kæri bróðir minn (Eirik)

No hacía mucho que había llegado al establecimiento y estaba completamente sólo, únicamente contaba con la compañía de su querido Puffin que yacía acurrucado entre sus piernas mientras miraba curiosamente a su alrededor.

-Todavía estamos solos, eh -le dijo a su mascota la cual le miró sin entender ladeando la cabeza a un lado, para luego volver a curiosear a su alrededor- No le he visto aún por aquí...

"Esa" persona a la que se refería no era otra que su hermano mayor, Eirik. Ambos habían sido enviados al instituto representando a sus respectivas nacionalidades pero él había llegado unos días después y todavía no había tenido la oportunidad de verle.

Y el solo hecho de saber que su hermano había llegado al instituto (aunque previamente había tenido idea de que esto ocurría, so asimilado) era para el noruego una gran noticia, o mejor dicho, mejor que buena ¡Alucinante incluso! Pero con su manera tan curiosa de dar a conocer (o no dar a conocer mejor dicho) su emoción no parecía que ocurriese nada fuese de lo común en su comportamiento.

Caminó por los pasillos hasta que llegó al jardín principal del establecimiento, lugar donde solían aglomerarse los alumnos nuevos en la mayoría de los casos, presentía que su hermano se encontraba en ese lugar (ciertamente las hadas le habían revelado su paradero, pero las pobres no querían crédito). Una vez allí echó una leve ojeada por el lugar, había muchos estudiantes, pero su hermano se veía un poco más alejado y según lo que podía divisar estaba hablando con su frailecillo. Se acercó con sigilo y cuando estuvo tras él posó su mano en el hombro del islandés antes de hacer un movimiento con la cabeza para luego pronunciar.

- Bienvenido. - Y movió su dedo índice en un movimiento circular.

Seguía sumido en sus pensamientos, hasta que oyó unos pasos que reconocería en cualquier parte acercándose hacia él. La pequeña ave dirigió su mirada al instante hacia la persona que se acercaba tranquilamente, queriendo volar hacia él para posarse en su cabeza como hacía normalmente para "saludarle".
El islandés estaba a punto de mover la cabeza para observarle cuando sintió una mano posarse en su hombro, y le miró con un brillo de felicidad reflejado en sus ojos que no se notaba mucho.

-Hola -dijo secamente, aunque realmente intentaba demostrar cierto toque de cariño que no le lograba salir- Justamente estaba pensando en que no te veía aún por aquí.

El saludo de su hermano le hizo sentir una familiar calidés en el estómago, esa preciosa sensación de que no te encuentras solo en un lugar alejado de tus raices y naturaleza, aquella que muchos comparan con seguridad pero el noruego tacha de su particular alegría, en fin.

- Tuve problemas- Y miró con desdén la multitud de personas que habían dándole a entender que tanta gente había sido la responsable de su leve retraso, no es que tuviese horario ni fuese impuntual, al contrario, había hecho lo posible para no tener que hacer esperar al islandés. -¿Has llegado bien?- Si el viaje había sido placentero y sin problemas era otra de sus inquietudes, no podía permitirse que tuviese una incomodidad ni mucho menos.

Si, una buena noticia además del aceptable rendimiento del establecimiento y su alumnado era que su hermano estaba ahí.

-¿Problemas? -pensó, mientras miraba a la multitud que había tras el noruego aglomerada en distintos grupos.

-¿El viaje? -trató de hacer memoria lo mejor que pudo- Estuvo bien, hubo una turbulencia cuando estábamos llegando pero no sucedió nada malo.

Había tenido la maravillosa suerte de que nadie se sentara junto a él, no le tocó la típica persona que se te duerme encima o los malditos niños gritones que siempre había, ni el bendito asiento al lado de los motores. Y la comida... bueno, era comida de avión.

Esas palabras fueron suficiente para hacerlo sentir tranquilo, su hermano había tenido un buen viaje, estaba bien, se encontraba allí, con él ¿Que más podía pedir? Quizás compartir habitación con él pero incluso consideró era un poco mucho, aunque tenerlo cerca nunca estaba de más tenía que darle su espacio. Suspiró.

- Retirémonos. -Y se posicionó junto a el como cuando eran más pequeños y le indicaba donde debía ir, que recuerdos llegaron a su mente en ese momento, un hada que había por ahí rió suavemente ante la escena, le parecía como si fuesen niños pequeños, pero a las hadas no les gusta el protagonismo por lo que permaneció anónima. El noruego dio un par de pasos más adelante quedando a un metro o más del albino, acto seguido giró la cabeza un poco, evidentemente le indicaba le siguiese.

-De acuerdo -respondió sin más, mientras observaba como el otro se colocaba a su lado.

Exactamente como cuando eran pequeños, casi siempre estaban sólos el uno con el otro. Por culpa de la constante ausencia de sus dos padres. Nunca se separaban, hasta dormían en la misma habitación aunque Einar solía dormir la mayoría de las noches junto a su hermano porque tenía miedo de estar sólo en su cama aunque el otro estuviese justo al lado.
Salió de sus pensamientos en cuanto notó como el noruego se acercaba hacia él, indicándole que le siguiera. Se levantó de la banca con el frailecillo en brazos y le siguió.

Bueno, la cosa se veía absolutamente natural, caminando con su hermano menor en el jardín, a simple vista parecía nada más que algo aburrido y casual (y quizás para cualquier ser humano lo era) pero para el noruego era más que eso, después de todo recordaba su infancia como si fuese reciente, y si algo nunca se había marchado aún con el paso de los años era lo mucho que disfrutaba compartir con su hermano menor.

El camino fue silencioso, de hecho, lo único que se oía con claridad era la voz de todas las personas que habían, sus pasos también hacían un especie de eco que llegaba a sus oídos. Era todo tan evidente, el nunca fue de demasiadas palabras pero su hermano lo comprendía de ese modo.

En fin, llegaron a una fuente que estaba en medio del jardín, habían peces entre otras cosas, desde ahí podía verse la infraestructura del establecimiento la cual miró con mucho detenimiento sin saber que lugar le presentaría al peliblanco primero.

Continuaron caminando en silencio, un silencio entre ambos que era totalmente normal, pero al cual se le acababa cogiendo el gusto ya que los dos no solían hablar mucho. Acabaron llegando a una fuente que en la que habían peces de distintos colores, a lo cual el frailecillo que todavía yacía en sus brazos reaccionó moviéndose hacia la fuente como si quisiera saltar a capturar a los indefensos pececillos.
El islandés se agachó de modo que su cuerpo quedara más o menos a la altura de los peces, le gustaba mirarlos, aunque el ave ahora sentía más ganas de abalanzarse contra el agua.

Esos peces usualmente le tenían sin cuidado, que las aves los viesen como un apetitoso festín no era algo tampoco contemplado en las cosas que le daban importancia, sin embargo, esta ocasión no era cualquier pájaro que andaba por ahí, no, era el frailecillo de su hermano, es decir, si esos peces eran devorados por el ave islandesa traería problemas para Einar, en conclusión, inaceptable.

El noruego estuvo atento, el ave parecía con intenciones de lanzarse en cualquier momento, mejor prevenir que lamentar ¿no? estiró sus brazos y tomó el pájaro con fuerza, Is tendría que aprender a controlar a su mascota si quería que las cosas no se pusieran negras para él ni tener una larga jornada en la sala de castigos ni mucho menos. Miró al puffin con reprobación.

Maldito puffin, ¿es que no se podía estar quieto? si lograba escapar de sus brazos se comería a todos los peces de la fuente que tuvieran la mala suerte de toparse con su pico. Trató de retenerlo con más fuerza, y cuando sentía que iba a salir volando su hermano tomó al frailecillo que pareció tranquilizarse en cuanto tuvo la mirada del noruego encima, escondiendo un poco la cabezita.

-Perdona, se vuelve muy revoltoso cuando tiene hambre... y más si ve comida -dijo con aire de culpabilidad, ni siquiera podía controlar a su propia mascota.

-Deberías tener más precaución.- Comentó luego de que su hermano le informase acerca del comportamiento del ave, en tanto acarició torpemente y solo un par de veces la cabeza del frailecillo sin mirarlo y se lo entregó al menor con cuidado para que no escapase y generase más revuelo innecesario. -Ten cuidado no lo vean, traería problemas.- Agregó, y le preocupaba esto, bueno, solo en este caso, se trataba de Einar después de todo, no le gustaba ser entrometido en la vida de su hermano pero siempre había preocupación.

Y aunque la mayoría de las palabras que habían cruzado en los últimos minutos respectaban a el frailecillo el oír esa familiar y calmada voz de su hermano era un relajo en ese establecimiento donde la mayoría parecían ser desquiciados, ruidosos entre otras características.

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