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Entrevista Martina Hernández [Buenos Aires, Argentina]
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Entrevista Martina Hernández [Buenos Aires, Argentina]
Martina Hernández
Alguien ha llenado tu pupitre/escritorio de gomas de mascar, groserías, y un montón de basura. ¿Qué hará tu personaje? Se permite el uso de NPC u otros elementos.
Me dirigía corriendo hacia el salón donde tendría clases, tenía mi mochila colgada en ambos hombros y asegurada con mis manos para no perderla en el camino, y eso porque, ciertamente, iba a una gran velocidad, incluso sabiendo que no podía ni debía correr como lo hacía en ese momento. Estaba agitada y sentía que en cualquier momento, el corazón se me saldría por la boca, todo eso por no encontrar ese maldito zapato que todo el tiempo había estado debajo de un montículo gigante de ropa, y quién sabe cómo llegó hasta ahí. Mi cabello ya no era el mismo que había sido al salir de la habitación, ahora parecía un nido para los pajaritos que estuvieran cerca. Igualmente, eso era lo de menos, tengo la suerte de que con un pequeño pase de manos quede como antes y sino, da lo mismo, ¿quién me miraría?...
No era bueno para nadie ir como yo iba, y menos aún cuando te cazan a mitad del pasillo. No estoy segura de quién era, tampoco es que me interese demasiado, pero esto era una cuestión parecida al “vivir o morir”, y me tuve que detener. ¡Entonces, una horrible y gigante bestia posó su mano delante de mí! ¡Parecía que iba a comerme, alzó sus grandes ojos y me vio de arriba hacia abajo, de un lado a otro! ¡Que miedo me dio!... Bueno, en realidad era sólo un pequeño hombre, y cuando digo pequeño, me refiero a su altura que no alcanzaría más del metro y cincuenta y tantos. Sin embargo, era algo relleno y me miraba acusadoramente, como si hubiese hecho algo malo. Me apuntó con su dedo y creo que dijo algo como: “Ahora serás mi prisionera”. O tal vez como…… —¿¡Qué haces corriendo por los pasillos!?, ¡Y qué clase de pintas son esas!, te ligarás un buen castigo por esto, dime enseguida tu nombre…— Probablemente eso sea lo que más se acerque a la realidad. Sabía lo que me esperaba y no podía atenerme ahora mismo a las consecuencias, opté finalmente por cerrar los ojos, disculparme e irme caminando lentamente hasta llegar a una esquina y volver a correr con la mayor velocidad posible hasta, finalmente llegar al salón de clases.
—¡Ah!, ¡por fin!, que cansancio…— Fue lo único que pude decir, entre cortado por la agitación que tenía encima de mi ¿pobre y débil cuerpecito?, sí, claro. Caminé hasta mi pupitre y, antes de sentarme, noté un montón de groserías escritas en él. “Eres una…”, “Ojala te toque ir por los pasillos y que te den por…”, y muchas cosas más, peores inclusive, además de infinidad de gomas de mascar y papeles de dulces por todo el lugar, menudo desorden me había encontrado. —¡Claro que esto así no se queda!— Pensé, y volteé para mirar a cada uno de mis compañeros sospechosamente, dudando de cada una de sus sonrisas burlonas y miradas penetrantes que ahora se centraban sobre mí. En realidad, nadie me estaba viendo.
Pero mi suerte no acabaría allí, precisamente en ese instante entró una queridísima amiga de toda la vida. Ya, vale, una chica con la que realmente no me llevo nada bien, aunque eso sea su culpa realmente. Y ¿quién más sino?... Todo tuvo sentido de repente y, era obvio que ella había sido. Lo peor, fue que lo comprobó dando una sonrisita cómplice a una de sus amigas, no suelo pelear, la realidad es que generalmente me mantengo neutral y prefiero solucionar todo con unos ricos dulces que yo preparé, bueno, eso no era cierto, y si lo fuera lo haría, pero ahora no tenía nada de eso y mi humor no era el mejor para acompañarme a afrontar este tipo de situaciones. Opté por acercarme a ella y sin preguntar nada, darle un genialísimo golpe en la mejilla. El sabor de la venganza se sacudía y saltaba por mi boca, cerebro, cuerpo y puño. Conmigo no se iba a meter nunca más, y más le valía porque yo, soy la mejor. —¡Já!, idiota, eso va a enseñarte a no molestarme. Sos débil, nena, jajaja…— Reí, casi con burla y enojo, mucho enojo. Pero entonces, el señor profesor se apareció y, como si hubiese estado viendo todo desde la puerta dijo: “Tú, niña, por haber infringido las reglas de esta agradable academia, deberás correr con las consecuencias y ser decapitada por la Reina”. Bueno, lo más lógico es que no me iba a dejar decapitar… Corrí, corrí, y al final, alcancé las estrellas, que rodearon mi cuerpo transformándolo en un haz de luz para luego…
La realidad: —¡No puedes golpear así a una alumna, estás castigada!— Si, había sido así de sencillo, entre dientes pude atinar a contestar algo, pero fue inútil porque sólo logró que el profesor se enojara aún más y, sin comprender las razones por las que no debía ir a castigo porque yo era la mejor y una pobre víctima de la situación en la que había sido metida, me envió, ¡y no fue una buena situación!, ¡me observaba con sus ojos negros y grandes! ¡Podía llorar yo en cualquier momento!... Mierda, sólo a mí me pasan estas cosas.
Me dirigí hasta la puerta, y abandoné la sala, pero no sin antes hacer una seña obscena a mi “compañerita” y profesor [Sin que éste último se diera cuenta, obviamente].
—¡Ahora sí, Martina, la re hiciste, te van a mandar a castigo, por tonta…— ¿Y quién sabe por qué me insultaba sola?, y, mejor aún ¿por qué hablaba sola?.
La segunda parte es un post de temática libre, para verificar la creatividad y el desempeño, tal como si estuvieses abriendo un topic. Se permite el uso de cualquier elemento.
Caminaba para nada contenta y con mucha flojera hacia la sala de castigos donde cumpliría mi condena infinita por demostrar quién es el más fuerte, la ley de la selva. No es que tuviese la costumbre de ir siempre a aquel salón y por mi sentido de orientación, probablemente me perdería, si no fuese porque, ojeando los salones noté un gran cartel que decía “Salón de castigos”, sí, justamente ahí debía entrar yo.
Apoyé mi mano sobre la perilla y tragué saliva. No tenía miedo, pero no sabía con qué me encontraría. Agaché la cabeza y abrí finalmente la puerta, algo nerviosa. Descubrí que el salón de castigos no era tan malo. Quien debía vigilar que nos quedásemos ahí parecía bastante “buena onda” y su sonrisa fue más que suficiente para que entrara en confianza y saludara como era debido, tomando mi lugar junto a la ventana. Me ubiqué y aquella mujer dijo algo como: “—Bueno, ahora dulzuras, les daré postre—” Vale, no, no dijo eso, mencionó algo sobre quedarnos quietos y callados…No sería difícil, bajé mi cabeza, apoyándola en la mesa y comencé a observar las nubes a través de la ventana, hasta quedarme dormida. Pasaron unos minutos y me desperté, observando la habitación, estaba algo diferente. No había más que… ¿¡Dragones, monstruos, hipogrifos, ninfas y un pedazo de carne a punto que hacía que saliva resbalara por las comisuras de mi boca!?, ya, definitivamente lo último demostró que tenía hambre.
Como iba diciendo, todo se veía bastante norm… Ajá, seguro, estaba lleno de fenómenos, y lo peor es que a la mujer estúpida que tenía en frente no parecía importarle… Los dragones me susurraban, creo que pedían ayuda… —Ayúdanos, hemos perdido nuestro poder de escupir fuego, por favor, queremos recuperarlo…— Definitivamente eso no era para nada normal. —¡No hace falta que los ayude, dejen de molestar, me meterán en más problemas! —Mencioné, también entre susurros. Pero ellos insistían, tomándome de las ropas y extremidades, haciendo que cayera al piso. Enseguida, mi grandioso sentido de los problemas me indicaba que corriera de ahí… Ya no importaba cumplir con un castigo, no realmente… Me levanté como pude y corrí hacia la puerta, abriéndola, pero al salir noté cómo caía, ¡no había suelo!, definitivamente estaba cayéndome, y ahora sí que lo hacía… Sentía cómo el viento provocado por el impulso rozaba mi cara y mi piel se entrecortaba con ¿el aire?... No, no era con eso, estaba entre algo, entonces, dejé de caer y estaba atrapada en un telar de arañas. Intenté moverme y salir de ahí, pero era pegajoso y creo que también filoso porque mi cuerpo tenía pequeños tajos que antes no estaba ahí.
¡De pronto!, una araña gigante apareció de entre las sombras. Era realmente espantosa, su piel era negra con detalles rojos, ¿o era sangre?, tenía muchas patas, cubiertas totalmente de pelo y sus ojos, amarillos… Ah, no podría olvidar decir sobre sus colmillos, ¡eran enormes!, y chorreaban un líquido verdoso… Ésta se acercaba a mí, lentamente. Mi cabello se erizaba y ya estaba tan asustada que me limité a simplemente gritar… —¡No quiero, no quiero, no quiero morir, no aún! ¡Soy demasiado genial para morir, por favor! —Mencioné, casi entre lágrimas, eso demostraba creo lo llorona que podía ser cuando tenía miedo.
Entonces, la araña se detuvo y comenzó a hacerse cada vez más pequeñita, al mismo tiempo, disminuía también el tamaño de la tela donde estaba sostenida, y al hacer esto me cortaba. —¡Ah!...¡Cheee, ayudaaaa, alguien! ¡Rápido, llamen al 911, policía! —Me limité a gritar, de dolor y angustia, logré girar la cabeza y ver hacia abajo. Ah, sí, para todo esto la araña gigante ya se había hecho diminuta y lo que me preocupaba ahora mismo eran los picos que había debajo mío a los que caería en cuanto el telar desapareciera. No quería morir. No aún.
El pánico aumentó al sentir que caía, conocía mi destino y cerré los ojos. Luego de unos segundos de estar cayendo, sentí raro no haber muerto, respiraba, y mi corazón latía… ¿Qué estaba pasando?, unas manos rodeaban mi cuerpo, me asusté, pero logré mantener la calma y mirar hacia arriba, divisando una melena rubia, era ¿un hombre?, sí, eso es lo que era, un hombre musculoso y que vestía … Mallas… que asco, definitivamente que asco… Pero me había salvado, o eso creí hasta que simplemente, me soltó. Sí, ¡me soltó!, sin aviso, nada… únicamente comencé a caer hasta tocar el piso. Fue un gran golpe, pero como soy la mejor, nada me pasó. Estaba todo oscuro, y varias personas se acercaban a mí. Yo firmemente creí que eran personas, pero al ver que se acercaban y poder divisar mejor sus rostros, caí en cuenta que eran verdosos, no tenían ojos ni dientes. Eran tenebrosos… mucho… ¡Demasiado! Mi grandeza no lo soporta. Para completar la sorpresita, eran rápidos y no parecían tener buenas intenciones. Diablos.
Se abalanzaron sobre mí. Sentí que iba a morir y cerré los ojos para dar mi última ¿palabra?, un gritito mudo.
Abrí los ojos rápidamente y moví la cabeza a un lado, ¿estaba viva? Pero… ¿Cómo?. Un montón de personas me observaban como si estuviese loca y aquella mujer tan “buena” parecía disgustada, pero a la vez se reía, como todos allí. —¿Te gustan los dragones— Eso me dijo—Hablaste dormida— ¿Pero yo no había despertado ya?... Que raro, todos ahí parecían normales, ¿cuánto había pasado? O mejor, ¿qué había pasado?...
En cuanto la señora de en frente dijo ‘’Ya pueden irse” tomé mis cosas y me marché antes que nadie, tratando de meditar, no iba a volverme loca todavía. Era demasiado joven para eso. Y, por supuesto, no mas historias de terror por un tiempo.
Alguien ha llenado tu pupitre/escritorio de gomas de mascar, groserías, y un montón de basura. ¿Qué hará tu personaje? Se permite el uso de NPC u otros elementos.
Me dirigía corriendo hacia el salón donde tendría clases, tenía mi mochila colgada en ambos hombros y asegurada con mis manos para no perderla en el camino, y eso porque, ciertamente, iba a una gran velocidad, incluso sabiendo que no podía ni debía correr como lo hacía en ese momento. Estaba agitada y sentía que en cualquier momento, el corazón se me saldría por la boca, todo eso por no encontrar ese maldito zapato que todo el tiempo había estado debajo de un montículo gigante de ropa, y quién sabe cómo llegó hasta ahí. Mi cabello ya no era el mismo que había sido al salir de la habitación, ahora parecía un nido para los pajaritos que estuvieran cerca. Igualmente, eso era lo de menos, tengo la suerte de que con un pequeño pase de manos quede como antes y sino, da lo mismo, ¿quién me miraría?...
No era bueno para nadie ir como yo iba, y menos aún cuando te cazan a mitad del pasillo. No estoy segura de quién era, tampoco es que me interese demasiado, pero esto era una cuestión parecida al “vivir o morir”, y me tuve que detener. ¡Entonces, una horrible y gigante bestia posó su mano delante de mí! ¡Parecía que iba a comerme, alzó sus grandes ojos y me vio de arriba hacia abajo, de un lado a otro! ¡Que miedo me dio!... Bueno, en realidad era sólo un pequeño hombre, y cuando digo pequeño, me refiero a su altura que no alcanzaría más del metro y cincuenta y tantos. Sin embargo, era algo relleno y me miraba acusadoramente, como si hubiese hecho algo malo. Me apuntó con su dedo y creo que dijo algo como: “Ahora serás mi prisionera”. O tal vez como…… —¿¡Qué haces corriendo por los pasillos!?, ¡Y qué clase de pintas son esas!, te ligarás un buen castigo por esto, dime enseguida tu nombre…— Probablemente eso sea lo que más se acerque a la realidad. Sabía lo que me esperaba y no podía atenerme ahora mismo a las consecuencias, opté finalmente por cerrar los ojos, disculparme e irme caminando lentamente hasta llegar a una esquina y volver a correr con la mayor velocidad posible hasta, finalmente llegar al salón de clases.
—¡Ah!, ¡por fin!, que cansancio…— Fue lo único que pude decir, entre cortado por la agitación que tenía encima de mi ¿pobre y débil cuerpecito?, sí, claro. Caminé hasta mi pupitre y, antes de sentarme, noté un montón de groserías escritas en él. “Eres una…”, “Ojala te toque ir por los pasillos y que te den por…”, y muchas cosas más, peores inclusive, además de infinidad de gomas de mascar y papeles de dulces por todo el lugar, menudo desorden me había encontrado. —¡Claro que esto así no se queda!— Pensé, y volteé para mirar a cada uno de mis compañeros sospechosamente, dudando de cada una de sus sonrisas burlonas y miradas penetrantes que ahora se centraban sobre mí. En realidad, nadie me estaba viendo.
Pero mi suerte no acabaría allí, precisamente en ese instante entró una queridísima amiga de toda la vida. Ya, vale, una chica con la que realmente no me llevo nada bien, aunque eso sea su culpa realmente. Y ¿quién más sino?... Todo tuvo sentido de repente y, era obvio que ella había sido. Lo peor, fue que lo comprobó dando una sonrisita cómplice a una de sus amigas, no suelo pelear, la realidad es que generalmente me mantengo neutral y prefiero solucionar todo con unos ricos dulces que yo preparé, bueno, eso no era cierto, y si lo fuera lo haría, pero ahora no tenía nada de eso y mi humor no era el mejor para acompañarme a afrontar este tipo de situaciones. Opté por acercarme a ella y sin preguntar nada, darle un genialísimo golpe en la mejilla. El sabor de la venganza se sacudía y saltaba por mi boca, cerebro, cuerpo y puño. Conmigo no se iba a meter nunca más, y más le valía porque yo, soy la mejor. —¡Já!, idiota, eso va a enseñarte a no molestarme. Sos débil, nena, jajaja…— Reí, casi con burla y enojo, mucho enojo. Pero entonces, el señor profesor se apareció y, como si hubiese estado viendo todo desde la puerta dijo: “Tú, niña, por haber infringido las reglas de esta agradable academia, deberás correr con las consecuencias y ser decapitada por la Reina”. Bueno, lo más lógico es que no me iba a dejar decapitar… Corrí, corrí, y al final, alcancé las estrellas, que rodearon mi cuerpo transformándolo en un haz de luz para luego…
La realidad: —¡No puedes golpear así a una alumna, estás castigada!— Si, había sido así de sencillo, entre dientes pude atinar a contestar algo, pero fue inútil porque sólo logró que el profesor se enojara aún más y, sin comprender las razones por las que no debía ir a castigo porque yo era la mejor y una pobre víctima de la situación en la que había sido metida, me envió, ¡y no fue una buena situación!, ¡me observaba con sus ojos negros y grandes! ¡Podía llorar yo en cualquier momento!... Mierda, sólo a mí me pasan estas cosas.
Me dirigí hasta la puerta, y abandoné la sala, pero no sin antes hacer una seña obscena a mi “compañerita” y profesor [Sin que éste último se diera cuenta, obviamente].
—¡Ahora sí, Martina, la re hiciste, te van a mandar a castigo, por tonta…— ¿Y quién sabe por qué me insultaba sola?, y, mejor aún ¿por qué hablaba sola?.
La segunda parte es un post de temática libre, para verificar la creatividad y el desempeño, tal como si estuvieses abriendo un topic. Se permite el uso de cualquier elemento.
Caminaba para nada contenta y con mucha flojera hacia la sala de castigos donde cumpliría mi condena infinita por demostrar quién es el más fuerte, la ley de la selva. No es que tuviese la costumbre de ir siempre a aquel salón y por mi sentido de orientación, probablemente me perdería, si no fuese porque, ojeando los salones noté un gran cartel que decía “Salón de castigos”, sí, justamente ahí debía entrar yo.
Apoyé mi mano sobre la perilla y tragué saliva. No tenía miedo, pero no sabía con qué me encontraría. Agaché la cabeza y abrí finalmente la puerta, algo nerviosa. Descubrí que el salón de castigos no era tan malo. Quien debía vigilar que nos quedásemos ahí parecía bastante “buena onda” y su sonrisa fue más que suficiente para que entrara en confianza y saludara como era debido, tomando mi lugar junto a la ventana. Me ubiqué y aquella mujer dijo algo como: “—Bueno, ahora dulzuras, les daré postre—” Vale, no, no dijo eso, mencionó algo sobre quedarnos quietos y callados…No sería difícil, bajé mi cabeza, apoyándola en la mesa y comencé a observar las nubes a través de la ventana, hasta quedarme dormida. Pasaron unos minutos y me desperté, observando la habitación, estaba algo diferente. No había más que… ¿¡Dragones, monstruos, hipogrifos, ninfas y un pedazo de carne a punto que hacía que saliva resbalara por las comisuras de mi boca!?, ya, definitivamente lo último demostró que tenía hambre.
Como iba diciendo, todo se veía bastante norm… Ajá, seguro, estaba lleno de fenómenos, y lo peor es que a la mujer estúpida que tenía en frente no parecía importarle… Los dragones me susurraban, creo que pedían ayuda… —Ayúdanos, hemos perdido nuestro poder de escupir fuego, por favor, queremos recuperarlo…— Definitivamente eso no era para nada normal. —¡No hace falta que los ayude, dejen de molestar, me meterán en más problemas! —Mencioné, también entre susurros. Pero ellos insistían, tomándome de las ropas y extremidades, haciendo que cayera al piso. Enseguida, mi grandioso sentido de los problemas me indicaba que corriera de ahí… Ya no importaba cumplir con un castigo, no realmente… Me levanté como pude y corrí hacia la puerta, abriéndola, pero al salir noté cómo caía, ¡no había suelo!, definitivamente estaba cayéndome, y ahora sí que lo hacía… Sentía cómo el viento provocado por el impulso rozaba mi cara y mi piel se entrecortaba con ¿el aire?... No, no era con eso, estaba entre algo, entonces, dejé de caer y estaba atrapada en un telar de arañas. Intenté moverme y salir de ahí, pero era pegajoso y creo que también filoso porque mi cuerpo tenía pequeños tajos que antes no estaba ahí.
¡De pronto!, una araña gigante apareció de entre las sombras. Era realmente espantosa, su piel era negra con detalles rojos, ¿o era sangre?, tenía muchas patas, cubiertas totalmente de pelo y sus ojos, amarillos… Ah, no podría olvidar decir sobre sus colmillos, ¡eran enormes!, y chorreaban un líquido verdoso… Ésta se acercaba a mí, lentamente. Mi cabello se erizaba y ya estaba tan asustada que me limité a simplemente gritar… —¡No quiero, no quiero, no quiero morir, no aún! ¡Soy demasiado genial para morir, por favor! —Mencioné, casi entre lágrimas, eso demostraba creo lo llorona que podía ser cuando tenía miedo.
Entonces, la araña se detuvo y comenzó a hacerse cada vez más pequeñita, al mismo tiempo, disminuía también el tamaño de la tela donde estaba sostenida, y al hacer esto me cortaba. —¡Ah!...¡Cheee, ayudaaaa, alguien! ¡Rápido, llamen al 911, policía! —Me limité a gritar, de dolor y angustia, logré girar la cabeza y ver hacia abajo. Ah, sí, para todo esto la araña gigante ya se había hecho diminuta y lo que me preocupaba ahora mismo eran los picos que había debajo mío a los que caería en cuanto el telar desapareciera. No quería morir. No aún.
El pánico aumentó al sentir que caía, conocía mi destino y cerré los ojos. Luego de unos segundos de estar cayendo, sentí raro no haber muerto, respiraba, y mi corazón latía… ¿Qué estaba pasando?, unas manos rodeaban mi cuerpo, me asusté, pero logré mantener la calma y mirar hacia arriba, divisando una melena rubia, era ¿un hombre?, sí, eso es lo que era, un hombre musculoso y que vestía … Mallas… que asco, definitivamente que asco… Pero me había salvado, o eso creí hasta que simplemente, me soltó. Sí, ¡me soltó!, sin aviso, nada… únicamente comencé a caer hasta tocar el piso. Fue un gran golpe, pero como soy la mejor, nada me pasó. Estaba todo oscuro, y varias personas se acercaban a mí. Yo firmemente creí que eran personas, pero al ver que se acercaban y poder divisar mejor sus rostros, caí en cuenta que eran verdosos, no tenían ojos ni dientes. Eran tenebrosos… mucho… ¡Demasiado! Mi grandeza no lo soporta. Para completar la sorpresita, eran rápidos y no parecían tener buenas intenciones. Diablos.
Se abalanzaron sobre mí. Sentí que iba a morir y cerré los ojos para dar mi última ¿palabra?, un gritito mudo.
Abrí los ojos rápidamente y moví la cabeza a un lado, ¿estaba viva? Pero… ¿Cómo?. Un montón de personas me observaban como si estuviese loca y aquella mujer tan “buena” parecía disgustada, pero a la vez se reía, como todos allí. —¿Te gustan los dragones— Eso me dijo—Hablaste dormida— ¿Pero yo no había despertado ya?... Que raro, todos ahí parecían normales, ¿cuánto había pasado? O mejor, ¿qué había pasado?...
En cuanto la señora de en frente dijo ‘’Ya pueden irse” tomé mis cosas y me marché antes que nadie, tratando de meditar, no iba a volverme loca todavía. Era demasiado joven para eso. Y, por supuesto, no mas historias de terror por un tiempo.
- Spoiler:
- Sinceramente, me disculpo por haberlo hecho tan largo, pero cuando comencé a escribir no pude parar, y quería resumir pero sentía que la mayoría de las cosas eran importantes. Espero que no se les haga pesada y aburrida la lectura.
Martina Hernández- Interpreta:
- Mensajes : 6
Fecha de inscripción : 20/03/2011
Re: Entrevista Martina Hernández [Buenos Aires, Argentina]
Entrevista aceptada.
Roderich Edelstein- Integrado a:
- Mensajes : 198
Fecha de inscripción : 19/07/2010
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