Petición de Club

Suspiró y golpeó la puerta antes de entrar. Llevaba días pensando que pertenecía más a la cocina que a su club de deportes, y escuchar a uno de sus amigos dándole la idea del club, era el empujón que necesitaba para llegar a la sala del director y sonreír presentándose.

-M-mi nombre es Matthew Williams, estoy en tercero, representando a Canadá...-

Dijo de manera recta y totalmente formal, como siempre era frente a los superiores.

-Vengo a traerle una petición para abrir un club-

No pudo evitar sonreír, si lo aceptaban estaría tranquilo y podría hacer cosas ricas para compartir.
Deja la hoja sobre el escritorio, esperando que le hicieran preguntas, o al menos que le dijeran "no, no te dejo" y así salir triste por la puerta por la que entró.

Spoiler:

¡Siempre era lo mismo! ¡Siempre terminaba igual! ¡Siempre caía en el truco de "Necesito que me ayudes en unos temas del colegio"! ¡Y siempre prometía que no caería más! Pero simplemente su trabajo era demasiado importante como para descuidarlo... pero aquello era un martirio, con un jefe así aquello era casi imposible de soportar.

La escena se volvía a repetir y el rubio de largo cabello como una palomita volvía a caer, aunque ese día fue algo diferente... la puerta se abrió. ¿Acaso ese idiota no ponía seguro cuando hacía esas cosas? Claro que no si había sido él el último en entrar.

Al abrirse la puerta el rubio canadiese podía encontrarse con una escena un tanto comprometedora. El mayor de cabello largo estaba entre los brazos fuertes del director y ambas manos sobre los hombros del castaño mantenían la distancia necesaria para que no le alcanzara, presisamente, no le besase. Su rostro, mostrando la peor mueca de desagrado con un leve sonrrojo de mejillas. Su cabello caía recto y lacio a su espalda y su ropa se encontraba un poco desacomodada por el forcejeo siendo como siempre un traje sobrio en tonalidades secas.

De los nervios que tenía no había notado lo que pasaba allí dentro. Levantó la vista del suelo y la volvió a bajar.

-l-lo siento... siento... interrumpir...-

Dijo dándose vuelta sin levantar la vista del suelo. Se sentía mal por haber interrumpido lo que -para los ojos del canadiense- era una escena un tanto personal. Aunque no debían hacer eso en el colegio.

"un momento" pensó "pero si yo escuché al profesor Weillschmidt quejarse de esas relaciones....".

Aún más confundido, cerró los ojos con fuerza, antes de dar un paso para salir de allí. Aunque había dejado la hoja sobre la mesa, tal vez en algún momento le avisarían si tomaban o no su propuesta...

Yo adoraba al rubio, la verdad era que me volvía loco. Apenas ver su rostro ligeramente marcado por la edad pero con la vitalidad de un hombre maduro, me ponía a temblar totalmente. Era mayor que yo, así que yo aún no presentaba algunos signos que él, la diferencia de edades era notoria.

Pero ese no era el punto. El caso es que yo había llegado muy alegremente al instituto, saludé a mis queridos nietos con sus respectivos besos en la mejilla y después, me disparé hacia mi oficina. Le pedí a mi secretaria que mandara llamar al subdirector, y apenas este llegó me encargué de casi acorralarlo detrás de mi escritorio, le abracé y busqué por todos los métodos besarle, pero .. Jamás me había ocurrido que la puerta se abriese en ese momento.

Me quedé congelado, no por miedo, si no por la gran sorpresa del instante. Giré el rostro hacia el rubio y lo noté sorprendido, debió haber llamado a la puerta. Comencé a dramatizar de una forma poco discreta.- ¡Ahh, Elberrett, y así es como debes seguir la coreografía de ese ehm .. programa! ¡Hahahahá! -Lo solté y le dí toscas palmadas en la espalda. Tomóé asiento en mi silla de director hecha en cuero negro y lo miré.- ¿En qué podemos ayudarte?

Se alejó un par de pasos mirando a la puerta mientras recibí las palmadas en su espalda intentando comprender un poco la situación en la que se veía envuelto. Pese a intentar mantener un perfil fuerte y serio siempre temrinaba envuelto en esa clase de escenas y el 90% de las veces el romano era el culpable.

Suspiró solo asintiendo a las palabras del otro intentando sonreír aunque solo fue una mueca algo forzada y extraña. Se alejó un par de pasos más y apoyó su mano en el escritorio del otro quedando de pie mientras con la otra se arreglaba disimuladamente la ropa... ya golpearía al castaño cuando esctuviesen solos.

-¿Una petición? - preguntó mirando al canadiense. Algo había escuchado cuando entró.

Giró sobre sus talones al escuchar que le hablaban. Mirando al sub-director a los ojos, levemente sonrió.

-s-si! una petición para abrir un... club de cocina...-

No sabía que decir, estaba nervioso por haber entrado así, y encontrarlos... bueno, ya sabemos como. Respiró profundo y miró la hoja que había dejado sobre el escritorio del director antes de darse cuenta de lo que ocurría ahí dentro.
Era muy despistado y no se daba cuenta rápido de las cosas, pero debía aprender a esperar fuera de la sala del director. Para la próxima ya lo sabía.
No sabía con que cara mirar al señor Weillschmidt. Menos cuando era el primero en los bancos de las clases, clases que muchas veces lo vería.

Tomé la pequeña hoja de papel entre mis dedos y la leí con calma, después permanecí pensativo. Un club de cocina no era cualquier cosa, de hecho era bastante severo manejar ese tema, pues requería de laboratorios u otros materiales costosos, pero la idea era bastante tentadora.

Dejé el papel sobre la mesa y entreenlazé los dedos frente a mí, encima del escritorio. Comencé a considerar los espacios sin uso que podían adaptarse para formar una cocina, después pediría a algún maestro externo que viniese a dar clases a los alumnos, y en conclusión, podría crearse.

- ¿Qué opina, Sub-director?

Leyó el papel cuando el otro lo dejó de lado y se mantuvo pensativo por algunos momentos mientras pensaba aquella opción. Era bueno que los alumnos se interesasen en otras cosas, pero a su gusto lo consuderaba un club inútil, no estimulaba la creatividad, tampoco el cuerpo... era un pasatiempo de chicas para el rubio, sin mencionar que ya se tenían altos gastos con los clubes existentes.

- ¿Tienen algún profesor que los respalde? Debería ser un club con algún adulto encargado, trabajan con cuchillos, fuego y objetos de vidrio así como con electrodomesticos peligrosos. - torció el gesto en una desaprobación casi segura si no es que el rubio decía algo a su defensa o lo decía el director.

Se le llenaban los ojos de lágrimas al escuchar que necesitaría de un profesor, bajó la vista, hacia el suelo.

-realmente... no sabía que necesitaríamos de un profesor...-

Su voz era débil en esos momentos. Sentía que había fracasado con su proyecto.

-p-pero...- levantó la vista hacia el mayor. una idea se le había ocurrido, esperaba por lo menos conseguirlo. -pero... podemos aprender la teoría mientras consigo un profesor!

Dijo con una sonrisa, ocultando la mano que tenía vendada por haberse distraído en la cocina.

-solo... solo tendría que hablar con un profesor que quiera presenciar nuestras actividades...-

Pensaba en las pocas probabilidades de conseguir uno, pero no quería desilusionar a sus amigos, y mucho menos... a él mismo. Lograr ese permiso sería superarse un poco más, no podía volver atrás con el rabo entre las patas y dejarlo pasar. Ya había hecho la peor parte.

-además de que cada uno de nosotros tiene su propia cocina en los dormitorios...-

Solté un suspiro. No estaba seguro si realmente aprovar ese club, más que nada por que yo me dejaba guiar demasiado por la opinión de Elberrett, por eso le tenía ahí. Entretuve mis dedos con un bolígrafo común y corriente y desvié la vista, empezando a calcular los costos. No salían fuera del presupuesto, pero ahora venía el asunto del profesor, y además de dos alumnos más.

Con ello hablé, mirando al chico de una forma tranquila, sentía que con ese rostro tan tímido rompería a llorar en cualquier momento más.- .. Para atender la solicitud se necesitan como mínimo cinco integrantes y el líder, que serías tú. -Colocó los dedos en la hoja y la regresó.- .. Consigue a tres estudiantes más, y lo consideraremos formalmente.

Miró al alumno y al romano con su expresión impune en todo momento, su mirada no parecía menguar o dudar frente a cualquiera de ellos y la verdad es que no lo hacía. Era un ser bastante frío en lo que trataba su trabajo y la seguridad de los alumnos. Si el rubio no le convencía que era un club seguro y controlado no podía más que negar la solicitud.

Se inclinó sobre la mesa escuchando al castaño y asintió -Cuando tengas a los otros tres estudiantes volveremos a discutirlo. - no tenía mucho más que agregar.

Miraba al director, y luego al subdirector. Cuando este último terminó de hablar, sonrió recordando que podría conseguir esos tres que faltaban.
Sonriendo se acercó a la mesa.

-Con permiso... retiro la hoja...-

Dijo quitando la hoja, haciendo una reverencia al alejarse un poco.

-con su permiso!! ya vuelvo!!-

Sale de la sala yendo a buscar más que quieran sumarse al proyecto. Se encontraba feliz, porque se había acordado de algunas amigas a las que no había preguntado.
Pensó que se vendría todo abajo, y que terminaría llorando por no poder ser un buen presidente, pero todo había dado un giro, tal vez, las cartas estaban de su lado.