercalado con algo de sombra. Buscó en los alrededores, pero al parecer todas estaban ocupadas- Bueno, habrá que pensar en otra cosa, moi moi -Alegre siguió buscando, esta vez por las áreas verdes. Se concentró en un sector del césped, junto a algunos árboles, pero con rayos solares más que suficiente para mantenerse tibio y cómodo. –¡Yey! –Celebró Dirigiéndose al lugar y recostándose en el pasto, usando su mochila como almohadilla, encendió su Iphone dejando que el metal inundara sus pensamientos. (¿)

No era de salir mucho a las áreas verdes del internado: prefería en general quedarse en el frío pero confortable espacio habitado por él y sus máquinas. Pero la voz de Tino siempre regañándole el pasársela encerrado en la habitación le motivó a salir de ella y dirigirse a hacerle compañía al Finlandés en su paseo. Le siguió hasta el jardín, sintiendo sus ojos contraerse inmediatamente al ver el sol directo del día. ¿Qué era lo que le gustaba tanto a Tino del exterior de todos modos?...

Vio al ojivioleta recostarse en el pasto a escuchar música y no pudo evitar quedarse observándole un momento desde lejos. Últimamente hacía mucho eso... No sabía desde cuando había comenzado a mirar a su eterno amigo con otros ojos, pero le daba pánico la idea de que el otro se enterase.

Eduard y Tino habían sido amigos desde que cuando eran pequeños, la familia de Tino viajó a Estonia por unos negocios; Daba la coincidencia que el hotel donde se daba la reunión de los renombrados padres de Tino fuese el mismo donde trabajaba la madre de Eduard de recepcionista y ese día Eduard había tenido que acompañarle (bastante a regañadientes) y se encontraba totalmente solo y aburrido hasta que el otro chico le habló. En un principio su naturaleza antisocial le incitó a no prestarle mucha atención al finlandés, pero poco a poco este fue ganándose su confianza con su eterna sonrisa que siempre parecía transmitir la luz del optimismo.
Los negocios de la familia Väinämöinen habían durado unas semanas en que ambos chicos pudieron hacerse amigos. Luego, fueron separados, y es que por supuesto Eduard no era un amigo digno socialmente de Tino ante los ojos de su familia. Años después, cual sería su sorpresa al reencontrarse en Hetalia Gakuen y poder convivir como mejores amigos.

Salió de sus pensamientos y se acercó al finlandés, sentándose a su lado algo torpemente, observándole un último momento desde la poca distancia antes de quitarle un audífono.

"Sabes a cuantos decíbeles tienes esta cosa, Tino? Un día te vas a quedar totalmente sordo..." comentó divertido, esperando la reacción de su mejor amigo.