Tomando un café [Privado]

Hacía apenas una hora que había llegado a ese enorme instituto y se la había pasado deambulado desde entonces por los amplios pasillos, observando con cuidado por dónde iba para no perderse, aunque al final lo consiguió. Justo cuando estaba a punto de dar media vuelta y decidir deshacer el camino, le llegó el aroma a café y se detuvo a la mitad del giro, sonriendo de oreja a oreja. Le encantaba el café, sobretodo un rato antes de irse a dormir, lo que siempre provocaba que se pusiera hiperactiva y tuviera que hacer siesta durante el día, pero por nada lo dejaría.

Se encaminó hacia la puerta y miró tímidamente el interior, aunque al ver que tenía un pequeño escaparate con pastelitos se le hizo la boca agua y se animó a entrar. Sólo esperaba que no le dijeran nada extraño por ser nueva.

Se colocó frente al mostrador, tratando de decidir qué tomar mientras buscaba por el tacto su monedero en forma de tomate dentro de su maleta.

Su estómago estuvo resonando durante todo el trayecto, no pretendía comer aún, por que se suponía debía terminar los trabajos que debía para mañana. Al final le dió más importancia a alimentarse, como siempre. Aceleró el paso, que ya sabía de memoria, hasta la cafetería y una vez allí, se adentró como si fuera su propia casa, ya nadie le decía nada por eso, incluso las propias cocineras lo ignoraban, era costumbre tanto que se colara en las filas, como que llegara a ese lugar tan decidido.

Se acercó al escaparate, a esas horas era difícil encontrar comida decente, o algo grande que satisfaciera sus gustos culinarios, culpa de su disgusto hacía la comida extranjera. Ni cuenta se dió que había alguien al lado, sólo se limitó a observar con detenimiento los dulces que parecían llamarle a probarlos.
Fue cuando disponía a pedir un trozo de pie de limón, que le hacía agua la boca lo suculento que se veía, en ese momento, se fijo en la chica que yacía de pie a pocos metros de sí.

- Ah, ¿estabas tu primero?. No lo note, puedes pedir, yo espero. -Sonrío sin más, le era tan fácil darse con las chicas.

Levantó la cabeza al oír la voz de un chico. Oh, vaya, ni se había dado cuenta de lo cerca que lo tenía tan cerca, tan absorta como estaba intentando decidir qué tomar.

-Ah, tranquilo, yo aún no sé qué elegir... -se llevó un dedo a los labios, mirando de nuevo el escaparate. Tal vez elegiría a "pito pito gorgorito", pero se le ocurrió una idea-. Oye, ¿tú qué me recomendarías? -le sonrió dulcemente-. Es que todos tienen taaaan buena pinta~.

Parpadeó un par de veces al recibir aquella sonrisa, era bonita, la chica en sí lo era, además de voluptuosa. Eso era otro punto a favor en las virtudes de una chica, para él. Su sonrisa se ensanchó, si los liges anteriores no había funcionado por a, b, c motivo, quizás ahora resultaba.

- Claro. Veamos... -Se inclinó para ver mejor, señalando luego el pastel de queso que deslumbraba al lado del Pie.- A mí me gusta, sabe bien y es una de las pocas cosas que hacen bien en éste jodido lugar.

Miró el pastel que le señalaba y sonrió un poco más.

-Uhm, sí, ese lo había considerado, muchas gracias por la información~ -le guiñó un ojo y se dio la vuelta para pedirle a la mujer tras la barra su café con leche y mucho azúcar, además del pastel indicado. Se relamió los labios al verlo más de cerca en su bandejita, esperando que fuera tan rico como ese chico le había dicho.

Le sonrió una última vez y se fue a buscar asiento, tomando uno cerca de la ventana donde daban suaves rayos de sol.

Esperó que atendieran a la joven, pidiendo luego lo suyo. Ese postre que ansiaba, acompañado de un refresco, así estaría bien por ahora.
No apresuraría las cosas, si iba directo al punto con la chica, podría ser que le rechazará directamente y eso no lo permitiría, aunque nadie estuviera cerca para burlarse.

Cogió su bandeja, sin dar las gracias, para encaminarse a unos de los puestos más apartados, le agradaba la soledad. Picó un par de veces el Pie con el tenedor, desconfiado, pero probando finalmente un poco.

El sol le daba cálidamente y se reflejaba en su café, levantando ese suave aroma característico que le hizo suspirar. Cogió su tenedor para probar el pastel de queso, viendo de reojo al chico sentarse en el otro lado de la sala, frunciendo los labios. Debía ser tímido, le hubiera gustado haber hablado un ratito con él, ya que parecía amable y era guapísimo, aunque ese "jodido" que había soltado le había sonado un poco feo. Bah, qué más daba, tal vez en otra ocasión podría conocerle más a fondo y cambiarle un poco ese vocabulario.

Tomó un poco del pastel, degustándolo lentamente y sonriendo encantada mientras se llevaba las manos a las mejillas. Sí que estaba bueno~. Le dirigió una mirada al chico nuevamente e hizo un gesto para decirle que estaba buenísimo. Además, tomándolo con un sorbo de café era todavía mejor~.

Sintió la mirada de la muchacha encima y por inercía alzó la vista para cruzar miradas con ella, sonriendo de nueva cuenta cuando esta le dió la señal de que el postre le había gustado. Bien, era suficiente, hora de utilizar sus encantos italianos, seguro y ahora conseguía su cometido.

Se levantó, encaminándose hacía la chica, con bandeja en mano y una vez cerca, la dejo sobre la mesa, separando la silla frente a ella, con la intención de sentarse.

- No te molesta si te acompaño, ¿Verdad?. -Y una leve, pero notoria sonrisa se dibujó en su rostro otra vez.

El rostro se le iluminó con una enorme sonrisa mientras asentía con la cabeza.

-Claro, claro, hay sitio de sobras~ fusososo~ -estaba realmente contenta de tener compañía-. Pensé que eras tímido y por eso te fuiste a sentar al otro lado.

Las mejillas se le enrojecieron un poco mientras miraba fijamente los ojos del chico. Qué hermosos eran, tan dorados, grandes y brillantes... Y la sonrisa galante que tenía en sus labios le hizo latir un poco más rápido el corazón. Vaya, no le solía pasar esas cosas con cualquiera, éste chico debía tener algo especial.

-Uh... uh... y... bueno... Me llamo Isabel~ -se estaba sonrojando todavía más, ¿qué demonios le había pasado? Si normalmente no vacilaba al hablar con nadie. La mano le tembló un poco cuando se la tendió para que la estrechara.

Enarcó una ceja, bastante intrigado por la reacción de su compañera, hasta que comprendió a que se debía. Eso sólo le indicaba que iba por buen camino, así que se acomodó en el asiento de enfrente, tomando la mano de la chica con delicadeza cuando esta se la extendió, depositando un sutil beso sobre la misma.

- Mucho gusto, Isabel. Es un bonito nombre, igual que tú. -Dijo con toda a galantería que tenía. No mentía, tenía una belleza diferente, algo le llamaba la atención de esa piel bronceada y esos ojos verdes. Un minuto, estaba siendo demasiado profundo, ¿qué demonios?.

- Ah, mi nombre es Lovino. -Ahora comenzaba a ponerse nervioso de apoco, y eso no era bueno, en lo absoluto.

Sintió su corazón dar un brinco cuando le besó la mano, sonrojándose bastante. Ay, Dios, ¿por qué era tan galante este chico? Tuvo que soltar una risa para calmar un poco sus nervios.

-Vamos, soy de lo más normalita, hay gente mejor que yo, estoy segura -asintió, aunque el halago le había encantado-. Lovino también es un nombre muy bonito, me gusta mucho -soltó la mano del chico y entrelazó sus dedos, jugueteando con sus índices-. El sonido de las consonantes de tu nombre lo hace muy suave, como una caricia... -entonces se dio cuenta de lo que decía y se llevó rápidamente una mano detrás de la cabeza, un poco avergonzada-. Ay, perdón, no sé por qué dije esa tontería~.

Logró controlarse, si quería continuar con su conquista, debía mostrar seguridad en si mismo. Lastima que el comentario de la castaña llegó a sus oídos, era un bonito cumplido. Es decir, siempre era él quién cortejaba con palabras lindas y halagos. Así que el tinte rojizo se marcó en sus mejillas, muy leve, pero notorio.

Estaba haciendolo mal, hora de actuar mejor.

- Te equivocas, algo en tí llama mucho la atención, Bellissima. -Pronunció en su idioma, extendiendo la diestra hacía ella para retirar con delicadeza un mechón que caía sobre la frente.- Tu nombre suena a Reina. -Cambió la dirección de su mano para regalar una breve caricia a la mejilla más cercana de la ojiverde, apartandola después.-

La caricia fue todo dulzura pero ese halago... Le resultó tan gracioso que no pudo evitar reírse, tapándose la boca con cuidado para no parecer tan maleducada.

-¿Reina? -ella podía ser de todo menos eso-. Oh, muchas gracias, aunque no creo que llegue a eso -siguió riendo alegremente, notando que el calor de sus mejillas aumentaba un poco más. Pero se estaba bien en compañía de aquel chico.