Seguimiento | [Eirik]

Se había agazapado tras las plantas del pasillo varias veces para no ser descubierto, sus largas zancadas ligeras no eran más que un mal intento de pasos sigilosos, risitas mal disimuladas se le escapaban de vez en cuando.

Y es que no tenía demasiados motivos personales para ocultar ese seguimiento tan descarado, la intriga esta vez estaba ganando por sobre el sentido común (¿Lo tenía realmente?); de no ser así, seguramente ahora estaría ocupado con cualquier otro asunto mucho menos sospechoso... tal vez.

Pero ya no había vuelta atrás, había seguido a ese chico hasta su habitación, aunque sin darse cuenta de buenas a primeras que había avansado tanto. La razón no dejaba de ser bastante simple y, para muchos, poco convincente: su compañero era escandinavo, nada más ni nada menos. Estaba completamente seguro, compartía clase con él y ese hecho era suficiente para que no tuviera la menor duda de esa información.

No encontró escondite mejor que una maseta cercana a la puerta de su compañero, se posicionó tras ella de cuclillas y observó unos segundos, esperando que la puerta se abriese denuevo.

Oía sonidos poco habituales fuera de su habitación, aunque no solo allí, ciertamente llevaba todo el día con una extraña sensación de persecución tras de él ¿Sería acaso un alma errante que habitaba en ese establecimiento que deseaba establecer contacto? Descartó la idea de inmediato, las hadas le hubieran dicho… además de que esto era mucho más incomodo y ruidoso que el espíritu menos amable y gritón. Estuvo una brecha de tiempo considerable ideando hipótesis de la posible razón de todo ¿un animal tal vez? Quizás habían ratas, no, no lo pensaba de un modo literal exactamente.

Ciertamente no tenía idea, el hecho es que en numerosas ocasiones se había volteado e incluso preguntado al “vacío” si algo se encontraba allí, evidentemente sin mucha suerte de momento.

Finalmente tomó una decisión, nada sacaría como conclusión estando en su habitación considerando que el molesto ruido venía desde fuera de ella, además no le importaba tener que preguntar nuevamente al aire pues seguro estaba que algo había, sin más, se levantó de la silla frente a su escritorio y abrió la puerta del cuarto que compartía con el holandés. No se veía nada por el pasillo, por lo menos no a simple vista, se asomó un poco más para tener una vista más panorámica del sitio y aún así todo se veía bien…

- ¿Hm? - Solo veía la planta en el lugar, evidentemente no percibió nada más por lo que se limitó a preguntar esperando ésta vez tener respuesta - ¿Quién está ahí?. – Y su voz se mantuvo neutral por si se daba la casualidad que fuese un espíritu o una criatura tímida que temiese darse a conocer.

Okay, esa pregunta le indicaba claramente que ya era hora de su aparición. Seguro que con una asombrosa presentación improvisada le sorprendería, una sonrisa segura y radiante se dibuja en los labios del danés antes de erguirse enérgicamente e inmediatamente dar un paso hacia adelante (teniendo cuidado de no tropesar con la planta).

- ¡Hey! -alzó la voz con natural seguridad, sin notar la hoja que se enredaba entre sus alborotados cabellos rubios. Posó ambas manos en su cintura, ladeando el gesto alegre e imponente.

Bien, no sabía bien como empezar, así que suelta lo primero que se le viene a la mente. En consecuencia, cada palabra la suelta sin filtro alguno y con tacto terrible.

- Hombre, ¿Estás en el mismo grado que yo, verdad? ¡Y con lo bajito que eres! he caído a penas ahora que te veo de frente -usa el tono poco modesto de siempre... aunque la diferencia sea a penas de unos cuantos centímetros. La mayoría seguro que piensa que se toma demasiadas confianzas, para él es algo bastante habitual.

Alzó una ceja con disconformidad mirando al danés, sinceramente hubiese preferido un fantasma o un unicornio rosa a una persona con nula educación y tacto. Lo examinó a lo lejos y bastó eso para concluir que su capacidad de cerrar la boca no existía prácticamente, hubiese dicho que la diferencia de tamaño era casi nula pero eso lo dejaría cuando hubiese confianza… no, no podría dejarla para ese momento ya que no estaba dentro de sus planes hablarle nuevamente. En cuanto a su pregunta solo guardó silencio, ¿si lo había visto en su clase no era más que obvio que eran compañeros? Volvió a su mente lo de la altura, aún si hiciese sido considerable (lo que no era) no tendría nada que ver. En fin, solo pronunció las palabras que en ese momento se vieron más adecuadas para su situación.

-No me sigas.- Sentenció con el rostro pétreo que le caracterizaba y eso era todo para él, siempre había sido de pocas palabras, ahora podría estar tranquilo en su cuarto estudiando sin tener la duda de que era lo que estaba tras él durante el último tiempo.

Se adentró nuevamente en su habitación sin despedirse ni mucho menos. Antes de cerrar la puerta buscó las llaves en su bolsillo.

- ¡Hey, hey! espera un poco -se adelantó, tomando su brazo como si nada para lograr que dejase de buscar en sus llaves.- No estaba aquí por eso, de hecho, creo que tenía algo importante que decirte ¿Sabes? -alzó ambas cejas, enseñando tan sólo una parte de sus dientes en una sonrisa de medio lado. Se quitó la hoja del cabello, pues comenzó a molestarle y gracias a eso pudo advertir su presencia- lo que ocurre es... eres escandinavo ¿No?

Se quedó en la misma posición de antes, pero apoyó una mano sobre la puerta como si fuera lo más natural del mundo, era parte de su estrategia no dejarle entrar a la habitación, aún.

- No he conocido a otro nórdico por aquí, hasta ahora -le aseguró, enérgicamente- y bueno, a mi me agradan los chicos de países vecinos pero mi inglés no es muy bueno que se diga. A veces digo algo y ¡Resulta que dije algo distinto de lo que en realidad quería que escucharan! el otro día, por ejemplo...

Tenía esa mala costumbre danesa de comenzar a hablar de sus experiencias personales, en vez de ir directamente al punto.

Cuando le tomaron el brazo una especie de aura sombría se apoderó de lo que era su rostro, como esa que suele aparecer cuando algo realmente molesto te ocurre, no tienes muy buena intenciones por tu mente y que aún así la seriedad es parte de tu naturaleza. En conclusión eso que no le agradaba absolutamente nada, de hecho, el solo quería haber entrado a su habitación y no saber nada más del asunto ni de ese chico que parecía realmente molesto (y eso que no estaba dentro de sus costumbres juzgar tan ligeramente a las personas).

En tanto la palabras y cuestionamientos del muchacho danés parecían salir como si fueran un molesto riachuelo sin principio ni fin, solo fluía y fluía de un modo interminable y molesto (y no es que haya hablado mucho realmente en primera instancia, sino que no estaba demasiado acostumbrado a su timbre de voz más que nada, le parecía demasiado incómodo) pero claro, el no se hizo esperar y en un movimiento rápido quitó lo que era su brazo, no le agradaba lo que correspondía al contacto físico con desconocidos, ni siquiera con los conocidos se daba mucho en ese aspecto, en fin.

Creyó que ya era su momento de responder y liberarse del “señor alto”(?) que le estaba generando una jaqueca, había considerado decirle “Búsquelo” o “Desperdicia su tiempo” y recomendarse practicase su inglés solo, aunque claro, esas palabras vendrían cargadas de tomo menos empatía, sin embargo, apenas abrió su boca para pronunciar sus quizás poco afables comentarios el otro chico reanudó la conversación, parecía que quisiese contar lo que correspondía a la historia de su vida o algo que sinceramente no le interesaba en lo más mínimo. Buscó en tanto que hablaba las llaves nuevamente en el bolsillo que creyó las había guardado… no estaban ahí, examinó las posibilidades, quedarse dentro hasta que llegara sus compañero o fuera con ese ente de muchas palabras… prefería la primera opción.

Él continúa hablando como si nada, gesticulando de un modo exagerado que le provoca soltar cada palabra con un tono peculiar, bastante animado y carente de formalidad alguna. Narra, cambia de un tema a otro como si el primero tuviera la relación más estrecha con el segundo, aún cuando son potencialmente distintos. Por supuesto que prefiere pensar en el silencio del noruego como interés y no indiferencia, aunque se equivoca.

Nota de pronto como hurguetea en sus bolsillos y le mira atentamente, alzando las cejas casi a modo de pequeñas circunferencias que le confieren un aire curioso, al igual que sus ojos abiertos un poco más de lo normal. Se lleva una mano a la nuca de pronto, dejando caer la otra pesadamente.

- ¿Buscas tus llaves? -brillante, parece que por fin capta parte de la situación, aunque no relaciona la imperceptible urgencia de su compañero de clase de abrir la puerta con el hecho de que quisiera librarse de él lo más pronto posible, o bien está pretendiendo que no se da cuenta, a veces es más fácil ignorar las cosas.- Quedarse fuera es desagradable, si, muy desagradable -cruza los brazos y asiente repetidas veces, con perfecto conocimiento de lo que dice. Las personas creen que no recuerda nada cuando está ebrio, pero tiene perfecto conocimiento de cada una de las ocasiones en las que ha sido vilmente expulsado de su casa en ese estado.

De pronto una idea de como ayudar a su amigo (porque claro, Mathias ya le considera su amigo a pesar de que lo conoce hace apenas unos minutos) le surca la mente y vuelve a sonreír, de un modo entre infantil e ingenioso.

- ¡Hey! Se me ha ocurrido la idea perfecta.

- No grites.- fue lo primero que reprochó mirando fulminante al danés ante el tono de voz elevado que poseía, era algo que además de insoportable le estaba provocando una jaqueca algo más complicada de lo ya sentía, mas que nada por la poca costumbre al ruido. He ahí otra de las razones por la que no estaban congeniando el par de nórdicos. En cuando a la certeza absoluta que el danés tuvo con su cuestionamiento sobre si buscaba las llaves (irónico) no respondió exactamente, si no más bien reanudó su tarea de buscarlas entre sus bolsillos. Inútil, definitivamente ahí no estaban.

Alzó la mirada, ahí tenía al otro rubio mirando con una sonrisa que calificaría de… ¿oligofrénica? No, ellos no tenían la culpa de que ese chico sonriera de ese modo. Terminó bufando, quizás detrás de esa apariencia poco inteligente escondía una neurona, después de todo recién venía conociéndolo y aunque era muy raro que errasen sus primeras impresiones está vez oiría su idea. Y así guardó silencio indicando prosiguiera con lo que tenía en mente, relajando los músculos de su rostro.

- Mira, verás... -mueve de forma circular las articulaciones de los hombros, con naturalidad y luego estira un poco los brazos en frente de si mismo, entrelazando los dedos para ayudarse en el proceso- ya que no puedes abrir la puerta, podemos ir al patio ¿No? ¿Eh? ¿No te parece que sería divertido? -sonríe, de forma tal que transforma una mueca tan infantil como esa en un gesto masculino y seguro; su mirada transmite esta misma confianza en sí mismo.

- Vamos a recorrer el colegio, aún no he mirado todas las instalaciones -arruga el entrecejo de modo tal que complementa toda su expresión. Ha decidido por su propia cuenta todo lo anterior.Por mucho que el otro se niegue, Mathias se dirá que es sólo una respuesta influenciada por la timidez (aún cuando en el fondo sepa que no es del todo así, y que cualquier negativa puede ser lo más sincera del mundo; pero le gusta creer que no).

Ese comentario había confirmado su teoría de que algo andaba mal con el otro chico, definitivamente, no era una mejor idea recorrer el establecimiento con un desconocido que quedarse sin las llaves de su habitación, la comparación incluso podía ser algo más aberrante si agregaba que ese chico no le estaba cayendo demasiado bien que digamos. Mantuvo su rostro estoico y respondió ante todo.

- No. – No estaba dentro de sus planes acompañarlo, no, no lo haría por lo menos bajo juicio. – Vaya solo. –Y de paso deseaba se perdiese, no verlo más no sería una pérdida en su vida. Siguió revisando su bolsillo, luego el otro y… ¡Ahí estaban! No recordaba tenía ese tercer bolsillo oculto. Sacó sus llaves victorioso, ahora podría estar tranquilo sin la presencia del extraño.