Jeg tror ikke på mirakler. [Skadi]

Agradecía el tener aquella apariencia juvenil y despreocupada, podía pasar desapercibido hacia la Azotea sin ser identificado por algunos alumnos que deseaban su muerte por sobre todas las cosas del mundo.
Era divertido ser odiado, era mucho mejor que el ser querido. Después de todo él no necesitaba a los demás, porque en ello estaba la debilidad del ser humano: depender de su entorno y de su sociedad para la supervivencia.
Había salido de su habitación para respirar un poco y librarse de aquellos papeles con número. Eran las ironías de la vida...Cuando era un alumno esos papeles se convertían en sus jueces, en su futuro y en su destino, para él eran casi como la verdad absoluta. Y ahora que era profesor esos papeles se habían vuelto un instrumento de tortura para los demás. Un bonito final.
Abrió la puerta de la azotea, agradeciendo que a esas horas de la noche nadie pasara por ese lugar. Se apoyó en la reja de seguridad mirando hacia abajo revisando con la mirada las instalaciones de la Academia, era un lugar bonito y lleno de secretos. Rió levemente, recordando los tiempos en que se había ido a meter al bosque y descubrió un par de cosas que se callaría hasta el día en que muriera o bien...el día que amara y confiara en alguien.
Ósea nunca.
-Kjedelig.-Suspiró mientras corría un viento frío que le acariciaba los cabellos dorados. Esa noche las estrellas estaban más hermosas que nunca e incluso podía notar algunas constelaciones. El tiempo sobraba y no tenía ánimos de volver por lo que se recostó en el suelo clavando sus ojos grises en el cielo nocturno. De no haber amado la historia y los idiomas, hubiese pensado en ser astrónomo y ponerle nombres divertidos a todo lo que descubriera.
Porque el mundo e inclusive el cielo...Se había contaminado con el aburrimiento y el gris de los humanos.

Spoiler:

Leía con mucha concentración un texto sobre Alemania y sus costumbres, en su clase de idiomas no le había entendido nada a una de sus compañeras y planeaba que no le pasara de nuevo. Dió vuelta la página cuando el estruendo de una ametralladora la hizo dar un salto. Buscó el lugar de procedencia y era nada menos que el videojuego que la taiwanesa jugaba a un volumen muy alto y desagradable a su parecer.

Se levantó de la cama con el libro y se calzó los zapatos. Iría a leer a otro sitio, no valía la pena razonar con la chica. Salió del cuarto y tras decidir a donde ir, se dio por convencida que la Azotea un día de semana sería la mejor opción. Si fuera fin de semana, sería el peor lugar a causa de las fiestas y esas cosas que solían hacer los de tercero.

Llegó hasta la puerta y la abrió mientras que aprovechando la soledad tarareaba una canción de una banda popular noruega. ¿Qué importaba? estaba sola en ese lugar. Continuó su camino en busca de un lugar cómodo, cuando sus ojos se vieron al profesor y su voz se cortó de pronto, devolviendo el silencio al lugar.

Cerró los ojos un momento, después de todo las estrellas no se irían si se tomaba unos segundos para reflexionar o simplemente dejar que sus sentidos descansaran de la rutina diaria.
Hasta el momento no había encontrado ningún ser humano de su interés, tan sólo la alumna de segundo grado que era más fría que la misma Antártida. La había bautizado como su diversion momentánea.
Era una lástima que su relación profesor-alumna era un gran obstáculo. Si alguien lo encontraba tendría graves problemas, tenía mucho que perder y mucho que ganar por donde lo miraba. Sin embargo era mucho más divertido así. El riesgo quizá era lo que le incitaba a seguir porque no sorportaba la indiferencia de esa mujer hacia él...
Suspiró y de pronto escuchó algo parecido a un tatareo, al principio pensó que quizá se trataba de su imaginación pero luego descubrió que era de una canción que él conocía. Sin duda era una canción noruega.
Inmediatamente abrió los ojos y volteó la cabeza hacia donde provenía el sonido.
"Hablando del Rey de Roma." Pensó. No se tomó la molestia de moverse o hacer algún signo para marcharse: estaba muy cómodo y disfrutaba del aire.

-Was machst du hier, Schneekönigin?-Preguntó en un perfecto alemán al ver el libro que portaba la nórdica, un libro sobre costumbres alemanas y unas frases que podían ayudar a cualquier estudiante con problemas en ese idioma. Una chica aplicada aunque algo ingenua.-Die Sprache kommt von Sprechen, braucht man nicht zu studieren.

Miró los ojos de la chica, se veían apagados y seguían con aquel muro de hielo, tan solo notó que su expresión se había endurecido levemente como si se fastidiará de no entenderle. Rió por la reacción que pese a que era bastante pequeña, era un avance.

-El Idioma se aprender hablando, Reina de las Nieves. Puedes leer mil libros, estudiar diez años y nunca alcanzarás el mismo nivel de una persona que habló ese idioma durante un año. Porque quizá esa persona en conocimiento sea inferior a ti, pero él tiene algo muy importante: sentimiento. Es eso lo que le falta a tu inglés, no importa que la pronunciación o los tiempos sean perfectos...Es el sentir y abrazar ese idioma como tuyo, el juguetear con esas palabras extranjeras. Eso Schneekönigin es un detalle muy importante que tú pasas por alto.

Spoiler:

Su mirada se hizo filosa al oírlo hablar, lo odiaba tanto. Le molestaba esa superioridad arrogante, esa aura de creerse el amo del mundo...esa familiaridad con que la trataba. Bien, era un profesor y estaba sobre ella en la escala de apreciación, entonces que no se comportara como un crío de su edad. Por que eso hacía, se burlaba de ella cada vez que podía o eso le daba entender en ese alemán bien pronunciado y que ella no podía seguir.

- ¿De qué se ríe? -Consultó con su voz fría sin moverse de su lugar.- ¿Hice algo que le causara gracia?

Escuchó su comentario apretando el puño; era su trabajo enseñarles a hablar idiomas y animarlos a ello; no decirle que no tenía sentimiento y que aun que estudiara no lo lograría. "Qué.....imbecil"

- Bien, si se aprende hablándolo...le pediré a Vienna que me ayude. ¿Feliz? -dijo dando media vuelta para alejarse unos pasos hasta que recordó el apellido del profesor y que lo había leído en otro sitio. No era un apellido común, quizás....- Tengo una duda....¿Usted es algo del historiador L. Kriztbüller..? Es que su apellido no es común..y yo, leí unos libros de él hace unos días. -comentó volteando a verlo un poco, quizás sólo estaba alucinando.

-Me río porque en estos momentos deseas golpearme con tu mano empuñada y el instinto nórdico vikingo que corre por tu sistema exige ver mi sangre en una copa con hidromiel mientras me sacas los sesos.-Declaró con una sonrisa en los labios de la forma más tranquila y apacible en que alguien dijera aquellas palabras tan...satánicas y poco ortodoxas.

"Así son las cosas Reina de las Nieves. Tú juegas a la indiferencia, a no demostrarme que tanto me odias. Yo juego a ganarme un arrebato de tus sentimientos, a que los liberes a mi lado...Voy ganando"

-Oh...Historiador alemán que residía en Noruega por amor a los vikingos y que se decía estaba loco por la historia de una manera espeluznante...Era mi padre. Escribió muchos libros pero la censura los hizo arder en la hoguera, muy pocos de ellos se conservaron.... Murió hace un par de años cuando yo estaba en esta Academia dando el examen final.-Comentó dando un pequeño bostezo y sintiendo una vaga nostalgia al recordar la muerte de su progenitor.

- Yo no haría eso con usted, no lo merece. Probablemente lo golperaría y colgaría sus tripas en mi puerta pero no me bebería su sangre, debe saber mal.- dijo con calma también, tomando las palabras como una broma típica de su país, solían decirse esas cosas por los tiempos vikingos y la noruega no podía evitar responder algo que le recordaba su tierra.- Así que no moleste.

Pareciera que al decir eso se mostrara enojada, sin embargo no era así, aquel intercambio de frases la ayudo a mantener distancias. Si podía defender con palabras, mucho mejor.

Escuchó las palabras contrarias más interesada en los datos que en quien las decía, sentía leve empatía por el historiador y le compadecía por tener un hijo como él. Si ella tuviera que hablar de su padre lo haría llena de orgullo, no con aquella imparcialidad y menos bostezando.

- Qué falta de respeto más grande hacia su padre, señor profesor. - comentó molesta cuando terminó de hablar. ¿Acaso ese hombre no sabía modales?

-En ningún momento pronuncié que pudieras beber mi sangre ¿Acaso eso quieres? Lamento no poder darte tal privilegio, solo las hermosas valkyria del otro mundo pueden tocar mi divina existencia.-
Se levantó del piso, mas sentado se quedó era más cómodo que estar de pie. Giró levemente hacia la nórdica dejando que sus ojos grises se encontraran con los azules sumergidos en la indiferencia eterna.
-¿No te parece peor preguntar de algo relacionado conmigo sin antes de hablar de ti? Las leyes de la etiqueta dicen eso.-
Sonrió maliciosamente, como si de pronto aquello se hubiese convertido en el tablero perfecto para jugar en su momento de aburrimiento.
-

No lo menciono exactamente, eso era cierto. Pero se había dado a entender entre sus palabras; en fin no iba a discutir algo tan estúpido, menos con ese sujeto aun que su orgullo le decía que le dejara en claro que si uno ponía sangre en una copa y más con hidromiel era casi obvio pensar en beberlo....pero no valía la pena.

Sus ojos se clavaban en los contrarios a medida que su odio crecía, se aconsejaba ignorarlo, dar media vuelta y dejarlo solo, no obstante ella quería leer ese libro aun que fuera sentada al otro extremo de la azotea. Afirmó el agarre y se instaba a dar media vuelta cuando escuchó la pregunta.

- Temo llevarle la contraria. Como profesor que es tiene la obligación, al menos en esta academia, de leer la historia de sus alumnos. Daba por hecho que sabía que mi padre...esta muerto.- en las últimas dos palabras su voz denotó cierto sentimiento de nostalgia que esperaba que el profesor no haya notado.