Elterliche Instinkt [Kiku]

Sentía la evidente rabia del alemán, y no paraba de impresionarse en el como controlaba su fuerza en su muñeca a pesar de lo enojado que estaba. Debido a los largos pasos, le costaba a veces llevarle el ritmo, sintiendo a veces que iba a tropezar y caer al suelo, pero ahí estaba aquella mano que le sujetaba y no le dejaba trastabillar.

Al entrar a la habitación, pudo notar al instante la pulcridad y orden de esta, incluso aún más que la suya: era de esperarse de su compañero, el cual tenía las normas implantadas a flor de piel. Todo fue tan rápido, que apenas notó como le sentaban en la cama y le ponían un toallón encima. Finalmente, reaccionó cuando notó las manos contrarias deshacerse poco a poco de su camisa. El estremecimiento fue instantáneo, pero al escuchar las palabras, se calmó un poco: Ludwig era de confiar, a diferencia del francés, por ejemplo. No tendría por qué andarse fijando en él y todas esas cosas, de verdad quería ayudarle.

- Gra-Gracias, Ludwig-san... -dijo, sin poder evitar temblar un poco- Aunque en realidad, creo que no fue tanta agua. Esto de desmayarse de repente... -una gota se asomó por su cabeza, y pues sí, tal parecía que su condición empeoraba cada vez más. Y hablando de eso, ¿por qué había sido esta vez? Intentó recordar, y las imágenes vinieron al instante- ¡Mi cámara! -movió su cabeza, buscándola por la habitación- ¿Está acá?

Y es que no, esa cámara TENIA que estar en sus manos, no podía permitir que siguieran mirando a expensas suyas.

Al escuchar nuevamente sus palabras, pudo comprobar sus dudas. Y es que sí, en algún instante se había vuelto tan tímido e introvertido, que en cierto sentido, le costaba confiar en la gente y en sus verdaderas intenciones. Pero con Ludwig, no tenía por qué dudar, sino que simplemente confiar. Y si es que le hacía algo... bu-bueno, ahí buscaría una forma de defenderse, aunque con su salud, ugh...

- No te preocupes por eso, Ludwig-san -le contestó- Debo admitir que en un principio me descoloqué un poco, pero ya me he dado cuenta que no es motivo de preocupación~

Sintió por un instante una leve respiración cerca de su cuello, pero se había distraído al pensar en su cámara. Siguió la mano de su compañero, y ahí pudo observar aquel bulto que tantos problemas le había acarreado en los últimos minutos. Suspiró de alivio, y sentía como su respiración se tranquilizaba y volvía definitivamente a la normalidad, incluyendo también el leve masaje que éste le estaba haciendo en los hombros. Y tomando conciencia de aquello, le impresionaba como el alemán tenía unos movimientos tan suaves y delicados a pesar de la aparente brusquedad que aparentaba. Y no supo si era verdad, pero en algún instante también sentía como aquellos movimientos se transformaban en caricias, aunque aquella sensación era bastante efímera.

Lo que si no se esperaba, fue la respuesta de Ludwig con respecto a la cámara, por lo que sin querer, se sonrojó. Sin embargo, pudo apreciar la media sonrisa que este le estaba dediando (sí, eso era, aunque todos creyeran todo lo contario). Sabía lo mucho que a este le costaba demostrar aquellas cosas, por lo que en compensación, le sonrió de vuelta.

- Lo sé, por lo general suelo cuidar esas cosas, pero esta vez se me fue un poco de las manos. Es que con Francis-san y Gilbert-san presentes...

Una gota se asomó por su cabeza, y repentinamente, soltó un suave estornudo, por lo que instintivamente, tomó la toalla de los costados para cubrirse un poco. Genial, si se enfermaba ahora, la haría de oro: ya estaba algo retrasado con algunas cosas, y con su estado de salud, podía caer en cama por lo mínimo una semana. Aunque sentía que no era tan así, lo mejor era prevenir.

- Ku-Kuso... -soltó sin premeditar sus palabras*- No puedo creer que por un poco de agua me vaya a enfermar...

*Puse esto porque generalmente, "Kuso" se traduce como "mierda", y como ya sabemos, Kiku no es de las personas que anda hablando groserías por ahí.

Todo había ocurrido muy rápido: en un segundo, estaba cubriéndose del aparente frío que sentía, y al siguiente, se encontraba acunado por completo en los brazos de Ludwig. Naturalmente, los colores subieron al instante a su rostro. ¿Por qué de repente le había dado a su compañero por mostrar efusividad? Era un misterio que seguiría por mucho tiempo en su cabeza, pero ahora, no podía negar que se sentía cómodo, a pesar de todo. Sin embargo, al no estar acostumbrado al contacto físico, comenzó a temblar inconcientemente, esta vez no de frío, sino que de nervios.

Escuchaba atentamente sus palabras, y no pudo evitar agradecer interiormente que estuviera tan dispuesto a ayudarle frente a los demás, y a la vez, sentir algo de pena por la insistencia de éste en incluírle en el club de deportes.

- De verdad me gustaría mucho inscribirme, pero siento que lo mío no es físico, sino que psicológico -habló algo apenado- De todas las veces que he hecho recuento de mis caídas, la mayoría han sido desmayos cuando estoy con alguien.

Su voz se perdía cada vez un poco más, debido a la cercanía que tenía con su compañero. ¿Hace cuánto que no sentía un calor como aquel? Quizás nunca lo tuvo, ya que lo único que recordaba de sus padres eran gritos, golpes y... mejor detenerse. Sin premeditarlo, el sueño empezó a hacer presencia, incluyendo las caricias en su cabeza que le habían caer inevitablemente en los brazos de Morfeo poco a poco.

- Po-Por eso... Es mejor que me quede en Arte, me relaja, y m-me saca de la rutina... Ju-Junto con que puedo usar mi cámara si-sin que nadie me mire feo...

No pudo evitar soltar un suspiro cargado de frustración, mezclado con desilusión. Era incapaz de encontrar las palabras correctas para explicarle a Kiku lo que realmente quería decir, pero, ¿cómo decirle que no se trataba de conseguir un miembro más para su club?, no lograba ordenar sus ideas con claridad, y eso lo frustraba más allá de lo imaginable.

Estrujó el frágil cuerpo de su compañero contra su pecho, pero procurando ejercer presión sin dejar de lado la delicadeza; No quería hacerle sentir presionado a nada, pero tenía ese dulce aroma y esa fragilidad tan característica de Kiku, que le resultaba imposible resistirse. Ese pequeño y delicado cuerpo entre sus potentes brazos, ¿Y cómo decirle lo que quería decir sin hacerle sentir incómodo? No quería que Kiku acabase huyendo asustado por sentirse incómodo o acosado, le aterraba la idea.

Acercó lentamente su cabeza hacia su brillante y suave cabello oscuro, donde no pudo evitar el impulso de inhalar profundamente para captar un poco más de ese dulce y adictivo aroma natural que emitía. Luego desplazó suavemente su boca hacia la oreja de Kiku, y le susurró con tanta suavidad y dulzura como pudo, como nunca había hecho antes con nadie:

- Kiku... No se trata del Club de Deportes... Tenemos muchos miembros, y no está en mis planes ir de aquí para allá reclutando, es que... -se quejó con un pasional gruñido que apenas pudo reprimir- Discúlpame, estoy desvariando...

Acarició con ternura la nuca de su compañero, buscando tranquilizarle y hacerle sentir tan cómodo como seguro. Emitió un segundo suspiro, pero ésta vez, sonaba como si quisiese calmarse, y así era, sentía cómo le hervía la sangre, pero no era esa sensación acalorada que produce el enojo, era diferente... era como... agradable. Se mantuvo un período de tiempo prolongado así, buscando calmarse y ordenar sus ideas, para poder expresar correctamente lo que quería decirle, sin terminar haciendo que su compañero quisiese huir despavorido de la habitación. Finalmente, optó por lo primero que saliera por sus labios, por primera vez, dejarse llevar por lo que sentía.

Antes de poder si quiera notarlo, su índice y su pulgar ya se encontraban posados con delicadeza sobre la barbilla de Kiku llevándole la mirada hacia sus ojos, que ya no parecían una gélida ventisca polar, daba la sensación de que todo ese hielo se había derretido y ahora le miraba con tanta ternura como sus ojos podían expresar. Así es, se había alejado de su oreja, y ahora sus narices se encontraban separadas por lo que a duras penas llegaba a ser un centímetro, y ahí se encontraba, mirándole fijamente.

- Kiku... Poco tiene que ver todo esto con mi maldito club de Deportes... Es sólo, ésta necesidad tan fuerte de querer tenerte cerca, de querer protegerte, de querer cuidar de ti, a cada momento...

Lentamente, aproximó su boca hacia los carnosos y suaves labios del japonés, deteniéndose sólo a unos milímetros, sin presionarle, sin estar obligándole a nada, era algo más como una... invitación.

Cada vez sentía como el sueño le dominaba más y más, a tal grado que ya no podía mantener sus ojos abiertos, todo gracias a las suaves caricias que su compañero le estaba dedicando. Y no era un sueño pesado, todo lo contrario, era un sueño que le relajaba, que le permitía estar en paz, y olvidar por completo que se encontraba en una Academia casi al borde del estrés por los estudios. Por un instante, olvidó todo, absolutamente todo, y solo se concentraba en aquella sensación tan agradable que le llenaba el pecho y el alma por completo.

Sin embargo, y con la real metáfora del despertar de un abrupto sueño, el sentir el susurro del alemán tan cerca le hizo despertar, y poner los sentidos en tierra. Los nervios estaban consumiéndole poco a poco, y no recordaba como demonios habían llegado a estar tan cerca, pero el sentir nuevamente aquellas maños tan delicadas con él sobre su nuca, le hizo volver a aquel estado de relajación lentamente. Aprovechó a la vez de procesar sus palabras: ¿Qué no era por el club de deportes? ¿Entonces por qué insistía tanto? No encontraba una razón de sus palabras, y al notar como Ludwig mismo comenzaba a divagar, le miró levemente hacia arriba, esperando pacientemente una respuesta.

- No-No entiendo del todo... -y como si le hubieran leído la mente, tenía los dedos de su compañero sobre su mentón, mirándole fijamente a los ojos.

El contacto se hacía más y más cercano, y no hacía nada por detenerlo, lo que logró que sus mejillas se sonrojaran de la vergüenza. Apenas y alcanzó a procesar sus impactantes palabras, cuando la distancia se redujo aún más, teniendo los labios del alemán a solo un suspiro de alcanzar los suyos. Protegerlo, cuidarlo... Sentía que lentamente, todo comenzaba a tener sentido, a encajar en su cabeza. ¿Y qué sentía él? Era un completo mar de confundidos sentimientos. Cariño, aprecio, respeto... ¿Amor? Poco a poco su sistema comenzaba a colapsar, y aquella sensación que tan bien conocía comenzaba a dominarle. Sabía que solo le quedaban unos minutos, incluso tal vez unos segundos, por lo que, con la vista ya casi nublada por completo, y una sensación dominante de fiebre, rompió aquella distancia entre ambos alientos, en un suave y tímido contacto: se sentía agradable, incluso podría decir que le gustaba. Así, disfrutó de aquella sensación por unos buenos segundos, para después, caer desvanecido sobre los labios de Ludwig.