Die Schönheit einer Rose [Angel]

Levantó la mirada hacia las rosas, esas flores tan bellas... pero tan peligrosas al mismo tiempo. Eran dignas de ser admiradas pero no tocadas. Su aroma enamoraba a cualquiera que se acercase pero se debía de ser cauteloso, no sería raro encontrarse a algún residente no amigable en una de esas plantas.

Se quedó contemplando así el arbusto, llevándose un trozo de chocolate a la boca mientras se tentaba a arrancar una pero no lo hacía, suspirando mientras desviaba la mirada hacia sus zapatos negros.

Traía lo de siempre, sus pantalones oscuros muy apretados y en contraste una camiseta holgada blanca con el nombre de una banda alemana que le gustaba. Era un día simplemente aburrido, debía de estar estudiando, pero realmente no era algo que le apeteciese del todo.

Partió otro trozo de chocolate y se lo llevó a la boca; analizando otros arbustos cercanos.

Ese día estaba aburrido. Había estudiado dos horas antes de levantarse y casi agarrar su cámara para tomar fotos, pero se detuvo al observar su bate, el cual parecía llamarlo tentativamente, después de todo, había dejado de lado los deportes luego de incluirse en el club de teatro. Después de fingir tanto frente a los mayores, no estaba de mas aprender para engañar mejor ¿No?

Y por eso ahora estaba alli, lanzando la pelota al aire y dándole un golpe con el bate, logrando que se golpeara contra una pared cercana, para volver a repetir la ecuación. Era aburrido hacerlo solo, pero no conocía a nadie mas que le gustara el béisbol, aunque el empezaba a considerar que la mayoría de sus compañeros de clase estaban locos ¿Como no les iba a gustar algo tan genial como eso?

- Oh, mierda.... -Susurra bajito cuando la pelota se fue por encima de la pared y cayo en el arbusto donde estaba el suizo, así que cuando Ángel llego allí, se encontró con Vash- Uh ¿Estas bien? ¿No te dio la pelota? -Pregunto luego de recuperar algo el aire después de llegar corriendo. No llevaba camisa y su moreno y bien formado pecho estaba algo mojado por el sudor.

Su mano se había extendido tentativamente hacia una de las rosas, cuando una pelota cayó unos pasos y le hizo pegar un salto, apartando su mano como si le acabasen de atrapar.

Se sorprendió al ver que se trataba de una pelota de béisbol, dejando los ojos en blanco mientras ladeaba la cabeza. ¿Quién rayos jugaba béisbol en los JARDINES?

Al voltearse para soltar un sermón a quien suponía era un niñito, dejó los ojos en blanco al encontrarse con semejante chico. Tomando conciencia de que incluso era más alto que su persona.

-No, no pasa nada... - Le ojeó un instante, y al no reconocerle supuso enseguida que se trataba de alguien de segundo grado. Los de primero no se acercaban a los de tercero prácticamente, y para que este chico lo hiciera pues, seguramente fuera del curso señalado. - Hay canchas en este instituto... ¿lo sabías?- Levantó una ceja con claro sarcasmo como era usual en su persona, su cabellera rubia ladeándose hacia un lado mientras notaba como su propia palidez contrastaba con la piel del otro. Sonrió al finalizar la oración, preguntándose si este se intimidaría como la mayoría.

Observó al rubio, debía ser de primero, puesto que no lo reconocía y los de tercero ibas apiñados en grupitos, era casi imposible ver a alguien solo. Puso loso ojos en blanco mentalmente por su regañina, pensó en una justificación ante su jueguito en un lugar así, pero al final decidió encogerse los hombros.

- Queda muy lejos y no tenia ganas de ir allá, ademas, estaba jugando solo, y contra una pared, por allí -Señala el lugar, aun no se podía ver por la vegetación, pero había una pared- Golpee muy fuerte y se vino para acá -Sonríe como si nada, sin estar intimidado, antes de observar la rosa- Que hermosa... -Se acuclilla a su lado y la toma entre sus dedos con cuidado de no pincharse con su superficie, acercándola solamente para olerla.

Luego miro al suizo con detenimiento, como quisiera descubrir de donde era, al no poder saber, sonrío tranquilamente.

- Mi nombre es Ángel -Le tendió la mano- Soy de segundo y represento la capital de Venezuela ¿Y tu?

Levantó una ceja, en realidad no quedaba tan lejos, solo era cuestión de ponerse a caminar entre el jardín y al otro lado del edificio. Claramente este joven era algo perezoso o desinteresado.
Miró instintivamente el sitio que había mencionado, viendo puros arbustos pero así recordando una zona específica con unas paredes color miel más al fondo. Sus ojos se volvieron hacia él mientras escuchaba su excusa.

Iba a responder, pero, por alguna razón el ver que se agachaba y tocaba la rosa con tal gentileza le hizo estremecerse, mirándole silenciosamente hasta que sintió la mirada que este posaba sobre su persona.

-Soy Vash Zwingli.- Se presentó, extendiéndo su mano a modo de saludo mientras entornaba sus orbes claras – Representante de Suiza, curso tercero.-

Deja la rosa y toma su mano, poniendo la otra encima y agitándola con ganas.

- ¡Oh! ¡Suiza! Ustedes son famosos por su chocolate ¿No? -Sonríe, tomando su pelota y lanzandola al aire suavemente para luego atraparla- Siempre he querido probar de esos chocolates, pero tristemente no salí mucho de mi país, solo una vez a Colombia, otra a Curazao y las demás a USA. Mi papa odia ese país, a pesar de todo -Ríe bajito.

Se levanta y mira alrededor, frunciendo el ceño. Ya no quería jugar, quería saber mas del suizo, pero no sabia como lograr que hablase con el largo y tendido. Lo mira como pensativo, pensando en sus palabras.

Se sorprendió un poco ante su actitud tan enérgica. Se notaba que era bastante sociable y extrovertido. No le sería difícil adaptarse al sitio entonces.

Miró el chocolate que estaba comiendo y partió un trozo grande del lado que no había mordido, extendiéndolo hacia el otro. - Tómalo si quieres... la verdad, en Suiza se hace el mejor chocolate de toda Europa- Espetó orgullosamente, sonriendo de manera más ligera mientras miraba a los ojos a su interlocutor. - Yo nunca he estado en Venezuela... pero he escuchado que es muy caluroso por allá...-