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Riesgo nocturno. [Elizabeta]
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Riesgo nocturno. [Elizabeta]
Rondaban quizás las dos de la mañana. Como era entre semana, la mayoría de los esudiantes ya se encontraban durmiendo, aunque él estaba desvelado, sentado como de costumbre en su balcón y contemplando el bosque frente al edificio. Ya no tenía nada que hacer, así que ya se había duchado y colocado su pillama correctamente, conformada por pans y una camisa púrpura claro, tenía sobre las piernas un cuaderno pautado en donde estaba corrigiendo notas, todo parecía ser una noche común y corriente en donde una suave llovizna refrescaba el ambiente, hasta que de repente ..
" .. Meow ... "
Arrugó el entrecejo con violencia, de seguro era el francés con el cual compartía habitación el que había hecho ese sonido, segúramente en otro de sus fetiché extraños. Arrojó el cuaderno pautado al suelo del balcón y se puso de pie, sosteniéndose del barandal. Avanzó hacia le interior de la habitación apenas iluminada por una pequeña lámpara y cuando iba a reclamarle al chico, notó que este realmente estaba dormido. ¿Habrá sido su imaginación?
" .. Meow .. "
No, realmente había un animal cerca. Avanzó de nuevo hacia el balcón y se asomó hacia abajo, traía las gafas puestas así que podía ver mejor, de repente observó que algo se movió entre los arbustos, había un gato color blanco con manchas color café. Este estaba tumbado, al parecer con una patita atorada entre el matorral .. La pena por ese animal no tardó en salir. Se colocó un abrigo suave sólo para cubrirse de la llovizna y lo fresco, se calzó sus zapatos y salió de la alcoba. Obviamente, se dirigió hacia donde se encontraba el felino, el cual tenía una cuerda amarrada a una pata lastimada. Cuando logró desamarrarla, cargó al animal en sus brazos .. ¿Y luego? ¿Qué podía hacer? No tenía experiencia en esas situaciones. Si despertaba a la enfermera para que le ayudara, sería castigado por tener animales, así se lo hubiese encontrado, necesitaba ayuda de alguien .. Elizabeta.
Miró hacia el edificio femenino, después al gato .. Tenía que tomar el riesgo. Avanzó a través del jardín central y llegó al edificio, entró al Lobby y dejó al pequeño gato sobre una alfombra, después acudió a un teléfono cercano que se usaba para llamar a las habitaciones, y sin dudar marcó a la habitación de Elizabeta. El teléfono tardó en timbrar, pero cuando contestó simplemente murmuró.- Baja al lobby. Soy yo. -Después colgó, mordiéndose el labio inferior .. Estaba haciendo una locura.
" .. Meow ... "
Arrugó el entrecejo con violencia, de seguro era el francés con el cual compartía habitación el que había hecho ese sonido, segúramente en otro de sus fetiché extraños. Arrojó el cuaderno pautado al suelo del balcón y se puso de pie, sosteniéndose del barandal. Avanzó hacia le interior de la habitación apenas iluminada por una pequeña lámpara y cuando iba a reclamarle al chico, notó que este realmente estaba dormido. ¿Habrá sido su imaginación?
" .. Meow .. "
No, realmente había un animal cerca. Avanzó de nuevo hacia el balcón y se asomó hacia abajo, traía las gafas puestas así que podía ver mejor, de repente observó que algo se movió entre los arbustos, había un gato color blanco con manchas color café. Este estaba tumbado, al parecer con una patita atorada entre el matorral .. La pena por ese animal no tardó en salir. Se colocó un abrigo suave sólo para cubrirse de la llovizna y lo fresco, se calzó sus zapatos y salió de la alcoba. Obviamente, se dirigió hacia donde se encontraba el felino, el cual tenía una cuerda amarrada a una pata lastimada. Cuando logró desamarrarla, cargó al animal en sus brazos .. ¿Y luego? ¿Qué podía hacer? No tenía experiencia en esas situaciones. Si despertaba a la enfermera para que le ayudara, sería castigado por tener animales, así se lo hubiese encontrado, necesitaba ayuda de alguien .. Elizabeta.
Miró hacia el edificio femenino, después al gato .. Tenía que tomar el riesgo. Avanzó a través del jardín central y llegó al edificio, entró al Lobby y dejó al pequeño gato sobre una alfombra, después acudió a un teléfono cercano que se usaba para llamar a las habitaciones, y sin dudar marcó a la habitación de Elizabeta. El teléfono tardó en timbrar, pero cuando contestó simplemente murmuró.- Baja al lobby. Soy yo. -Después colgó, mordiéndose el labio inferior .. Estaba haciendo una locura.
Roderich Edelstein- Integrado a:
- Mensajes : 198
Fecha de inscripción : 19/07/2010
Re: Riesgo nocturno. [Elizabeta]
Ese día había sido bastante movido, por no decir estresante. Estaba consciente, al aceptar el puesto de jefa del club de natación, que iba a ser una actividad que le iba a costar la mayor parte de su tiempo, pero sentía que no sólo ocupaba sus fines de semana, sino que también esos días que se supone debía estudiar o al menos intentar prestar atención en clases. Estaba de acuerdo que los profesores le daban bastantes facilidades, pero algunas veces ya simplemente no tenía tiempo para nada que no fuera estudio o agua. Vamos, que hasta había dejado de lado a Roderich y eso ya le molestaba más que cualquier cosa, más incluso que el no dormir y eso era mucho para ella. Hace mucho tiempo que ya no estaban a solas y eso le dejaba un humor de perros y lo peor es que quienes lo pagaban no era nadie más que sus compañeros de club. Últimamente estaba más exigente que de costumbre, gritándole a todos y enojándose por cualquier pequeñez, cuando de costumbre ella era bastante afable con todos, por eso, los miembros estaban procurando dejar un poco apartada a Elizabeta, para que no les llegara la furia, pero de vez en cuando alguno caía y ese alguno sufría unas feas consecuencias por seguramente no haber extendido bien el brazo al nadar. Una pequeñez.
Ese día se había retirado de clases, debido a que pronto se acercaba una importante competición y tenía que entrenar muy duro para estar a la altura de las circunstancias. Los profesores la entendían, ella era una chica aplicada (quizás un poco floja, pero sus excelentes notas eran muestra de lo inteligente que era) y la dejaban salir. Entrenó toda la mañana en la piscina, sin nadie que la acompañara, pues ella como presidenta tenía facilidades. Había mejorado su tiempo bastante y eso era bueno, al menos algo resultaba del estrés y el poco tiempo, pero eso no quitaba que ahora tenía una cara más demacrada y parecía una especie de vampiro andante. Cuando se dio cuenta de que ya era hora de dejar la piscina (pues sólo la podía usar en horario de clases si quería entrenar sola) se fue a las duchas dejando una estela de agua a su paso. Luego de una larga ducha con agua caliente, lavarse el pelo, secarlo, peinarlo, vestirse con el uniforme y limpiar se fue, dando a paso a los de primero, estos la miraron con miedo y a la vez un poco de admiración, Elizabeta era conocida por la academia. Los saludó con una sonrisa, pero nada más. Ella no era de esas alumnas que intentaban aprovecharse de los más pequeños.
Pasó la tarde poniéndose al día con los deberes que tenía atrasado por los duros entrenamientos, no había visto a Lili en todo el día tampoco, pero al menos podía verla a penas llegara de sus clases. Le agradaba mucho su compañera, le gustaba su dulzura y femineidad, algo que siempre había decidido tener, pues era muy marimacho. Gilbert siempre la molestaba por eso... Se reprochó por distraerse en tonterías y siguió con cálculos complicados y bastante estúpidas. ¿De qué le iba a servir saber cuánto es el porcentaje de pérdida de tal o tal negocio? Nada.
Todo ese ajeatreado día la había dejado casi rendida, por lo que a penas puso la cabeza en la almohada sintió que sus ojos se cerraban completamente y caía en los brazos de Morfeo. Necesitaba un descanso. Pero este duró poco, pues alrededor de las dos de la mañana sintió el teléfono de la habitación sonar con insistencia, respondió media dormida pero aún así reconoció la voz al otro lado de la línea. Roderich. ¿Para qué la llamaba? No le dijo nada, sólo que bajara. No lo dudó dos veces y se fue a poner la bata, ya que dormía ligera de ropa siempre y no deseaba recibir así al chico. Casi corriendo, pero con una agilidad felina admirable, Elizabeta llegó en unos minutos a donde estaba el muchacho. Lo miró extrañada.
-¿Qué ocurre? –Dijo, bajando la voz, por temor a ser descubierta. Se acercó al muchacho y observó la alfombra cercana, era un gato. Sonrió con dulzura, pero notó que estaba herido.
Ese día se había retirado de clases, debido a que pronto se acercaba una importante competición y tenía que entrenar muy duro para estar a la altura de las circunstancias. Los profesores la entendían, ella era una chica aplicada (quizás un poco floja, pero sus excelentes notas eran muestra de lo inteligente que era) y la dejaban salir. Entrenó toda la mañana en la piscina, sin nadie que la acompañara, pues ella como presidenta tenía facilidades. Había mejorado su tiempo bastante y eso era bueno, al menos algo resultaba del estrés y el poco tiempo, pero eso no quitaba que ahora tenía una cara más demacrada y parecía una especie de vampiro andante. Cuando se dio cuenta de que ya era hora de dejar la piscina (pues sólo la podía usar en horario de clases si quería entrenar sola) se fue a las duchas dejando una estela de agua a su paso. Luego de una larga ducha con agua caliente, lavarse el pelo, secarlo, peinarlo, vestirse con el uniforme y limpiar se fue, dando a paso a los de primero, estos la miraron con miedo y a la vez un poco de admiración, Elizabeta era conocida por la academia. Los saludó con una sonrisa, pero nada más. Ella no era de esas alumnas que intentaban aprovecharse de los más pequeños.
Pasó la tarde poniéndose al día con los deberes que tenía atrasado por los duros entrenamientos, no había visto a Lili en todo el día tampoco, pero al menos podía verla a penas llegara de sus clases. Le agradaba mucho su compañera, le gustaba su dulzura y femineidad, algo que siempre había decidido tener, pues era muy marimacho. Gilbert siempre la molestaba por eso... Se reprochó por distraerse en tonterías y siguió con cálculos complicados y bastante estúpidas. ¿De qué le iba a servir saber cuánto es el porcentaje de pérdida de tal o tal negocio? Nada.
Todo ese ajeatreado día la había dejado casi rendida, por lo que a penas puso la cabeza en la almohada sintió que sus ojos se cerraban completamente y caía en los brazos de Morfeo. Necesitaba un descanso. Pero este duró poco, pues alrededor de las dos de la mañana sintió el teléfono de la habitación sonar con insistencia, respondió media dormida pero aún así reconoció la voz al otro lado de la línea. Roderich. ¿Para qué la llamaba? No le dijo nada, sólo que bajara. No lo dudó dos veces y se fue a poner la bata, ya que dormía ligera de ropa siempre y no deseaba recibir así al chico. Casi corriendo, pero con una agilidad felina admirable, Elizabeta llegó en unos minutos a donde estaba el muchacho. Lo miró extrañada.
-¿Qué ocurre? –Dijo, bajando la voz, por temor a ser descubierta. Se acercó al muchacho y observó la alfombra cercana, era un gato. Sonrió con dulzura, pero notó que estaba herido.
Invitado- Invitado
Re: Riesgo nocturno. [Elizabeta]
Llevaba tiempo sin verla. Por su parte, se había dedicado a los ensayos de su club, como todo líder de su taller que debía ocuparse de los asuntos que involucraran a los individuos que pudiesen afectar a la orquesta, quizás era por que estaba obsecionado con la perfección de esta, que incluso buscaba conocer la integridad personal de sus integrantes, pues los sentimientos afectaban increíblemente el desempeño musical. A ello se sumaba el hecho de que estudiaba con bastante frecuencia para mejorar en las clases, las cuales algunas veces desatendía por ser secretario de un presidente en demasía caprichoso. ¿Y en dónde había quedado la atención para Elizabeta? .. ¿No eran acaso algo como una pareja? Era bien conocido en todo el instituto que ellos tenían una relación. Prácticamente los alumnos al ver a uno o al otro, relacionaban a la pareja sin pensarlo. Algunos se extrañaban de que el austriaco hubiese elegido a una persona con tal carácter, pero otros creían que eran el complemento perfecto.
"Y aún así, a pesar de que a la primera persona que acudo es a Elizabeta, no me digné ni siquiera a ofrecerle una llamada, o enviarle alguna especie de regalo." -Pensaba mientras la vió entrar. Había olvidado la suavidad de su rostro y su tranquilo andar, cuando ella entraba en escena sentía que su persona entraba en una calma absoluta, era un efecto que hasta ahora, jamás había logrado encontrar con otro ser. El lobby estaba prácticamente a oscuras, si no fuera por la luz exterior que entraba por las ventanas. Con esa suficiente iluminación se notó que el austriaco estaba totalmente empapado, su cabello más despeinado de lo normal y que en el suelo había dejado un rastro de agua por haber entrado en plena llovizna. Se le habían olvidado todos esos detalles cuando logró verla.
Retrocedió un paso, pues no deseaba que se enfocara en él. El gato estaba tendido, algo adolorido y al parecer hambriento, pero temía que si lo tocaba arruinaría más la situación.- Lo encontré detrás de mi edificio, no pensé que fuera correcto dejarlo ahí. -Levantó la vista para observar su rostro, almenos alguna de sus reacciones.- ¿Qué podemos hacer?
"Y aún así, a pesar de que a la primera persona que acudo es a Elizabeta, no me digné ni siquiera a ofrecerle una llamada, o enviarle alguna especie de regalo." -Pensaba mientras la vió entrar. Había olvidado la suavidad de su rostro y su tranquilo andar, cuando ella entraba en escena sentía que su persona entraba en una calma absoluta, era un efecto que hasta ahora, jamás había logrado encontrar con otro ser. El lobby estaba prácticamente a oscuras, si no fuera por la luz exterior que entraba por las ventanas. Con esa suficiente iluminación se notó que el austriaco estaba totalmente empapado, su cabello más despeinado de lo normal y que en el suelo había dejado un rastro de agua por haber entrado en plena llovizna. Se le habían olvidado todos esos detalles cuando logró verla.
Retrocedió un paso, pues no deseaba que se enfocara en él. El gato estaba tendido, algo adolorido y al parecer hambriento, pero temía que si lo tocaba arruinaría más la situación.- Lo encontré detrás de mi edificio, no pensé que fuera correcto dejarlo ahí. -Levantó la vista para observar su rostro, almenos alguna de sus reacciones.- ¿Qué podemos hacer?
Roderich Edelstein- Integrado a:
- Mensajes : 198
Fecha de inscripción : 19/07/2010
Re: Riesgo nocturno. [Elizabeta]
A penas lo vio, sintió de nuevo esas malditas mariposas en el estomago que la hacían sentir como si fuera una quinceañera con su primer novio. Bueno, sólo una quinceañera, porque sí que era su primer ‘novio’ o algo así. Aunque casi todo el instituto sabía de la especial relación que ambos llevaban, no querían darle un nombre a lo que tenían, más que nada porque a ninguno de los dos le gustaban las etiquetas o que fueran diciendo cosas que no eran necesariamente verdad por ahí. La luz de la luna iluminaba tenuemente la estancia, por lo que Elizabeta tuvo que forjar un poco la vista para ver por dónde iba. No le gustaba ser tan torpe, muchas veces chocó con algún asiento de los que estaban repartidos por ahí, suspiró y observó al chico con una especie de sonrisa, pero nada que evidenciara que estaba más que feliz por verlo, no quería parecer desesperada, incluso cuando sabía que sí lo estaba.
-Buenas noches. –Dijo en un susurro, sonriendo ahora más abiertamente. Vio entonces como el chico estaba totalmente mojado de pies a cabeza y se acercó a él un tanto preocupada. Sacó la bata que llevaba puesta encima y se la colocó por sobre los hombros y la acomodó para que pudiera tener los brazos libres. –Te puedes resfriar, y no quiero eso. –Comentó indiferentemente. Miró nuevamente a la alfombra, el pequeño animal parecía mal herido. Lo miró apenada, luego nuevamente dirigió su mirada al muchacho, como pidiendo una explicación. Asintió a sus palabras, muy típico de Roderich, ser tan considerado con todos. Se acercó al gatito y lo observó detenidamente, tenía una pata malherida.
-Está muy delgado, ¿no crees? –Le preguntó, miró para todos lados, temiendo que en cualquier momento alguien llegara. Sabía que no iban a encontrar buena escusa si sabían que Roderich estaba en el edificio de las chicas, por muy inocente que fuera la finalidad de su visita. Con un cuidado que casi nunca se vería en ella, tomó al animal y lo cubrió con su pijama, que era bastante largo, por lo que podía envolverlo lo bastante para que estuviera cómodo. –Tranquilo... –Le habló al gato, como si este pudiera entenderlo, lo acarició con cuidado y se encaminó hasta el muchacho para mirarlo. –Debemos llevarlo a otro lugar en donde no nos descubran, no nos creerán que solo viniste para mostrarme un gato. –Le respondió. Miró para todos lados y comenzó a caminar, aunque a mitad de camino se detuvo, ¿A dónde diablos se suponía que debía ir? A su habitación no, estaba Lili y aunque confiaba en la muchacha, no debía llevar a Roderich.
-Buenas noches. –Dijo en un susurro, sonriendo ahora más abiertamente. Vio entonces como el chico estaba totalmente mojado de pies a cabeza y se acercó a él un tanto preocupada. Sacó la bata que llevaba puesta encima y se la colocó por sobre los hombros y la acomodó para que pudiera tener los brazos libres. –Te puedes resfriar, y no quiero eso. –Comentó indiferentemente. Miró nuevamente a la alfombra, el pequeño animal parecía mal herido. Lo miró apenada, luego nuevamente dirigió su mirada al muchacho, como pidiendo una explicación. Asintió a sus palabras, muy típico de Roderich, ser tan considerado con todos. Se acercó al gatito y lo observó detenidamente, tenía una pata malherida.
-Está muy delgado, ¿no crees? –Le preguntó, miró para todos lados, temiendo que en cualquier momento alguien llegara. Sabía que no iban a encontrar buena escusa si sabían que Roderich estaba en el edificio de las chicas, por muy inocente que fuera la finalidad de su visita. Con un cuidado que casi nunca se vería en ella, tomó al animal y lo cubrió con su pijama, que era bastante largo, por lo que podía envolverlo lo bastante para que estuviera cómodo. –Tranquilo... –Le habló al gato, como si este pudiera entenderlo, lo acarició con cuidado y se encaminó hasta el muchacho para mirarlo. –Debemos llevarlo a otro lugar en donde no nos descubran, no nos creerán que solo viniste para mostrarme un gato. –Le respondió. Miró para todos lados y comenzó a caminar, aunque a mitad de camino se detuvo, ¿A dónde diablos se suponía que debía ir? A su habitación no, estaba Lili y aunque confiaba en la muchacha, no debía llevar a Roderich.
Invitado- Invitado
Re: Riesgo nocturno. [Elizabeta]
La suave sonrisa que se reflejó en los labios propios no pudo contenerse cuando la chica se preocupó básicamente por él, prácticamente recordándole los viejos tiempos en los cuales algunas veces, salían a caminar o comían juntos. La bata cubrió sus hombros y le brindó un poco más de calor, pero sabía que la humedecería de inmediato. Se la retiró y la dejó en un asiento, luego se quitó su propio abrigo, dejándolo en su pijama púrpura que no estaba del todo mojada, la llovizna no era tan fuerte. Después de ello, para no rechazar el gentil gesto de Elizabeta, se colocó su bata y la acomodó sobre sus hombros, después tomó su propio abrigo para no dejar tantos rastros de agua sobre el suelo.
Pero ese no era el principal problema. Estaba totalmente expuesto a la vista, y eso no era algo a su favor. Una sola mirada de algún profesor u otra chica, y el rumor se esparciría por toda la institución hasta llegar hacia los directivos, o peor aún, hacia Gilbert, que era su peor enemigo. Comenzó a pensar, intentó buscar una solución y miró a los alrededores, una puerta ... ¡Ahí estaba una! Recordó que en el lobby del edificio masculino había una habitación que servía como almacén para las computadoras descompuestas, o para los alimentos que daban como desayuno breve en las mañanas. Tomó la perilla y descubrió que estaba abierta. Como estaba a oscuras, deslizó la mano por la pared y consiguió dar luz al almacén. Todo estaba en cajas, las computadoras almenos estaban bajo llave en grandes gabinetes, pero había un pequeño refrigerador con algunos alimentos, quizás algo útil.
- Liz, por aquí. -Le indicó en un murmullo a la chica. Dejó su abrigo empapado sobre uno de los gabinetes y acomodó una caja para que fuese el asiento de la chica, luego otra para él. Empezó a buscar en algunas cajas sin cerrojo y hechas con cartón, y logró encontrar un suave mantel de franela, el cual dejó sobre otra caja para que sirviera como "nido" para el felino. El lugar estaba tibio, a comparación del resto del clima que era fresco, casi frío. En realidad era algo bastante afortunado para ellos. Cuando Liz y el animal entraron, cerró la puerta y aplicó cerrojo, no quería que alguna estudiante entrara y les descubriera.
Pero ese no era el principal problema. Estaba totalmente expuesto a la vista, y eso no era algo a su favor. Una sola mirada de algún profesor u otra chica, y el rumor se esparciría por toda la institución hasta llegar hacia los directivos, o peor aún, hacia Gilbert, que era su peor enemigo. Comenzó a pensar, intentó buscar una solución y miró a los alrededores, una puerta ... ¡Ahí estaba una! Recordó que en el lobby del edificio masculino había una habitación que servía como almacén para las computadoras descompuestas, o para los alimentos que daban como desayuno breve en las mañanas. Tomó la perilla y descubrió que estaba abierta. Como estaba a oscuras, deslizó la mano por la pared y consiguió dar luz al almacén. Todo estaba en cajas, las computadoras almenos estaban bajo llave en grandes gabinetes, pero había un pequeño refrigerador con algunos alimentos, quizás algo útil.
- Liz, por aquí. -Le indicó en un murmullo a la chica. Dejó su abrigo empapado sobre uno de los gabinetes y acomodó una caja para que fuese el asiento de la chica, luego otra para él. Empezó a buscar en algunas cajas sin cerrojo y hechas con cartón, y logró encontrar un suave mantel de franela, el cual dejó sobre otra caja para que sirviera como "nido" para el felino. El lugar estaba tibio, a comparación del resto del clima que era fresco, casi frío. En realidad era algo bastante afortunado para ellos. Cuando Liz y el animal entraron, cerró la puerta y aplicó cerrojo, no quería que alguna estudiante entrara y les descubriera.
Roderich Edelstein- Integrado a:
- Mensajes : 198
Fecha de inscripción : 19/07/2010
Re: Riesgo nocturno. [Elizabeta]
Elizabeta sonrió al chico, le encantaba esa caballerosidad que no podía dejar de lado en ninguno de sus gestos. El sonido de las pequeñas gotas resonaba como música de fondo, pero Elizabeta no les prestaba tanta atención como lo hacía hacia Roderich y el pequeño animal que yacía con dolor en la alfombra. Debía reconocer que tenía un corazón bastante sensible, pues no soportaba ver sufrir a nada que estuviera cerca, ni un animal, ni un humano, nada. Quizás algunas veces eso hacía que fuera un tanto ingenua, por lo que terminaba siempre por ayudar a gente que realmente no necesitaba ayuda, si no que se aprovechaba de su buena voluntad.
Vio como el muchacho hacía una serie de movimientos, para terminar en frente de una habitación bastante escondida en las sombras de la noche, Elizabeta observó asombrada, pues a ella no se le había ocurrido aquello, claro, ese lugar les serviría. Acomodó más cerca de su pecho al gato y se fue caminando en silencio hasta la habitación, brindándole de esa forma calor al pobre minino. Entró con inseguridad, pero la luz estaba prendida, era bastante tenue, por lo que podían ver y a su vez nadie los vería desde muy lejos. Elizabeta dejó al animal sobre el lugar que había preparado Roderich, de forma que quedara bien abrigado.
-Siempre me sorprendes. –Le comentó al muchacho, mientras una débil sonrisa se dibujaba en su rostro. No sabía bien a que debían esas palabras, pero las dijo sin pensar, como siempre que hablaba. Miró con un leve color rojo en sus mejillas a Roderich e hizo una mueca incomoda, pero no dijo nada sobre el tema. Se acercó al gato y le acarició la oreja, de forma que este ronroneara de una forma que a Elizabeta le pareció la cosa más tierna del mundo. Estaba todo empapado y la patita estaba herida. -¿Y ahora? En clases no te enseñan primeros auxilios de animales. –Comentó, colocando una expresión preocupada en su rostro.
Levantó la mirada, para buscar a su alrededor, quizás algo le podría servir. De pronto vio una especie de manta, que seguramente serviría para limpiar. Verificó si estaba limpia, ya que no deseaba que el animal se infectara o algo así. Sí lo estaba, ya que parecía que no la habían abierto del envase. Con una agilidad no propia de ella, logró colocar la improvisada venda alrededor de la pata. –Con eso, por ahora, espero que esté bien. –Comentó, ahora mirando a Roderich, sonriéndole.
Vio como el muchacho hacía una serie de movimientos, para terminar en frente de una habitación bastante escondida en las sombras de la noche, Elizabeta observó asombrada, pues a ella no se le había ocurrido aquello, claro, ese lugar les serviría. Acomodó más cerca de su pecho al gato y se fue caminando en silencio hasta la habitación, brindándole de esa forma calor al pobre minino. Entró con inseguridad, pero la luz estaba prendida, era bastante tenue, por lo que podían ver y a su vez nadie los vería desde muy lejos. Elizabeta dejó al animal sobre el lugar que había preparado Roderich, de forma que quedara bien abrigado.
-Siempre me sorprendes. –Le comentó al muchacho, mientras una débil sonrisa se dibujaba en su rostro. No sabía bien a que debían esas palabras, pero las dijo sin pensar, como siempre que hablaba. Miró con un leve color rojo en sus mejillas a Roderich e hizo una mueca incomoda, pero no dijo nada sobre el tema. Se acercó al gato y le acarició la oreja, de forma que este ronroneara de una forma que a Elizabeta le pareció la cosa más tierna del mundo. Estaba todo empapado y la patita estaba herida. -¿Y ahora? En clases no te enseñan primeros auxilios de animales. –Comentó, colocando una expresión preocupada en su rostro.
Levantó la mirada, para buscar a su alrededor, quizás algo le podría servir. De pronto vio una especie de manta, que seguramente serviría para limpiar. Verificó si estaba limpia, ya que no deseaba que el animal se infectara o algo así. Sí lo estaba, ya que parecía que no la habían abierto del envase. Con una agilidad no propia de ella, logró colocar la improvisada venda alrededor de la pata. –Con eso, por ahora, espero que esté bien. –Comentó, ahora mirando a Roderich, sonriéndole.
Invitado- Invitado
Re: Riesgo nocturno. [Elizabeta]
No sabía de primeros auxilios, nunca se había preocupado por esa materia. Quizás de ahora en adelante leería algún libro relacionado con esa materia, pues ahora había sido necesaria y no podía quedarse inmóvil para la próxima ocasión. No obstante, intentó ayudar, y cuando acercó la mano para acomodar al felino, en ese instante la mano de Elizabeta se acercó con la venda, haciendo un suave contacto con sus dedos. Apartó la mano con calma, para dejarla continuar, no obstante el volver a sentir su piel después de tanto tiempo le había hecho sonreír un poco .. ¿Todavía seguiría siendo la misma Elizabeta de antes? Quería averiguarlo.
Pero antes, debía ofrecerle algo al gato que maullaba hambriento, así que acudió al refrigerador que hasta entonces no había observado. Abrió una de las puertas y contempló algunos alimentos en recipientes, unos para las estudiantes y otros simplemente para la intendencia. Identificó un poco de leche ligera y tomó el envase, sacándolo y cerrando el refrigerador. Se dedicó entonces a buscar un plato en dónde servir el líquido, y cuando encontró uno bajo y pequeño lo dejó frente al gato, sirviendo un poco de leche para que se alimentara. Este reaccionó de forma positiva, comenzó a dar pequeñas lamidas a la bebida blanca, aunque lo hizo de una forma insistente, delatando que poseía hambre.
No sabía que haría con el felino, pues el conservarlo significaría un problema en el instituto .. ¿Y por qué preocuparse por ello ahora? Tomó asiento en una de las cajas que había dispuesto como asiento y colocó los codos sobre sus rodillas, estaba tan agobiado por sus pensamientos que dejó caer la cabeza hasta mirar fijamente el suelo. Sí, debía meditarlo después .. Por ahora dejar descansar al felino era una buena idea, además debía aprovechar la oportunidad para convensar un poco con Liz.
Levantó la vista y con una mano levantó las gafas que habían resbalado por su tabique, así esbozó una suave sonrisa y la miró con el aprecio que siempre había conservado por ella, esperaba que fuese recibido como en los tiempos anteriores, a pesar de sus descuidos por dejarla tanto tiempo sola.- .. ¿Qué ha sido de tí, Liz? ¿Competirás en natación? .. ¿Cómo siguen tus notas? - A pesar de todo, tenía muy en mente el valor del desempeño académico.
Pero antes, debía ofrecerle algo al gato que maullaba hambriento, así que acudió al refrigerador que hasta entonces no había observado. Abrió una de las puertas y contempló algunos alimentos en recipientes, unos para las estudiantes y otros simplemente para la intendencia. Identificó un poco de leche ligera y tomó el envase, sacándolo y cerrando el refrigerador. Se dedicó entonces a buscar un plato en dónde servir el líquido, y cuando encontró uno bajo y pequeño lo dejó frente al gato, sirviendo un poco de leche para que se alimentara. Este reaccionó de forma positiva, comenzó a dar pequeñas lamidas a la bebida blanca, aunque lo hizo de una forma insistente, delatando que poseía hambre.
No sabía que haría con el felino, pues el conservarlo significaría un problema en el instituto .. ¿Y por qué preocuparse por ello ahora? Tomó asiento en una de las cajas que había dispuesto como asiento y colocó los codos sobre sus rodillas, estaba tan agobiado por sus pensamientos que dejó caer la cabeza hasta mirar fijamente el suelo. Sí, debía meditarlo después .. Por ahora dejar descansar al felino era una buena idea, además debía aprovechar la oportunidad para convensar un poco con Liz.
Levantó la vista y con una mano levantó las gafas que habían resbalado por su tabique, así esbozó una suave sonrisa y la miró con el aprecio que siempre había conservado por ella, esperaba que fuese recibido como en los tiempos anteriores, a pesar de sus descuidos por dejarla tanto tiempo sola.- .. ¿Qué ha sido de tí, Liz? ¿Competirás en natación? .. ¿Cómo siguen tus notas? - A pesar de todo, tenía muy en mente el valor del desempeño académico.
Roderich Edelstein- Integrado a:
- Mensajes : 198
Fecha de inscripción : 19/07/2010
Re: Riesgo nocturno. [Elizabeta]
Observó todos los movimientos que hacía el chico, todos tan perfectos. Elizabeta se descubrió mirando embobada al muchacho. Antes de que él se diera cuenta, la chica intentó recuperar al menos un poco de su expresión normal de forma que pudiera pasar desapercibida. Se estaba comportando como una tonta y lo sabía, pero Roderich tenía ese efecto en la muchacha, lo que le molestaba enormemente. Se suponía que ella era una mujer fuerte, decidida y que tenía las cosas claras, pero él lograba hacerla la persona más amable, dulce y femenina del mundo. En un intento de parecer más inteligente, al menos, desvió su mirada hasta el pequeño gato, era muy lindo, le habría gustado tenerlo como mascota, pero apenas se podía cuidar ella, ¿cómo lo haría con un animal? Echó su cabeza para atrás y observó el techo. Se sentía cómoda, extrañamente cómoda, cosa rara, pues estar en una habitación escondida de lo que sea no era su idea de pasar un buen día con Roderich. Escuchó las preguntas y sonrió de manera suave.
-Y-Yo... he estado bien. –Mintió. Debía admitir que era una pésima actriz. Pero no podía decirle al chico que estaba cada día más obsesionada (o algo parecido) con él. Sería parecer desesperada y no era ese su objetivo del día de hoy. –Con natación voy bien... pero apenas me alcanza el tiempo para estudiar, aunque en ese sentido no me ha ido mal. –Continuó, colocando sus manos en su mentón en un gesto de cansancio. Bostezó y miró a Roderich, no deseaba hacerlo sentir mal, pues ese gesto había parecido como si se aburriera.
-Lo lamento, ha sido un día muy cansador. –Se disculpó. Se acomodó el cabello y nuevamente miró al muchacho. -¿Y tú? ¿Cómo has estado últimamente? ¿Sigues soportando al tonto de Gilbert o necesitas mi ayuda para qué tenga una muerte lenta y dolorosa? –Bien sabía la relación que esos dos tenían, aunque los rumores decían que esa mala ‘conexión’ se debía más que nada a una fuerte tensión sexual, rumores que claramente Elizabeta deseaba no oír.
-Y-Yo... he estado bien. –Mintió. Debía admitir que era una pésima actriz. Pero no podía decirle al chico que estaba cada día más obsesionada (o algo parecido) con él. Sería parecer desesperada y no era ese su objetivo del día de hoy. –Con natación voy bien... pero apenas me alcanza el tiempo para estudiar, aunque en ese sentido no me ha ido mal. –Continuó, colocando sus manos en su mentón en un gesto de cansancio. Bostezó y miró a Roderich, no deseaba hacerlo sentir mal, pues ese gesto había parecido como si se aburriera.
-Lo lamento, ha sido un día muy cansador. –Se disculpó. Se acomodó el cabello y nuevamente miró al muchacho. -¿Y tú? ¿Cómo has estado últimamente? ¿Sigues soportando al tonto de Gilbert o necesitas mi ayuda para qué tenga una muerte lenta y dolorosa? –Bien sabía la relación que esos dos tenían, aunque los rumores decían que esa mala ‘conexión’ se debía más que nada a una fuerte tensión sexual, rumores que claramente Elizabeta deseaba no oír.
Invitado- Invitado
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