La ley del más rápido [Libre]

Aburrimiento, dígase de la situación donde ya nada puede motivarte un poco, ni siquiera el hecho de saber que el almuerzo está a tan sólo minutos o que tendría una tarde completamente libre. En ese estado se encontraba el chileno mientras esperaba el timbre que anunciaría que podían entrar a la cafetería; si algo había aprendido de sus anteriores escuelas era que si no era el más rápido...sería el último. Comenzó su camino con las manos en los bolsillos tarareando una canción sobre un guantón Loyola y dibujando una sonrisa al imaginar el menú del día de hoy.

Tocó el timbre y vió el corredor vacío; no lo pensó dos veces. Inició la carrera por la comida, utilizando todo lo que estuviera a su alcance para moverse más rápido, pronto visualizó la cafetería y entró en ella haciendo una señal de triunfo por el primer lugar, sin embargo, no le duró mucho.

Para su sorpresa ya había una fila formada para la comida y varios puestos ocupados.

- ¡Puta la weá! ¡me ganaron de nuevo! -refunfuñó enojado acercandose a la fila a ver si reconocía a alguien que pudiera hacerle un lugar en ella para ahorrarse hacerla entera-

[si alguien le molesta el vocablo de mi chileno, pues disculpe, así es él]

El día anterior se había sentido un poco enfermo en plena clase de matemáticas, no era nada grave, sólo una gripe y tenía temperatura, pero no era algo por lo cual preocuparse, de todas formas le recomendaron quedarse en cama al día siguiente, y eso hizo. Despertó casi al mediodía y faltaba poco para la hora del almuerzo. No tenía pensado salir por ningún motivo, ya que al parecer la temperatura había aumentado según el termometro, pero no había nada en la nevera, el italiano no estaba en el cuarto y seguro que si le llamaba para pedirle algo, con ese malhumor que era lo más caracteristico en él, lo mandaba a joder sin más.
No encontró más remedio que levantarse, darse una ducha caliente, vestirse con lo más abrigado que tenía para salir de la habitación, tenía hambre y no esperaría hasta morirse en su cama, y al menos en la cafetería vería al italiano y le pediría que le acompañara a la enfermería después del almuerzo para pedir algún medicamento nuevo, ya que el que le había recetado no era de mucha ayuda.
Llegó demasiado temprano, por lo que fué uno de los primeros, que generalmente esperaban afuera hasta que abrían, y entonces con la mayor raspidez posible entraban al lugar para no perder nada. Él entró tranquilamente tras todos los demás que no eran demasiados y esperó pacientemente en la fila a que llegara su turno, estaba casi desmayandose y se sentía morir, pero seguro que si comía un poco iba a sentirse mejor, eso siempre ocurría. Buscó con la mirada a algún conocido cuando una masa de gente entró en el lugar, entonces vió al chileno con cara de enfado, la misma cara que ponía Lovino cuando llegaban y la fila estaba demasiado larga, pensó en llamarle, pero sabía que el chico no lo pasaba demasiado y tenía un caracter algo parecido al de Lovino aunque más calmado, y él no estaba en las mejores condiciones como para intentar tratar con uno de los tantos tíos dificiles que ya conocía.

Spoiler:

Ya se le había hecho tarde. Moría de hambre, su estómago rugía, literalmente, pero para su desgracia, se había demorado más de lo acstumbrado en conseguir el número de teléfono de una de las chicas y ahora seguro tendría que aguantarse un montón de estúpidos que estarían en esa enorme fila. ¿Por qué diablos no era un alumno de esos con pases especiales?, sí es que existían, claro.

Aceleró el paso lo más que pudo, llegando a correr en algunos tramos, pero de todas formas no logrando llegar a tiempo. La fila ya estaba hecha y él estaba casí al último. Ahora tendría que esperar casi una hora para comer un misero plato de la porquería que hayan preparado las cocineras. Por que sabia mierda, pero peor era no comer nada, y con hambre, todo sirve.

- Bola de imbéciles, ojalá desaparecieran y sólo quedara yo en ésta estúpida fila. -Reclamó al aire, sin importarle que alguno de los chicos antes que él le escuchase.

La fila avanzaba demasiado lenta, como la maldita tortuga de su compañero de habitación. ¡Eso!, Antonio. Seguro estaba ahí desde el comienzo. Así, lo busco con la mirada, divisándolo casi al principio de toda la gran cantidad de gente. Tenía la oportunidad de recibir comida rápido, Gracias a Dios. Sólo debía aguantar al idiota ese, no era fácil, pero tampoco imposible.
Se acerco como si nada, alzando una mano para posarla sobre el hombro del español, e ignorando las malas caras de los demás que ya le odiaban por haberse adelantado, o colado. Pero era su naturaleza.

- Antonio, amigo mío. Tanto tiempo. -Resultaba fingido, pero de si de algo servía estar en taller de Teatro, era para saber actuar en estos casos.

Spoiler:

Zapateaba frustrado mientras esperaba, llevaba toda su vida esperando en filas pero no por ello se acostumbraba o le gustaba. Más adelante estaba el español y podía acercarse, decirle un par de palabras amables alegando a que históricamente eran casi hermanos...sin embargo, veía las caras de hambrientos de los demás alumnos. No, no podía hacer eso.

- Aun que si alguien más lo hace.....-decía cuando vió al italiano irritable colarse sin pensarlo y sonrió- Si la vida te da uvas, haz vino~

Salió de donde estaba y le cruzó un brazo por los hombros a Antonio mirando con una sonrisa a Lovino.

- ¡Toño! ¡querido amigo! ¿Te ha pasado algo? No tienes buena cara, deberías cuidarte... -Decía con rápidez, creando conversación que duraría hasta llegar a la comida.- Italiano deberías cuidar mejor a tu compañero, que feo tu parte~

Spoiler:

Primero llegó el italiano, con buena cara y siendo amable, algo que no era muy común en él a decir verdad, excepto que se tratara de una chica bonita él jamás podría tener esa actitud, pero bueno, no era algo malo después de todo, seguro había tenido un buen día y el se alegraba por eso.

- Lovino, pero si nos vimos hoy por la mañana. -No pudo evitar reír un poco.- Me alegra que hayas tenido un buen día por fin.~ -Agregó, sin darse cuenta de lo mal que su compañero podría llegar a tomarse esas palabras, o cualquier otra persona, la verdad.

Y justo cuando iba a agregar algo más, sintió un brazo rodeandole el hombro y unas palabras "amistosas", considerando que venían de la boca del chileno, porque al voltear el rostro para ver de quien se trataba, estaba él, hablandole con ese tono de voz tan... alegre. Volvió a sonreír, tal vez podría tener una buena y divertida hora de almuerzo junto a ellos.

- Estoy bien, sólo tengo un poco de fiebre, pero pasará pronto.

Después de eso, se dió cuenta de que muchos de los que estaban ahí les miraban con mala cara, y no entendía porque, los chicos sólo estaban intentando ser amables al acercarse y hablarle, o eso creía él.

el galés observo a toda la gente en frente suyo, realmente era molesto, vio al chileno y al italiano y casi se retuerce de la risa. Esos niños realmente no tenían remedio, se acerco a los tres con una media sonrisa y con la siempre educación britanica.

No por nada era sumamente inteligente y sabía aprovechar las situaciones a su favor, conocia bien a Anthony era un buen chico, pero sumamente ingenuo para caer en cualquier cosa. Así que, lo mejor era aprovechar, no le gustaba para nada hacer filas y al ver que Manuel y Lovino hacían lo mismo pues...Si no puedes con ellos, uneteles ¿No es así la vida?

-Hello guys-Saludo al italiano y al chileno con una sonrisa media y se acercó a Toño con una sonrisa muy diferente, una verdadera (o al menos, eso parecía)-Antonio! Mi amigo español! Como estas? Escuche que andabas enfermo, ya te sientes mejor, man?

Spoiler:

Colocó su palma en la frente del español y negó con la cabeza, tenía mucha fiebre. Se sintió culpable de colarse, era una pésima persona, no merecía tener la comida antes que los demás..pero...bastó con oler la comida para olvidar aquellos sentimientos y sonreír. Lo sentía, sin embargo la comida y el hambre eran más fuertes.

Bien, si el español estaba enfermo ahí haciendo una fila no era su responsabilidad ¿cierto?

- Que mala onda, luego de comer te vas a dormir. No queremos uno menos en el club -rió y escuchó el comentario del rubio, mirandolo con una cara de confusión- eh? y vo quien eri?

Spoiler:

Justo pensaba abrir la boca para seguir con su actuación, llegaron dos idiotas a joderle todo. Ni una palabra había cruzado con ellos, apenas y les conocía de vista, y así y todo, tuvo que tragarse sus insultos, no quería que el moreno descubriera que sólo iba con la intención de adelantarse, aunque el fondo le daba igual.

Para arruinarlo aún más, su compañero de cuarto tenía que soltar aquel comentario. Y uno de los recién llegados le culpaba por e malestar del español, que par de imbéciles.


- Yo no tengo que ver con que se enferme. ¿Y a qué te refieres con eso, Antonio, pedazo de idio...? -Se contuvo a tiempo, manteniendo una sonrisa nerviosa. Le estaba costando, pero si quería comer pronto, tenía que ser un poco más simpático de lo que nunca fue.

-V-Voy a dormir~. -Respondió, sonriente como era su costumbre.- Estoy bien, no es nada.

Tan enfermo se veía que de repente todos se le estaban acercando?, no tenía sentido, hubo veces en las que sentía peor y ni siquiera el italiano estaba ahí para ayudarle, aunque claramente el objetivo de esos tres era otro, pero no estaba seguro, era raro verlos comportarse de forma tan amable. Y bueno, su fuerte no era pensar, y menos con ese malestar que sentía le iba a matar en cualquier momento, así que sólo aceptó que los chicos se quedaran a su lado, sin darse cuenta de que se estaban colando en la fila, hasta que llegaron, por cierto bastante rápido, a recibir la comida.
Esperó que los demás se sirvieran y luego se sirvió él, escogió lo de siempre, la verdad es que la comida era buena y de vez en cuando variaba, pero en ese momento no tenía cabeza para escoger otra cosa.

Le sonrió otra vez al español esta vez, verdaderamente. Le debía una.

- ¿Comeremos toooodoooos juntos? -preguntó con dramatismo mietras en su bandeja colocaba una porción de pastel de choclo, un zumo de piña y un pedazo de pan. Le encantaba que en ese lugar hicieran comidas como las de su casa, pero nunca superarían a su mamá. Ella era una diosa de la cocina, aun que ese pensamiento no venía al caso. Rió y buscó una mesa.