Tutor~[Ludwig]

Cualquiera hubiese dicho que Feliciano tenia fiebre, pero no era asi. Solo queria dar una buena imprecion a su tutor de Historia que habia pedido le asignaran dado su bajo desempeño en dicha asignatura. Estaba desesperado, no queria reprobar... denuevo, asi que se dispuso a dar un 'minimo' orden a su seccion del cuarto para que su tutor no saliera corriendo. Hasta a Kiku le preocupo cuando lo vio doblando ropa antes de salir. Y muchos se preguntaran, porque irian a estudiar en su habitacion? Bueno... es simple en realidad... la capasidad de consentracion de Feliciano es muy mala, y en una biblioteca, rodeados de otra gente y muchos ruidos y voces y objetos que no acostumbra a ver pues... seria como no hacer nada, sino peor, asi que le sugirieron que intentara cambiar de ambiente. Acepto felizmente la propuesta, como practicamente todo lo que sus compañeros le proponian, y rejunto sus (malos) apuntes e hizo con ellos una pila que tmb incluia sus cuadernos y libros.

Hizo su cama (por primera vez en el año escolar), aunque si Kiku la hubiese visto probablemente hubiese tenido una crisis nerviosa. Y a pesar de que habia una que otra prenda de ropa en el suelo, era un palacio comparado a como estaba una hora atras. -Espero que el tutor sea amable.- Comento derrepente para si mismo tirando un par de prendas mas hacia el interior del ropero.

Al abrir la puerta de la habitación, tras escuchar el anuncio de la llegada de alguien, el mas joven de los hermanos italianos se llevo un sobresalto muy grande. Delante de el habia una alta figura masculina. Un rubio perfectamente peinado, arreglado y con libros en sus manos. Recordo haberlo visto antes, dandole un golpe al albino que segun tenia entendido era su hermano, y haciendo que este se diera de lleno contra una mesa. Sus grandes ojos de tonalidad amarillenta reflejaban gran nerviosismo y tencion, hasta miedo. No queria salir lastimado si equivocaba una respuesta o si decia algo que al curpulento ario le parecia incorrecto.

Comenzo a temblar leve y casi impersentiblemente aun sosteniendo el borde de la pueta con una mano parcialmente intentando esconderse tras ella. Miro directamente a los serios ojos de su nuevo tutor e intento balbusear algo para darle la bienvenida pero inesperadamente algo en aquellos ojos celestes llamo su atencion. Se mantubo en silencio un largo periodo de tiempo, que aunque en realidad habian sido no mas de unos segundos para el parecieron muchas horas, hasta que se dio cuenta que habia quedado estatico mirandolo fijamente.

Mirando hacia el suelo, un rojizo color acaricio sus mejillas, Lovino siempre lo habia golpeado cuando el se lo quedaba mirando demaciado tiempo y temio que eso se repitiera: - L-lo siento mucho... no quise...- Murmuro sin lograr terminar lo que intentaba decir - Soy Feliciano, Feliciano Vargas, y... muchas gracias por ayudarme con mis estudios - Concluyo aun avergonzado y sin levantar los ojos de los brillozos zapatos agenos siquiera por un instante.

De todas las reacciones que pudo haber tenido, de todas las contestaciones que pudo haberle dado, recibio la que menos se esperaba. Feliciano sabia que Ludwig no era un muchacho normal en ningun sentido de la palabra. Lo sentia, muy dentro de si, que algo en esos ojos, habia algo oculto en ellos... algo que a simple vista no se podia leer, y el joven italiano no podia evitar sentirse de lo mas curioso.

Al sentir el suave pero robusto dedo sobre sus labios, un escalofrio recorrio toda su espalda. Perdio momentaneamente el equilibrio al escuchar el tono con que cada palabra escapaba de esos tentadores y palidos labios del menor de los germanos, lo que hizo que callera hacia atras hasta quedar sentado en el suelo nuevamente no quitandole los ojos de encima al aleman. Perdio tambien el habla, por lo que al intentar contestar su pregunta no pudo emitir mas sonidos que -A-a... yo.. pa...- mientraz hacia señas hacia el interior del cuarto.

"Que es esto?" Pregunto a si mismo dentro de su mente. "Desde cuando.. " Coloco un momento una mano sobre su pecho, su corazon estaba acelerado. Pero concluyo enseguida que no habia sido nada mas que por el gran susto que se habia dado a si mismo pensando en que el rubio lo lastimaria. Pero aun asi, aunque supiese que no iba a ser herido... algo en esa gran figura que estaba aun parado delante de su puerta, hacia que estubiese mas nervioso de lo normal...

-Ordenar? pero si esta todo en orden..!- Alzo minimamente la voz defendiendo su 'orden'. No era que le molestara ver el nuevo orden que el aleman le estaba dando al cuarto, pero era vergonzoso y bastante frustrante conciderando que el habia dado su mayor esfuerzo para ordenar y no asustar a su tutor. Sedio finalmente pasados el rato de intentar detenerlo, al fin y al cabo, no estaba haciendo nada malo. Se sento luego a leer la pagina 72 que estaba coloreada con cleste en algunos fragmentos. Era corto, concreto, y relatibamente facil de entender, asi que prosiguio.

A medida que el cuarto comenzo a tomar forma de.. cuarto, el notorio deficis de atencion del italiano lo hizo notar que una de las prendas que Ludwig levanto descubrio un oleos, probablemente proveniente del taller de arte. Le parecio extraño por un momento, ya que no recordaba haberse llevado consigo ninguno de los oleos que habia pintado de regreso a su cuarto, incluso jugo con la idea de que ese oleo fuese de Kiku. Pero no paso mucho tiempo hasta que recordara lo que habia pasado unos dias atras. Ese cuadro era nada mas y nada menos que un retrato del aleman, que habia prometido regalarle y al mismo tiempo confezar sus sentimientos. Claro que esa ultima parte no fue lo que mas le preocupo en ese momento.

En un arranque de desesperacion, lanzo el libro a un lado y dio un par de zancadas logrando tomar el cuadro antes que el germano siquiera viera de que se trataba. Retrocedio hasta su cama y se sento sobre esta con el retrato entre sus brazos, recostado contra su pecho -No te preocupes por esto!- Tartamudeo -Yo.. lo guardare.. asi tu no tienes que ver...molestarte!- Rio nerviosamente tratando de correjir su fatal error, una gota de sudor corrio por su frente.

Esto no terminaria bien...

Sentía que se desmayaría en cualquier momento, la sangre le recorría el cuerpo con gran velocidad, generándole calor, mucho calor. Estaba verdaderamente nervioso, tenso, una gran parte de el quería salir de ahí a toda velocidad y esconderse en el lugar mas remoto que su mente recordara existía. Pero otra gran parte quería todo lo contrario, quedarse ahí y ver donde terminaría todo esto. Lanzo mentalmente una moneda y termino por quedarse sentado en su lado de la cama. Tenia el pulgar del alemán apoyado en su mejilla, recorriéndole, acariciándole delicadamente y a su vez, tenia el cuadro a medio arrebatar de entre sus dedos.

La tensión en el aire se incremento. Una única gota de sudor resbalo por la frente del tenso y descentrado italiano. Se insulto mentalmente e intento calmarse por todos los medios que conocía. Dio un par de profundos y pausados respiros, trago saliva, y cerro los ojos intentando no tener una reacción que lo rodease de mas incógnitas y tentara mas al rubio a seguirlo torturando.

-Dibuja un circulo, es la tierra. Dibuja un circulo, es la tierra...- Comenzó el mas joven de los dos a cantar repentinamente en un extremadamente bajo tono con sus parpados aun cerrados. Era una canción de su infancia, de uno de esos tantos días que no quería olvidar jamás. Siempre que la recordaba le traía tranquilidad nuevamente, aveces siendo necesario escucharse a si mismo mientras la cantaba.

Continuo tarareando la pegajosa melodía, ya que no recordaba enteramente la letra, habían pasado varios años. Pero aun así logro pasados dos o tres minutos contestarle al alemán con una sonrisa nerviosa en su rostro.

-Es un regalo para alguien que aprecio mucho, pero si tu lo vez podrías decirle por accidente y arruinar la sorpresa- Volvió a retener el cuadro fuera de las manos ajenas -por eso no debes verlo- concluyo con una sincera sonrisa y finalmente volviendo a abrir sus ojos para mirar ya sin miedo a su tutor.

Sintió su espacio personal ser aun mas invadido y sumándole a eso el intenso tono del desesperado alemán, le dio nada mas y nada menos la impreciso de que recibiría un golpe o dos. No lograba moverse no solo por el firme agarre del germano sino también por sus crecientes nervios. Dejo caer el oleo, ya no le importaba, lo único que quería ahora era protegerse, pero ni cubrirse pudo del pánico que tenía. En el largo intervalo que en realidad no duro mas de unos pocos instantes entre que escucho las palabras que le eran literalmente gritadas en su cara, y el instante en que las logró razonar, pasaron por su mente varias cosas.

Sintió miedo, inseguridad pero sobretodo, algo de incertidumbre. ¿Donde había el oído esa canción? Se pregunto mentalmente. No tenia sentido, nadie la conocía. No podía ser...

-Como.. conoces la canción?- Cuestiono en voz alta luego -E-esta canción es miá! Nunca se la había cantado a nadie, nadie la conoce, ni siquiera mi hermano...- No lo lograba entender. Nadie nunca en toda su vida ademas de su abuelo ya fallecido y sus padres, había oído esa canción. Era su canción, la había escrito el cuando era muy pequeño, aunque nadie se explica como. No era nada especial, solo eran un par de frases que había oído y les había asignado un ritmo. Solo eran eso, y no entendía como a nadie le pudiesen haber causado semejante reacción oírla. Trago saliva nuevamente, ahora para intentar no llorar o demostrar miedo. Le había visto exaltado antes, pero nunca con el, y nunca había intentado, ni pensaba darle razones para que lo estuviese, sabiendo lo que podía hacer con su para nada disimulada fuerza.

Sintió que corría una lagrima por su cara, y rápidamente y sin saber realmente como, su cuerpo le respondió y llevó su mano izquierda a su cara quitando la lagrima con su manga. -P-probablemente solo te estés confundiendo esta canción con alguna otra, esta es solo una tontería que yo cantaba de pequeño.- Dijo sin mucha estabilidad en sus palabras -De verdad, no.. no creo que sea lo que estas buscando. Es solo una canción de niños...-

Miro luego con sus ojos ahora llenos de lagrimas al rubio que aun lo sostenía firmemente. Su rostro solo reflejaba tristeza y algo de temor, mientras que el ajeno seguía enteramente tenso y nervioso. Solo quería dejar de sentirse amenazado. Ni siquiera sabia realmente que había hecho mal.

Ese calor y serenidad, esa única e inolvidable suavidad, no podía ser verdad. No podía existir cosa tan utópica. Nada ni nadie podía generar esa sensación de felicidad y generar tantas sensaciones con tan poco, como un simple beso. Esto ocultaba mucho, esa sensación de inigualable euforia, el la había sentido antes. En esos momentos, todo volvió a el:

Ese pequeño niño rubio, ojos celestes y tierna mirada, suave piel y ternura incomparable. Esa tarde de vacaciones con sus padres y su hermano, estar solo en los columpios, verlo llegar, acercarse, tomarlo de la mano. Todo era claro ahora. Todo tenia sentido. Ese pequeño niño, ya no era mas un niño...

Oyó sus palabras, sintió sus caricias, y finalmente no pudo contenerse. Rodeó el amplio torso del rubio con sus finos brazos y enterró su cara en el pecho del alemán, impulsándolo un poco hacia atrás. Inhalo profundamente, sintiendo su aroma, el que para nada había cambiado. Se dibujo en su rostro una sonrisa que aunque no se dejaba ver por el momento, contrastaba enteramente con las lagrimas que había derramado momentos antes. Era feliz, no quería soltarlo nunca.

-Aun te imaginaba como un pequeño niño...- Admitió repentinamente tras su largo silencio. -Te espere, te espere por varios días, un par de semanas, fui a ese parque todos los días esperando que volvieras... pero no volviste...- Alzo levemente su cabeza del pecho ajeno aun con su sonrisa y algunas lagrimas aun en sus ojos. -Y sabes... la razón por la que nunca te busque fue por que... bueno... nunca me dijiste tu nombre- Concluyo con algo de tristeza.

Finalmente todo se había aclarado. El si le había enseñado su canción a alguien mas. Pero no podía relacionarlo con el porque, a decir verdad, se lo imaginaba aun como un pequeño y tierno niño de pantalones cortos y camisa de manga corta con el que había pasado una inolvidable tarde. Todo se había dado a la perfección para su encuentro, desde el hecho de que ninguno conocía a nadie en la zona, hasta el extraño habito de su madre por ponerle vestimenta femenina al menor por su apariencia delicada e inocente, y claro, su fino timbre de voz.

Y aunque a decir verdad tubo miedo de admitirlo pero... -Nunca pude olvidarte... Ni tampoco quise hacerlo... Y ahora, me siento de lo mas feliz, por haberme negado a olvidarte...-