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Corriendo sin excusas

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Mensaje por Invitado Sáb Ago 07, 2010 11:47 pm

Le venía doliendo desde hace una semana un hombro porque practicando en el club resbaló sin razón en el suelo cuando regresaba en guardia para un siguiente turno de ataque. Había caído tan mal que no se dio cuenta que tenía una silla atrás de él con la cual se dio de lleno en el hombro y brazo izquierdo, según el médico de la escuela solo había sido un golpe común, pero tendría que descansar por unas semanas y evitar usar su brazo.

A pesar del accidente tenía que hacerse responsable de las actividades del club que esa semana se habían reducido a prácticas supervisadas, pero todos los días cuando estaba por terminar la tarde se salía a correr, no podía hacerse el flojo por algo tan tonto como un golpe que solo necesitaba descanso. Así que con un conjunto sencillo de pants azul marino y una camisa negra se salió a tomar su rutina de ejercicios, aun sano, pensaba seguir esa rutina… era relajante salir a correr al bosque, sentir la brisa fresca a pesar del calor del verano, el aroma del césped, y aun de la madera; Como extrañaba su hogar… con tanta vegetación y fauna que le parecía aun muy lejano el día que volvería a ella.

Se detuvo casi jadeando después de haber recorrido varias veces un circuito que acostumbraba, algunas sentadillas, abdominales y haber decidido correr bosque adentro, encontrándose con agradable claro… no sabía que existía ese lugar, pero le había caído de maravilla cuando después de todo el ejercicio ya estaba goteando sudor de la cara y con el cabello levemente pegado a la misma. Había un pequeño nacimiento de agua, que parecía alimentar a un riachuelo que seguía aun más adentro del bosque ¿qué hora sería? Había dejado su celular y aun el reloj de pulsera en la habitación; El cielo tenía unos suaves tonos anaranjados y morados… la noche ya casi estaba sobre de él, pero era impresionante que las pocas estrellas que ya brillaban se reflejaran en la claridad del agua, era casi como la imagen de esos cuentos clásicos.

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Mensaje por Invitado Dom Ago 08, 2010 12:06 am

El encierro no era lo suyo, tanta plática “amena” comenzaba a fastidiarle, ¿cuándo un turco habría estado sentado en sus bolas todo el santo día? Nunca, no, no recordaba haberlo visto. Por lo mismo necesitaba imperiosamente algo de aire fresco, el viento surcando cada hebra de su corto cabello, respirar, sí eso, en definitiva, era lo que le hacía falta.

Corrió escaleras abajo aún llevando la larga túnica que casi le cubría los talones, es que estaba acostumbrado a vestir así, no por estar en otro país dejaría de sentirse orgulloso de sus raíces, de sus tradiciones. Una corta carrera fue la que recorrió hasta llegar al establo, justo donde mantenía a uno de sus bienes más preciados, un caballo árabe que había traído consigo.

Acomodó la montura en el animal y entonces golpeó sus costados con los talones y echó a andar a toda velocidad, no quería que lo detuviesen cuando se percataran de su falta, así que de inmediato se adentró en el bosque que quedaba cercano a la Institución.

El cambio era notable, ahora que estaba en silencio podía escuchar cada uno de los sonidos de la naturaleza, como lo había hecho en su servicio militar en tierras que, ahora, sólo un buen recuerdo eran. Respiró hondo, hizo detener el animal para estirarse como si se tratara de un gran felino y se cubrió el rostro con una de las telas que caían del turbante instalado en su mollera. A ver si así no lo reconocían. Je… claro, no podrían. Aún cuando él era el único que se vestía de esa manera tan “extravagante” claro, para los demás, para él era cosa normal llevar esas pintas.

Descendió y llevando las riendas entre sus dedos siguió caminando tan tranquilo como si estuviese en su tierra. Poco le duró su tranquilidad puesto que después de unos cuantos minutos, no se pudo hacer el desentendido cuando escuchó a alguien jadear - ¿eh? – parecía extraño, fue a investigar.

Tras unos matorrales pudo ver a alguien, se quedó en silencio espiando, no obstante, su “querido” corcel se adelantó, obnubilado por el agua se fue a beber y él… jalándolo de la cola para que no se dejara ver. Cuando ya fue evidente, se enderezó como resorte y se apoyó en el lomo del animal para saludar – Merhaba – mecía la mano en señal de saludo para que el otro lo notara.

Vaya, quién diría que tenían el tono de piel parecido.

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Mensaje por Invitado Dom Ago 08, 2010 12:35 am

Poder beber el agua de un nacimiento de agua jamás tendría precio, aunque muchos personas no lo entendiera, era realmente un sabor diferente al agua embotellada o sacada de un pozo, se atrevía a decir que hasta su sabor era dulce después de pasar varias horas sin agua. Bebió varias veces con lo que juntó en una de sus manos. Se mojó la cara para limpiarse el sudor y algunas manchas de tierra y césped… el agua estaba tan fresca que de verdad empezaba a pensar que un baño allí sería fantástico.

Levantó la cabeza del reflejo en el agua cuando los ruidos de las hojas fueran más propios de alguien que estaba pasando entre ellas que las del viento que arrancaba hojas de los demás árboles. Abrió los ojos con un poco de sorpresa al ver el caballo… ¿había escapado de la caballeriza del colegio? Ya había visto a ese equino antes, era de los más que siempre llamaban la atención por su pureza y porque nadie más lo usaba; No conocía al dueño, pero en ocasiones cuando iba a la caballeriza le gustaba darle de comer alguna manzana que llevara con él.

-Namasté –saludó cuando vio que el jamelgo no andaba solo… claro, un caballo así perdido armaría toda una búsqueda extremista. Había juntado sólo las yemas de los dedos y bajado levemente la cabeza, como era tradición y costumbre en su país.

Se levantó pasándose las manos por los cabellos que eran demasiado llamativos a su tono de piel; Morena, igual que la del otro que había llegado. Miró el caballo de nueva cuenta que le empujaba levemente con su hocico, suponiendo que le pedía una de esas manzanas que siempre le daba, pero solo le acarició la crin como signo de que terminaría debiéndole el alimento.

-Tú eres el dueño de este caballo ¿verdad? –preguntó dándole unas palmadas en el fuerte cuello del equipo- Un gusto, soy Narayan Bhārat –hizo de nuevo aquel gesto de solo hacer una pequeña reverencia con la cabeza.

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Mensaje por Invitado Dom Ago 08, 2010 2:16 am


Observó un tanto desconcertado la escena y siguió al equino que se adelantaba para acercarse al desconocido. No pudo evitar alzar una ceja, ni con él se portaba tan tranquilo. Arrugó el entrecejo cuando el otro lo acariciaba con tanta liviandad y luego jaló de las riendas obligando al animal a retroceder. Allí, ese idiota estaba mojado de pie a cabeza y él… tan tranquilo con sus ropas largas que cubrían hasta su calzado – Sí… pertenece a mi familia – puntualizó obligando a su equino a retroceder otro poco, no vaya a ser que ese le diera de comer algo y termine intoxicado.

En cuanto terminó de hablar, saltó con tanta destreza que no se le hizo difícil impulsarse sólo con las manos desde la montura del animal para acomodarse en su lomo. Desde allí jaló las riendas hacia un costado con el único fin de rodear aquel vertiente mientras estudiaba al contrario – Sadiq Adnan – dijo con voz masculina y casi tosca. El semental dio una vuelta lenta mientras el hombre seguía con la vista pegada en el que estaba de pie en medio del efluente - ¿Hindú? – preguntó, le hubiese gustado saber mucho más de aquel sin tener que presentarse, no solía entretenerse mucho en pláticas largas y, a su parecer, desgastantes. Cuando el cuerpo hablaba mejor que cualquier poema escrito por los mejores artistas del mundo.

La cortina oscura caía lentamente y sin darse cuenta, ambos se vieron cobijados bajo el velo de oscuridad absoluta. En parte, debido a la sombra de los árboles, otro tanto por el mismo color del cielo, en el cual ya se podían divisar diversos puntos claros, estrellas, no otra cosa podía ser.

El sonido del agua corriendo, parecía calmar aquel espíritu alerta y agresivo que siempre había caracterizado al musulmán - ¿qué haces tan tarde por acá? – el caballo se encaminó hacia el agua y comenzó a beber tranquilo - ¿perdido? – cabía la posibilidad de que el otro hubiese perdido el norte y ahora no supiera cómo regresar. La idea de acompañarle no parecía tan desagradable, después de todo no hacía tanto ruido como el resto de la población.

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Mensaje por Invitado Dom Ago 08, 2010 2:49 am

Miró cauteloso y suspicaz como siempre que llegaba alguien nuevo o más desconocido que cercano, las facciones… aun más le ropa que llevaba puesta le decía bastante bien de donde provenía, y además cuando se convivía con tanta gente extranjera empezabas a criar un sexto sentido para acercarte a la nacionalidad de las personas.

-Sí, y tú ¿eres turco? –le miró a la vez que se sentaba a la orilla del yacimiento. Casi podía olfatear su identidad, ese tipo egocentrismo natural en las razas de medio oriente, pero su piel no tan seca como los que vivían completamente en el desierto si no también eran parte él; como era su nación, aunque estaba inundaba de selva como había parte de desierto.

Se pasó la mano por la nuca refrescando un poco el calor del verano y su cuerpo después de mantenerse en mucha actividad física. Levanto la cabeza cuando de nuevo la brisa nocturna anunció que era su momento de controlar el tiempo. Regresó su atención al jinete, no parecía un ser de muchas palabras, como igual él tampoco tenía necesidad de hablar y hablar para expresar lo que le pasaba por cabeza, en ocasiones solo con sus gestos se podía saber que sucedía en su interior.

-Mmmm… -miró alrededor- No sé si estoy perdido –sonrió de lado- Pero creo que no –volvió su mirada al otro- Solo vine a correr o hacer algo lejos del colegio, hay tanto ruido y personas que no me dejan disfrutar lo que hago

Y en verdad que sí, estaba acostumbrado a la inmensidad de su tierra, a las libres fronteras y que lo dejaran pensar lo que deseara, como igual su tierra estaba acostumbrada a sus costumbres, pero llegaba a un lugar donde todos querían decir que tenían la razón y eso lo agobiaba tanto que hacía que huyera por cualquier escape.

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Mensaje por Invitado Dom Ago 08, 2010 4:23 am

Mucha verdad brotaban de esos labios, de la mirada ajena, tanto de los movimientos que se le hacían mucho más conocidos que los de esos toscos blancos. No entendía la necesidad de tanta cháchara, si hasta parecían animales en cólera que supuestamente estudiantes de una prestigiosa institución académica. La sola idea de eso le provocó una sonrisa – Llegan a marear con tanta palabrería – dijo tranquilamente, el caballo retrocedió un par de pasos – Hablan sin decir nada en realidad, sólo ocupan aire de más – entrecerró los ojos y luego reparó en que era de noche y el otro aún no salía del agua – vas a terminar de bañarte o es que eres pudoroso… - en su cultura por lo menos, no había pudor entre hombres, era común que se bañaran en comunidad, incluso que las mujeres fueran quienes los bañaran, después de todo, habían nacido para atenderlos.

Se bajó del animal y caminó un poco más allá para tomar algo de agua, estaba sediento después de tanta plática - ¿Qué te trajo tan lejos? – no era que le intrigara, tampoco que le interesara demasiado en conocer a otra persona, no, sólo una mera intensión de ser amable, tal vez de prolongar su propio paseo para no tener que reunirse con sus “amados” compañeros. Terminó por sentarse en una roca cercana y se quitó el turbante para dejar que el viento acariciase su cabellera corta – Si quieres volvemos juntos, aunque te diré que yo no pienso regresar de inmediato, estoy bien aquí, lejos de esos… locos – apuntó las estrellas – no se parecen mucho a las que tenemos por nuestros terrenos – se reclinó en el tronco de un árbol cercano a la piedra donde estaba y luego inmóvil permaneció observando el paisaje.

Parecía extraño, algunas noches, como aquella, cuando miraba a las estrellas podía incluso sentir la voz de sus seres queridos, de la mujer que dejó atrás, así como a sus dos hijos, no obstante, sabía que al terminar con estas clases, podría regresar más capacitado para ayudar a su familia en los momentos tan duros que debían estar pasando. Rodó los orbes hasta posicionarlos sobre los de su compañero y se levantó – ¿En qué taller estás? – observaba el agua, de pronto comenzaba a sentir esos deseos irrefrenables de zambullirse en el medio acuático, dejar que su cuerpo se relajara con agua fría, por qué no… siempre era bienvenido un poco de frescor.

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Mensaje por Invitado Dom Ago 08, 2010 5:00 am

Le divertía la idea que alguien pudiera entender lo que le pasaba en la mente. Todos eran tan diferentes, pero siempre había unos con los que se compartían ciertas similitudes en costumbres o ideologías. Era cierto hablaban mucho… casi como un zumbido de mosquito, a ellos se les acostumbraba a solo hablar lo necesario, claro que si venías de una casta superior tenias que demostrar ser aun más elocuente pero tampoco exigentemente preguntón o bocón. Nada era bueno en exceso y él lo sabía muy bien.

-Claro que no, aunque solo me estaba limpiando un poco para seguir de regreso, pero si puedo tener compañía creo que puedo esperar a regresar juntos –eso seguro, era ya mejor andar acompañado que solo, ¿miedo? ¡Para nada! Sabía defenderse muy bien, pero tampoco era imprudente. Al igual que el joven frente a él, su cultura tampoco regía tanta exigencia en las relaciones entre hombres, pero con las mujeres si resultaban ser un poco más estrictos- Soy del club de esgrima, tuve… un accidente hace poco en el club y me lastime el hombro –dijo a la vez que ponía una mano sobre este, de solo acordarse y con el fresco nocturno sintió un pinchazo de molestia- Un accidente muy tonto –soltó casi con desprecio- Y como no puedo entrenar con ellos, vine a correr, acabe mi sector… y terminé acá

Así de simple, sólo se le había ocurrido irse a correr a ver que encontraba de interesante antes de volver, al igual que el turco, tampoco tenía muchas ganas de volver; No sabía donde se había metido esa noche su compañero de habitación, así que volver y encontrarla sola… le causaba un poco de flojera aunada a todos los demás que hacían tanto ruido en el edificio.

Miró de nuevo el agua… le estaba cruzando la misma idea que al otro desde que había llegado, pero hacía mucho tiempo que no se metía a nadar; exactamente desde que había estado en Londres, y lo que llevaba en esa escuela, no había pisado su hogar cuando sus padres ya le tenían listo para irse de nuevo así que ni siquiera disfrutó de la piscina de la casa familiar. Ahora con ese nacimiento de agua, que abrumaba inconscientemente por su color azul turquesa que prometía no dar a conocer hasta donde era el fondo se sintió atraído.

Se puso en pie para sacarse la playera, los tennis y el pants, sólo quedando en los bóxers de color negro y echarse al agua; si algo se lo comía… bueno… sería extraño volverse la leyenda urbana de la escuela.

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Mensaje por Invitado Miér Ago 11, 2010 12:00 am

Le observó detenidamente mientras el otro se masajeaba el hombro y hablaba sobre el pequeño accidente del que había sido víctima, por el cual no podía hacer nada más que entrenar a solas. En su país tal vez ese dolor no habría sido respetado, los hombres debían aprender a sobrellevarlos y seguir con sus actividades diarias normalmente, sino sería evidencia de que no estaba capacitado para asistir a la guerra, una verdadera deshonra para la familia y para la misma persona – Es bueno que te mantengas en movimiento, así el cuerpo no se mal acostumbra – le dijo sincero, sabía que era difícil, pero lo que no te mataba siempre te hacía más fuerte.

Terminó levantándose, el otro observaba el agua y él no pudo evitar dirigir su mirada hacia la misma dirección, sonrió de pronto dejándose llevar por el arrullador sonido del líquido transportándose por su curso natural, arrastrando miles de litros y… su impaisividad, le gustaba estar así, relajado, tranquilo. En contacto con la naturaleza, como un animalito más dentro de esa foresta. Sólo el sonido del otro poniéndose de pie y quitándose la ropa le sacó de sus ensoñaciones. Pudo notar sus músculos tan bien desarrollados, tan atractivos como para invitarle a… hacer lo mismo que el.

Llevó sus dedos hasta la altura de las rodillas para coger la prenda y alzarla por encima de sus hombros con el fin de quitársela, luego acomodó su ropa interior mientras las sandalias hacía a un costado. ¿Hacía cuánto tiempo no se bañaba al aire libre?, todo por ahí era edificaciones grandes, poco suntuosas. Extrañaba en demasía la edificación de su país, el sol, el calor y la vida que llevaba antes de meterse en un avión por obligación.

Y en menos de lo esperado se lanzaba tras su reciente compañía. El agua estaba tan fría que crispó todos sus sentidos y casi le provoca quedar sin aliento, raudo buscó sacar la cabeza a superficie para respirar. Pero aún no veía al otro brotar de la profundidad, sonrió y se volvió a zambullir con el fin de buscarle bajo las aguas oscuras. Debido a lo lóbrego del lugar, lo único que logró fue que sus manos fueran a dar con los muslos de su compañero. Retrocedió separándose lo suficiente para volver a sacar la cabeza del agua. Ahora sí, ahora podía verlo. Moreno, con el cabello pegado al rostro mientras era recorrido por las gotas de agua que se deslizaban coquetamente por la anatomía descubierta de la masa líquida.

Respiró hondo haciendo que su aliento cálido se condensara – Está helada… - sonrió ampliamente mostrando sus blancos dientes, blancos en comparación a su piel. Comenzó a mover las extremidades con el fin de acercarse al otro y así conseguir avanzar en su plática, después de todo era la primera persona que conocía que podría comprender en parte su concepción del mundo, para otros tan machista - ¿Qué te trajo a este Instituto? – pieles morenas, húmedas y en constante movimiento, siendo arrullados por el canto de las aguas que siempre eran una bendición en la ideología de la zona de la que ellos provenían.

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Mensaje por Invitado Vie Ago 13, 2010 11:45 pm

… agua… después de darse el chapuzón se había conservado por un largo rato bajo ella, había tomado el suficiente oxígeno y ahora se relajaba mirando hacia arriba… todo era de un color azul oscuro, menos la luna que se veía distorsionada por el afecto del líquido. Despertó de ése sueño malsano cuando sintió las manos del otro sobre de él ¡Arriba! Ya no le quedaba casi nada en sus pulmones por lo cual inhaló con fuerza con una gran bocanada echándose a reír de su descuido. Siempre lo hacía por eso en ocasiones creía que no era apto para el club de natación, en lugar de moverse se quedaría ahogándose y ni cuenta se daría.

-En un rato el cuerpo se acostumbra –soltó moviéndose al interior del nacimiento de agua; no era grande como para hacer una competencia de natación, pero si era lo suficiente amplio para no estorbarse- Fue una diferencia de intereses –confesó negando con la cabeza- Estudiaba en Londres, por cosas de la relación de la empresa de mi familia, pero tuve diferencias con el estilo occidental, dejé el colegio allá y cuando llego a casa descubro que tienen un boleto para mí a otro colegio –miró al turco algo ceñudo, pero su expresión se relajó, seguramente entendería lo que le diría después- Quería quedarme en casa, estudiar allí, vivir con mi gente, ayudar con la empresa de la familia. Hemos tenido muchos problemas con las otras empresas extranjeras y hemos tenido que ceder parte de los derechos así que casi todas las ganancias se las llevan ellos; no podemos pagar a todos los productores como se debe y eso es injusto

Y vaya que sí, mucho del capital se iba rebajando cada año para pagar la materia prima y los procesos antes de meter los productos al mercado. Su hermana era la responsable de un anexo a la empresa, una afiliación joyera que era el apoyo de la principal, aunque a lo que le había contado también los intereses extranjeros estaban sobre ella. Así como en la guerra… podía quedarse sin absolutamente nada por las ambiciones capitalistas y por el mismo progreso acelerado que estaba sufriendo su país.

-¿Y a ti? ¿Por qué estudias aquí?

Sus observaciones se habían ido sobre su compañero, podía notar a leguas que el otro si estaba en el club de natación: La amplia espalda, los brazos fuertes y las piernas igual, la cintura delgada; los músculos bien marcados pero sin la exageración de los deportes de gimnasio, pero igual se sentía tranquilo tal vez no tenían mucha genética compartida, pero sus rasgos, el color de su piel… eran extrañas señales de que no tendrían exageradas diferencias. Aunque el cabello de Narayan era platinado por esa mezcla criolla que hubo después de la colonización inglesa en la India, pero tenía más de su raza original que la inglesa en muchos sentidos.

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