Maldito Puffin desobediente [Libre]

Maldita sea, otra vez se había vuelto a escapar esa avecilla revoltosa. Ya eran unas cuatro veces que entraba a su cuarto y cuando iba a dar de comer a su querida mascota esta se había dado a la fuga sin más.
Volvió a revisar todo su cuarto en busca de la pequeña ave, pero ni rastro de esta.

-Alomejor se ha ido al bosque... -se dijo a sí mismo mientras salía por la puerta de su habitación para dirigirse al lugar donde podría estar su mascota.

Tuvo que arreglárselas él mismo para burlar a la seguridad del instituto y poder adrentrarse a la zona boscosa.

-¡Puffin, ven aquí ahora mismo! -gritó mientras buscaba con la mirada al ave.

Hacía unos días que quería salir del instituto... hubo un día en el que salió por helado, junto con Salva. Pero solo habían estado un rato caminando por los alrededores.
Ahora caminaba por el bosque, con su arma cruzada en la espalda y una bolsa con latas. Normalmente, cuando sentía que quería llorar o que quería pegarle a alguien, se iba al jardín, o al bosque a practicar puntería con latas de bebidas o conservas que sacaba de la cocina cuando las estaban por tirar al tacho.
En ese momento escuchó un grito, por lo que apoyó su espalda en un árbol para que no se vea el arma, y no tener problemas por si era algún prefecto, o presidente de club... o simplemente algún alumno que pudiera decir que tenía un arma en el instituto -porque en algún lado había que guardarla-.

-¿Qué fue eso? -pensó a la vez que se giraba de golpe como reacción involuntaria.

Le pareció haber oido pasos y algo que se escondía muy cerca, ¿sería su frailecillo?. No, imposible, ese animalito no andaba así y en caso de asustarse habría salido volando. Pero bueno, era mejor asegurarse de si era el puffin u otra cosa. Se acercó con cuidado hacia la zona de la que procedía el ruido, lo más sigilosamente que pudo para no espantar a lo que fuera esa "cosa".

Estaba con una camisa negra, y una remera roja con letras blancas escribiendo "canadá" en el pecho de la misma, y con sus jeans negros. Le había agarrado locura por vestirse con colores oscuros, o simplemente lo hizo para que no lo vieran salir del instituto.
Miró de donde venían los pasos, su rostro tenía una sonrisa tranquila, como siempre. Pero no podía dejar que vieran su arma, estaría perdido si algo pasaba, tampoco sabía como explicar lo de las latas en la bolsa, pero eso era más fácil... No se movió más que para respirar y seguir sonriendo tranquilamente.
Capaz no pasaba nada malo, y podía seguir con lo suyo... ya que no había ni empezado todavía.

Un paso más y...

-¿Hola? -saludó al individuo que había escondido.

Se le hacía raro que hubiese alguien por ahí, normal si es que no estaba permitido ir allí para nada, no recordaba haber visto a ese chico nunca antes por el instituto. Parecía estar escondiendo algo, mejor no preguntar por si se trataba de alguna cosa que no debiera descubrir.

Lo miró atentamente al poder verlo bien. Acaso... un chico nuevo?

-Hola!- Sonrió feliz, pensó que encontraría alguien peligroso, no dudaba del chico, peor por lo menos no le parecía conocido de entre los que debía esconderse. -u-un gusto! t....t-te he escuchado gritar!? te encuentras bien? pasa algo?-

Preguntó con una dulce sonrisa, característica del canadiense, hablando con suavidad y calma, de forma dulce y amable.
Extendió una de sus manos al chico en forma de saludo, aunque se notaba la torpeza del canadiense en las venditas que llevaba en la mayor parte de sus dedos.

-Sí, estoy bien -dijo sin más- Sólo andaba buscando a mi mascota... ¿no lo habrás visto por casualidad? es un puffin con un lazo rojo.

Parecía una persona simpática, tal vez si lograba sacar algún tema de conversación decente lograba hacer una amistad y todo, aunque eso ya era demasiado para él. Salió de sus pensamientos en cuanto notó como el rubio extendía la mano a modo de saludo, haciendo lo mismo y estrechándole la mano. Un momento ¿por qué tenía tantas venditas en los dedos?

-¿Te pasó algo en la mano?

Sonriendo, pensaba si había visto algo similar.
Se sorprendió al sentir que realmente alguien se estaba fijando en él. Normalmente dejan pasar los detalles menores... y a él.
Nervioso, no tuvo más opción que responder...

-yo.. solo estuve... cocinando...-

Riendo dulcemente, lo miró a los ojos.

-un pajarito de esta altura- mostrando el alto en el suelo, olvidando del arma que tenía colgada en la espalda - que hace ruido, que sin los lentes pensé que era un pingüino... eeh... está jugando allá atrás con mi oso polar... *sonríe* encontraron un lugar con agua...-

-¿Cocinando? -pensó un momento- Bueno, al menos no es grave...

Le miró también a los ojos mientras oía atentamente la descripción de lo que supuestamente era su mascota. ¡Sí, era ese! giró la mirada para ver como su frailecillo jugaba con un oso polar, se preguntó como demonios podían permitirle al otro tener ese tipo de mascota en el instituto, pero de todos modos su puffin tampoco era un ave que se veía todos los días.
Un momento, ¿qué era eso que había visto colgando en la espalda del chico cuando se agachó?

-Oye... ¿eso que tienes en la espalda no será...? -dijo, ahora que lo pensaba no había sido buena idea preguntar sobre eso más que nada por propia seguridad.

Nervioso sonrió dulcemente cuando escuchó la pregunta del chico. La verdad era que la usaba para practicar, nunca lastimaría a nadie. Pero háganle saber eso a todos...

-es... es solo de práctica de puntería. y está descargada... no... no lastimo nada... ni a nadie con esto...-

Dijo con voz suave y tranquila. Comenzó a caminar a paso lento a donde se encontraba su pequeño oso..

-ven... vamos a donde están estos juguetones!-

Siguió caminando tranquilo, con las manos detrás de su cabeza, entrelazadas entre sí. Iba tarareando una canción, por lo bajo.

-Ah, si es para practicar entonces vale -dijo, aunque le acababa de concer y aunque no parecía mala persona tampoco es que él se confiara mucho de la gente que recien conocía.

Salió de sus pensamientos cuando vió que el otro se dirigía a donde estaban las dos mascotas y le siguió por detrás en silencio, casi parecía tétrico con esa cara suya inexpresiva como de costumbre. Dirigió la mirada hacia el frailecillo que parecía estar pasándolo bien con su supuesta nueva amistad, que raro.