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Despedida. [Lovino]
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Despedida. [Lovino]
Definitivamente no era un buen día, para nada, hace algún tiempo había discutido con el italiano y se habían insultado de la peor forma posible, ambos pensaban que el odio era mutuo, pero no era así, a pesar de los intentos del italiano por romper su valiosa guitarrra, de su malhumor y lo injusto que podía llegar a ser a veces, sus sentimientos crecían a mil por hora, a veces pensaba que eran como un automovil sin frenos que aumentaba su velocidad por segundos dispuesto a chocar contra una muralla y destrozarse, y en esa situación, la muralla era Lovino, pero no estaba dispuesto a quedar destrozado, a complacerle con un poco de sexo y luego mandarse a cambiar, lo que sentía por él era mas fuerte que un simple deseo de satisfacción, si el tío quería solamente probar, que lo hiciera con otro, él no era de ese tipo de personas.
Se levantó temprano, había faltado a clases poniendo de excusa que no se sentía bien, no tenía animos para absolutamente nada y quería salir de ese lugar antes de que el castaño volviera después de las horas de clases que le correspondían. No había avisado a nadie, sencillamente llegaría a una de las oficinas con todas las maletas diciendo que el chico no le quería en la habitación por problemas personales, y que el error había sido suyo nada mas, no quería culparle, ya sabía los problemas que tenía con los encargados debido a todas las veces que le habían abandonado por su mal caracter, y la verdad es que el problema era sólo suyo, sólo él estaba enamorado, por eso quería salir de ahí lo antes posible.
Terminó de empacar sus cosas bastante temprano, tal vez si se hubiera levantado un poco mas tarde, pero ni siquiera podía dormir, por las noches sólo soñaba con él, era como una maldición que le consumía lentamente y que le borraba la sonrísa, nunca antes se había sentido así, siempre pensó que el amor era pura felicidad, nada comparado con lo que sentía en ese momento, que era amargo, oscuro.
La habitación estaba impecable y sus cosas perfectamente ordenadas a un lado de la puerta, justo para salir cuando quisiera, incluso se había dado el tiempo para ordenar las cosas del italiano, como solía hacerlo desde que había llegado. Sin más que hacer se sentó sobre la cama a esperar que pasara el tiempo, podría haberse ido en ese mismo instante, pero quería observar esa habitación por una última vez. Observó la guitarra, una de las razones principales por la cual los dos solían discutir e insultarse, la tomó y la sacó de su estuche para revisarla, era bastante vieja, pero estaba bien cuídada, era su más preciado tesoro y nunca iba a dejar que le hicieran un rasguño siquiera, con ella su madre le había enseñado a tocar y a cantar.
Comenzó tocando distintas melodias, una tras otra y sin un orden especifico, riendo bajito a veces cuando se equivocaba y tarareando o cantando en voz baja también, no iba a ser muy considerado de su parte si despertaba a alguien que de verdad estuviera enfermo.
Fué así como llegó hasta esa melodia, la que inconcientemente había estado tocando y cantando para él cuando vino y le hizo callar, quitandole la guitarra para amenazarle con romperla, no había podido evitar el ponerse furioso y sacar su lado de "maldad", aunque no le gustaba... tal vez había sido cruel, pero ya no importaba, se iría y no le volvería a ver, o lo evitaría como había prometido.
- Y es así como ayer decías que iba a ser, la vida es tan simple ahora sin tenerte. -Tocaba la melodia de la canción al tiempo que cantaba, se detuvo sólo un instante para aclarar su garganta y afinar un poco el instrumento.- Y sigo así, palabras que me desnudan, me envuelven tanto las dudas, la historia siempre continúa...
Otra pausa mas prolongada que la anterior, observó a su alrededor como buscando un motivo para continuar mientras la expresión de su rostro parecía mostrar nada más que angustia, después de un rato y sin darle más vueltas, tomó un poco de aire para seguir con la canción.
- Y no puedo dejarte de amar, y no puedo dejar de esperar, no puedo perderte al final, y no te puedo olvidar, no sé luchar...
Su voz se quebró y no pudo continuar, aunque no estaba llorando tenía un nudo en la garganta.
Se levantó temprano, había faltado a clases poniendo de excusa que no se sentía bien, no tenía animos para absolutamente nada y quería salir de ese lugar antes de que el castaño volviera después de las horas de clases que le correspondían. No había avisado a nadie, sencillamente llegaría a una de las oficinas con todas las maletas diciendo que el chico no le quería en la habitación por problemas personales, y que el error había sido suyo nada mas, no quería culparle, ya sabía los problemas que tenía con los encargados debido a todas las veces que le habían abandonado por su mal caracter, y la verdad es que el problema era sólo suyo, sólo él estaba enamorado, por eso quería salir de ahí lo antes posible.
Terminó de empacar sus cosas bastante temprano, tal vez si se hubiera levantado un poco mas tarde, pero ni siquiera podía dormir, por las noches sólo soñaba con él, era como una maldición que le consumía lentamente y que le borraba la sonrísa, nunca antes se había sentido así, siempre pensó que el amor era pura felicidad, nada comparado con lo que sentía en ese momento, que era amargo, oscuro.
La habitación estaba impecable y sus cosas perfectamente ordenadas a un lado de la puerta, justo para salir cuando quisiera, incluso se había dado el tiempo para ordenar las cosas del italiano, como solía hacerlo desde que había llegado. Sin más que hacer se sentó sobre la cama a esperar que pasara el tiempo, podría haberse ido en ese mismo instante, pero quería observar esa habitación por una última vez. Observó la guitarra, una de las razones principales por la cual los dos solían discutir e insultarse, la tomó y la sacó de su estuche para revisarla, era bastante vieja, pero estaba bien cuídada, era su más preciado tesoro y nunca iba a dejar que le hicieran un rasguño siquiera, con ella su madre le había enseñado a tocar y a cantar.
Comenzó tocando distintas melodias, una tras otra y sin un orden especifico, riendo bajito a veces cuando se equivocaba y tarareando o cantando en voz baja también, no iba a ser muy considerado de su parte si despertaba a alguien que de verdad estuviera enfermo.
Fué así como llegó hasta esa melodia, la que inconcientemente había estado tocando y cantando para él cuando vino y le hizo callar, quitandole la guitarra para amenazarle con romperla, no había podido evitar el ponerse furioso y sacar su lado de "maldad", aunque no le gustaba... tal vez había sido cruel, pero ya no importaba, se iría y no le volvería a ver, o lo evitaría como había prometido.
- Y es así como ayer decías que iba a ser, la vida es tan simple ahora sin tenerte. -Tocaba la melodia de la canción al tiempo que cantaba, se detuvo sólo un instante para aclarar su garganta y afinar un poco el instrumento.- Y sigo así, palabras que me desnudan, me envuelven tanto las dudas, la historia siempre continúa...
Otra pausa mas prolongada que la anterior, observó a su alrededor como buscando un motivo para continuar mientras la expresión de su rostro parecía mostrar nada más que angustia, después de un rato y sin darle más vueltas, tomó un poco de aire para seguir con la canción.
- Y no puedo dejarte de amar, y no puedo dejar de esperar, no puedo perderte al final, y no te puedo olvidar, no sé luchar...
Su voz se quebró y no pudo continuar, aunque no estaba llorando tenía un nudo en la garganta.
Antonio Fernández C.- Participante en:
- Mensajes : 77
Fecha de inscripción : 22/07/2010
Re: Despedida. [Lovino]
Maldito instituto, lo detestaba. El ambiente era un asco, la gente estúpida, la comida mala y los pasillos muy largos, quería regresar a su casa, aunque tampoco fuera el mejor sitio donde estar con su Madre molestando. En el fondo quería irse a un lugar muy apartado y lejos, solo. Donde nadie le dijera que hacer, ni existieran tantos problemas. A decir verdad el mayor de ellos era una persona con nombre, apellido y obsesión por los tomates. Sí, nadie más que Antonio Fernández, su pesadilla desde que puso un pie en su habitación.
Quizás no era tan así, no todo era malo. Muchas veces intento animarlo cuando se sentía mal por culpa de algún comentario fuera de lugar, o las veces que lleno su rostro de curitas para ocultar las heridas que dejaron las peleas que tuvo con algunos compañeros debido a sus venenosas palabras. Cocinaba bien, mantenía todo ordenado, incluyendo sus cosas, que no tenían nada que ver con el español pero aún así las dejaba en su respectivo lugar, era asendoso. Y la sonrisa que tenía, es aque le ponía los nervios de punta, era especial, bonita. En contraste con esos cristalinos ojos verdes...
Sacudió la cabeza al darse cuenta de sus pensamientos, no eran comunes en él, menos si le hacían sonrojar, como en ese momento. Maldito Antonio. Al menos ya no le vería la estúpida cara nunca más, gracias a las últimas discusiones había logrado lo que tanto le costo en un principio, recuperar su espacio. Pero sentía un vacío en el estómago, ¿por qué?. No es que le importará que se fuera ni mucho menos... ¿Verdad?.
Siguió su camino por las escaleras, hasta llegar al cuarto piso. Introdujó las manos en los respectivos bolsillos de su pantalón mientras su trayecto se hacía más corto, estaba a unos cuantos pasos de su cuarto cuando se detuvo. ¿El chico aún estaría ahí?. No lo vío por la mañana y era extraño, por que a pesar que no se hablaban, si se topaban. Sus sospechas se disiparon al escuchar la voz del moreno salir desde adentro.
Dió un suspiró breve antes de quedar de pie frente a la puerta, acercando la diestra para girar el pomo lentamente, como si se tratará de algo peligroso.
- Ah, aún sigues aquí. -Dijo, fingiendo desinteres al entrar.
Quizás no era tan así, no todo era malo. Muchas veces intento animarlo cuando se sentía mal por culpa de algún comentario fuera de lugar, o las veces que lleno su rostro de curitas para ocultar las heridas que dejaron las peleas que tuvo con algunos compañeros debido a sus venenosas palabras. Cocinaba bien, mantenía todo ordenado, incluyendo sus cosas, que no tenían nada que ver con el español pero aún así las dejaba en su respectivo lugar, era asendoso. Y la sonrisa que tenía, es aque le ponía los nervios de punta, era especial, bonita. En contraste con esos cristalinos ojos verdes...
Sacudió la cabeza al darse cuenta de sus pensamientos, no eran comunes en él, menos si le hacían sonrojar, como en ese momento. Maldito Antonio. Al menos ya no le vería la estúpida cara nunca más, gracias a las últimas discusiones había logrado lo que tanto le costo en un principio, recuperar su espacio. Pero sentía un vacío en el estómago, ¿por qué?. No es que le importará que se fuera ni mucho menos... ¿Verdad?.
Siguió su camino por las escaleras, hasta llegar al cuarto piso. Introdujó las manos en los respectivos bolsillos de su pantalón mientras su trayecto se hacía más corto, estaba a unos cuantos pasos de su cuarto cuando se detuvo. ¿El chico aún estaría ahí?. No lo vío por la mañana y era extraño, por que a pesar que no se hablaban, si se topaban. Sus sospechas se disiparon al escuchar la voz del moreno salir desde adentro.
Dió un suspiró breve antes de quedar de pie frente a la puerta, acercando la diestra para girar el pomo lentamente, como si se tratará de algo peligroso.
- Ah, aún sigues aquí. -Dijo, fingiendo desinteres al entrar.
Lovino Vargas- Interpreta:
- Mensajes : 158
Fecha de inscripción : 21/07/2010
Re: Despedida. [Lovino]
Casi dió un salto cuando su compañero entró en el cuarto, ¿Por qué estaba ahí tan temprano?, se suponía que sus clases iban a durar hasta tarde, además después de eso tendría las actividades del club y así hubiera tenido el tiempo suficiente como para desaperecer de su vida para siempre. Ni siquiera era hora de almuerzo y ya tenía al malhumorado italiano en frente sin su tipica cara de enfado, si no que demostrando desinteres en su rostro, incluso hasta pudo ver decepción, y hubiera preferido mil veces un insulto y una cara de pocos amigos, hasta un golpe que ese gesto de completo desprecio y esas palabras tan apagadas.
- ... Lovino. -Le miró por pocos segundos, desviando luego la vista hacia otro punto de la habitación mientras agarraba el estuche y guardaba su guitarra.- No pensé que llegarías tan temprano, lo siento. Ya me voy.
Sus ojos volvieron inconcientemente a posarse sobre la figura del italiano, y le observaron detalladamente una última vez, comenzando por recorrer las perfectas facciones de su rostro, esos hermosos ojos avellana que le idiotizaban, el rojo casi constante de sus mejillas y el rosa de los suaves labios, nunca antes había deseado tanto besarlos hasta el cansancio, escuchar, tal vez, una dulce palabra que viniera de ellos, y esa melodiosa voz que le alegraba el día a día cada vez que podía oírla, por más agresivo que fuera su tono y por más insultos y frases hirientes que le dijera. Continuando luego por el cuello, era como un dulce manjar que más de una vez había logrado probar sin percatarse de su exquisito sabor, su pecho, sus hombros, sus brazos, el abdomen, todo ese cuerpo que era pura perfección, rincones prohibidos del mismo que había tocado y sentido con sus manos sin saber que el fantasma de su calor permanecería en su piel y esta se volvería adicta a lo imposible, que comenzaría a desearlo de forma casi enfermiza.
Dejó de mirarle de repente... ¿Por qué tenía que amarle de esa forma tan dolorosa?, era como el frío de una daga traspasando su corazón, e incluso hubiera preferido literalmente ese desenlace, sólo si se hubiera dado cuenta a tiempo del porque el odio que le tenía el italiano parecía penetrar en su alma y herirle como hacia tiempo nada había logrado herirlo.
- Como te dije, haré lo posible para que no tengamos que cruzarnos y puedas continuar con tu vida normalmente sin tener que ver mi cara. -No pudo ocultar la angustia en su rostro ni en el tono de su voz, aunque aún permanecía esa sonrísa imborrable.- Y espero sinceramente que puedas mantener a un compañero en ésta habitación, sé que me pediste que me quedara, pero me voy porque es mi problema.
Desvió la mirada, se puso de pie agarrando su guitarra y se encaminó hacia la puerta principal para acomodarse lo bolsos y las cosas encima antes de salir.
-Si se me queda algo tiralo, puedes estár seguro de que no volveré a aparecerme por aquí, así que... hasta nunca, Lovino Vargas.
Sólo una vez en su vida le había dolido más que ahora el pronunciar esas dos palabras, y aún así, el dolor parecía casi mortal.
- ... Lovino. -Le miró por pocos segundos, desviando luego la vista hacia otro punto de la habitación mientras agarraba el estuche y guardaba su guitarra.- No pensé que llegarías tan temprano, lo siento. Ya me voy.
Sus ojos volvieron inconcientemente a posarse sobre la figura del italiano, y le observaron detalladamente una última vez, comenzando por recorrer las perfectas facciones de su rostro, esos hermosos ojos avellana que le idiotizaban, el rojo casi constante de sus mejillas y el rosa de los suaves labios, nunca antes había deseado tanto besarlos hasta el cansancio, escuchar, tal vez, una dulce palabra que viniera de ellos, y esa melodiosa voz que le alegraba el día a día cada vez que podía oírla, por más agresivo que fuera su tono y por más insultos y frases hirientes que le dijera. Continuando luego por el cuello, era como un dulce manjar que más de una vez había logrado probar sin percatarse de su exquisito sabor, su pecho, sus hombros, sus brazos, el abdomen, todo ese cuerpo que era pura perfección, rincones prohibidos del mismo que había tocado y sentido con sus manos sin saber que el fantasma de su calor permanecería en su piel y esta se volvería adicta a lo imposible, que comenzaría a desearlo de forma casi enfermiza.
Dejó de mirarle de repente... ¿Por qué tenía que amarle de esa forma tan dolorosa?, era como el frío de una daga traspasando su corazón, e incluso hubiera preferido literalmente ese desenlace, sólo si se hubiera dado cuenta a tiempo del porque el odio que le tenía el italiano parecía penetrar en su alma y herirle como hacia tiempo nada había logrado herirlo.
- Como te dije, haré lo posible para que no tengamos que cruzarnos y puedas continuar con tu vida normalmente sin tener que ver mi cara. -No pudo ocultar la angustia en su rostro ni en el tono de su voz, aunque aún permanecía esa sonrísa imborrable.- Y espero sinceramente que puedas mantener a un compañero en ésta habitación, sé que me pediste que me quedara, pero me voy porque es mi problema.
Desvió la mirada, se puso de pie agarrando su guitarra y se encaminó hacia la puerta principal para acomodarse lo bolsos y las cosas encima antes de salir.
-Si se me queda algo tiralo, puedes estár seguro de que no volveré a aparecerme por aquí, así que... hasta nunca, Lovino Vargas.
Sólo una vez en su vida le había dolido más que ahora el pronunciar esas dos palabras, y aún así, el dolor parecía casi mortal.
Última edición por Antonio Fernández C. el Lun Ago 09, 2010 5:06 pm, editado 2 veces
Antonio Fernández C.- Participante en:
- Mensajes : 77
Fecha de inscripción : 22/07/2010
Re: Despedida. [Lovino]
Había escapado de clases para evitar conflictos y relajarse, dormir toda la tarde si fuera necesario, ya después se justificaría de alguna forma si le descubriesen. Pero ahora se encontraba con esto, una despedida poco agradable. Por que si, a él le daba igual que la gente se fuera, era la historia de su vida, no pensó que en esta ocasión le dolería tanto, más si trataba de él.
Sus antiguos compañeros de cuarto jamás le importaron, pero el español era diferente, consiguió ganarse un puesto en su corazón, aunque sonara muy cursi. No descartaba el que fuera un odioso, empalagoso y retrasado, pero en un modo muy bizarro, eso le gustaba. Y la razón era muy sencilla, la sonrisa que cargaba ese imbécil era la más hermosa que había visto en su vida, no quería perderla. Por supuesto que eso nunca se lo diría.
Al oír las últimas palabras impartidas por el muchacho, se paralizó, no sabía muy bien si actuar o no. Su impulso de abalanzarse sobre él para detenerle crecía rápidamente, pero el orgullo que llevaba consigo se lo impedía, era como una pared enorme que le restringía el paso al otro lado, donde se encontraba el ojiverde. Contó en su mente los segundos que le tomó a su compañero salir de la habitación, y fue cuando éste dió el último paso fuera que su mano derecha viajó hasta el brazo más cercano de quién pretendía irse, apretandolo para evitar que continuase su camino. No le dejaría largarse así como así, no ahora.
La oración que había formado no pudo salir de su boca, estaba trabado. Su vista yacía fija en el suelo para que así algunos mechones de su cabello ocultaran el rubor que subía a sus mejillas, temblaba de vez en cuando debido a los nervios y sus dedos arrugaban la manga del sweater ajeno al moverse. ¿Por qué no podía simplemente aceptar lo que sentía?. El muy tarado le volvía loco a tal punto de sorprenderse de si mismo, quería sentir el tacto del mismo sobre su piel otra vez, probar la dulzura de esos labios, perderse en ese verde mirar, llegar a límites insospechados hasta fundirse en uno con el otro. No era imposible, ya tenía claro que no le eran indiferente, pero temía equivocarse.
- Resta con me... -Mumuró sin pensar, si lo hacía, seguro se hubiera arrepentido.
Sus antiguos compañeros de cuarto jamás le importaron, pero el español era diferente, consiguió ganarse un puesto en su corazón, aunque sonara muy cursi. No descartaba el que fuera un odioso, empalagoso y retrasado, pero en un modo muy bizarro, eso le gustaba. Y la razón era muy sencilla, la sonrisa que cargaba ese imbécil era la más hermosa que había visto en su vida, no quería perderla. Por supuesto que eso nunca se lo diría.
Al oír las últimas palabras impartidas por el muchacho, se paralizó, no sabía muy bien si actuar o no. Su impulso de abalanzarse sobre él para detenerle crecía rápidamente, pero el orgullo que llevaba consigo se lo impedía, era como una pared enorme que le restringía el paso al otro lado, donde se encontraba el ojiverde. Contó en su mente los segundos que le tomó a su compañero salir de la habitación, y fue cuando éste dió el último paso fuera que su mano derecha viajó hasta el brazo más cercano de quién pretendía irse, apretandolo para evitar que continuase su camino. No le dejaría largarse así como así, no ahora.
La oración que había formado no pudo salir de su boca, estaba trabado. Su vista yacía fija en el suelo para que así algunos mechones de su cabello ocultaran el rubor que subía a sus mejillas, temblaba de vez en cuando debido a los nervios y sus dedos arrugaban la manga del sweater ajeno al moverse. ¿Por qué no podía simplemente aceptar lo que sentía?. El muy tarado le volvía loco a tal punto de sorprenderse de si mismo, quería sentir el tacto del mismo sobre su piel otra vez, probar la dulzura de esos labios, perderse en ese verde mirar, llegar a límites insospechados hasta fundirse en uno con el otro. No era imposible, ya tenía claro que no le eran indiferente, pero temía equivocarse.
- Resta con me... -Mumuró sin pensar, si lo hacía, seguro se hubiera arrepentido.
Lovino Vargas- Interpreta:
- Mensajes : 158
Fecha de inscripción : 21/07/2010
Re: Despedida. [Lovino]
No era necesario saber el idioma natal de la persona que le detenía para haber entendido a la perfección esas palabras, y hubiera jurado que nunca antes había escuchado salir frase más hermosa de los labios de su amado italiano, el corazón le latía desesperado y los deseos de lanzarsele encima y comerle la boca de un efusivo beso que le demostrara todo el amor que sentía por él, le estaban ganando, su cabeza comenzaba a dar vueltas por el leve, pero dulce mareo que le provocaba el contacto de la suave mano atrapando su brazo, inclusive si era sobre la ropa, podía sentir su calor colarse por entre los tejidos como aquella vez en el gimnasio. Estuvo a punto de hecharse a reír como un idiota, o romper en llanto como un desvalido niño pequeño, lo que su rostro y sus sentimientos le pidieran primero.
Le quería, le quería casi con locura, le amaba con el corazón, más de lo que había amado a cualquiera antes, muchisimo más, y deseaba cumplir todos y cada uno de sus caprichos, responder a sus deseos y prometerle la felicidad, pero hacia tiempo ya había sufrido del dolor casi mortal del rechazo y del desamor, y sabía que su madre, en el cielo, no quería volver a verle derrumbarse de esa forma, quería divisar desde arriba siempre esa sonrísa que ella misma le había enseñado a mantener en su rostro a cada segundo y aferrarse a ella como si de su vida se tratase, incluso en malos momentos.
Volteó para mirarle a la cara, no había querido hacerlo por miedo a caer entre las redes de la belleza que le atrapaba cada vez que podía y quería, pero finalmente se decidió a hacerlo porque por el amor que le tenía, se merecía que al menos le viera a los ojos para... sencillamente para apreciar una vez más del brillo de esa preciosa mirada avellana. Además la delicada mano de su aún compañero, temblaba y le sacudía el brazo de forma brusca, y no había podido evitar el preocuparse.
- Lovino... -Le llamó, intentando sonar firme y hasta distante.- No puedo quedarme, es algo... Sencillamente no puedo hacerlo, y es por mi, porque soy un idiota, tú eres una persona muy linda, a pesar de todo.
Soltó con cuídado un par de cosas para, con una de sus manos poder acariciar con sutileza una de las rojas mejillas de su amado, y luego, sin quitar la vista de su rostro y ese gesto que le derretían por dentro, acercar sus labios lentamente hasta besarle la frente en señal de despedida, de nueva cuenta.
Le quería, le quería casi con locura, le amaba con el corazón, más de lo que había amado a cualquiera antes, muchisimo más, y deseaba cumplir todos y cada uno de sus caprichos, responder a sus deseos y prometerle la felicidad, pero hacia tiempo ya había sufrido del dolor casi mortal del rechazo y del desamor, y sabía que su madre, en el cielo, no quería volver a verle derrumbarse de esa forma, quería divisar desde arriba siempre esa sonrísa que ella misma le había enseñado a mantener en su rostro a cada segundo y aferrarse a ella como si de su vida se tratase, incluso en malos momentos.
Volteó para mirarle a la cara, no había querido hacerlo por miedo a caer entre las redes de la belleza que le atrapaba cada vez que podía y quería, pero finalmente se decidió a hacerlo porque por el amor que le tenía, se merecía que al menos le viera a los ojos para... sencillamente para apreciar una vez más del brillo de esa preciosa mirada avellana. Además la delicada mano de su aún compañero, temblaba y le sacudía el brazo de forma brusca, y no había podido evitar el preocuparse.
- Lovino... -Le llamó, intentando sonar firme y hasta distante.- No puedo quedarme, es algo... Sencillamente no puedo hacerlo, y es por mi, porque soy un idiota, tú eres una persona muy linda, a pesar de todo.
Soltó con cuídado un par de cosas para, con una de sus manos poder acariciar con sutileza una de las rojas mejillas de su amado, y luego, sin quitar la vista de su rostro y ese gesto que le derretían por dentro, acercar sus labios lentamente hasta besarle la frente en señal de despedida, de nueva cuenta.
Antonio Fernández C.- Participante en:
- Mensajes : 77
Fecha de inscripción : 22/07/2010
Re: Despedida. [Lovino]
Ahí estaba de nuevo esa cálidez que desprendía el mayor, parecía como si le envolviera, cautivándole. No quería pensar, sabía que necesitaba a ese moreno de sonrisa encantadora, ya era imposible negarlo, sólo quería centrarse en eso por ahora, y ya que pedirle que se quedara no funcionó, intentó con otra cosa, un plan b. Por que tampoco esperaba una respuesta afirmativa, no después de todo lo sucedido.
Contuvo su inquietud, e ignorando las palabras del muchacho, llevó la mano libre hasta una de unas mejillas españolas al aprovechar la cercanía, movió la cabeza para cortar aquel beso en su frente, reemplazando esa zona por sus labios. Para asegurarse de retenerle más tiempo, soltó el brazo del que permanecía aferrado para rodear con el mismo el cuello del ibérico, apegandole más hacía así. Como la vez anterior, la suave textura de la boca contraria le produjo una grata sensación, a pesar de que aún esperaba que el otro correspondiese.
No era el mejor momento para comprobar nada, pero además de evitar que se fuera, debía confirmar si estaba enamorado.
Contuvo su inquietud, e ignorando las palabras del muchacho, llevó la mano libre hasta una de unas mejillas españolas al aprovechar la cercanía, movió la cabeza para cortar aquel beso en su frente, reemplazando esa zona por sus labios. Para asegurarse de retenerle más tiempo, soltó el brazo del que permanecía aferrado para rodear con el mismo el cuello del ibérico, apegandole más hacía así. Como la vez anterior, la suave textura de la boca contraria le produjo una grata sensación, a pesar de que aún esperaba que el otro correspondiese.
No era el mejor momento para comprobar nada, pero además de evitar que se fuera, debía confirmar si estaba enamorado.
Lovino Vargas- Interpreta:
- Mensajes : 158
Fecha de inscripción : 21/07/2010
Re: Despedida. [Lovino]
No podía resistirse a los encantos de su compañero, al calor de su cuerpo, ni a la mágia de sus besos, hubiera querido empujarle con delicadeza, haberle dedicado una de sus ya tipicas sonrísas y luego haber salido corriendo de la habitación, con o sin maletas, ya no importaba, pero era como un embrujo, un maldito hechizo de amor que le encadenaba a él, a sus caricias, a su cuerpo, incluso a sus palabrotas y a esa forma tan despectiva y agresiva que tenía de tratarle, así que no pudo hacer más que soltar el resto de las cosas y corresponder al beso, con amor, abrazandole por la cintura con sutileza para aferrarse a su cuerpo y a la idea, quizás absurda, de que el chico de las mejillas de tomate podría estár enamorado también, así como lo estaba él, que podría, en ese mismo instante, estár entregando su amor en aquél beso, pensar en eso era maravilloso, tanto como lo era el contacto entre sus labios.
Se separó después de varios segundos, mirandole como si un hechizo le hubiera caído encima, una sonría idiota, ojos de enamorado... cara de bobo, adoraba sus besos, con uno de esos podía convencerle de hacer cualquier cosa.
Volvió en sí luego de pocos segundos para mirarle con seriedad, en una situación diferente tal vez no se hubiera arriesgado, pero a último momento había cambiado de parecer, y decidió que el italiano merecía saber todo lo que sentía por él, lo que pensaba de él, de ese primer encuentro en el gimnasio, los sueños que no le abandonaron las noches que siguieron, explicarle que le quería más alla de un beso, una caricia, de tener sexo, en resumen, decirle que le amaba con todo su ser.
Tomó asiento sobre la que había sido su cama y volvió a sonreír, no porque estuviera contento, más que nada porque estaba nervioso, no sabía como se lo iba a tomar el chico, y siempre que se ponía nervioso, no podía hacer más que sonreír como bobo.
- T-Tengo algo que decirte... No sé si te agrade, no es algo... fácil de decir o de entender. -Su cuerpo comenzó a temblar mientras hablaba, y su voz se escuchaba trémula, quería salir corriendo, pero no podía, tenía que ser valiente y enfrentar las cosas de frente además ya era demasiado tarde para huír.
Se separó después de varios segundos, mirandole como si un hechizo le hubiera caído encima, una sonría idiota, ojos de enamorado... cara de bobo, adoraba sus besos, con uno de esos podía convencerle de hacer cualquier cosa.
Volvió en sí luego de pocos segundos para mirarle con seriedad, en una situación diferente tal vez no se hubiera arriesgado, pero a último momento había cambiado de parecer, y decidió que el italiano merecía saber todo lo que sentía por él, lo que pensaba de él, de ese primer encuentro en el gimnasio, los sueños que no le abandonaron las noches que siguieron, explicarle que le quería más alla de un beso, una caricia, de tener sexo, en resumen, decirle que le amaba con todo su ser.
Tomó asiento sobre la que había sido su cama y volvió a sonreír, no porque estuviera contento, más que nada porque estaba nervioso, no sabía como se lo iba a tomar el chico, y siempre que se ponía nervioso, no podía hacer más que sonreír como bobo.
- T-Tengo algo que decirte... No sé si te agrade, no es algo... fácil de decir o de entender. -Su cuerpo comenzó a temblar mientras hablaba, y su voz se escuchaba trémula, quería salir corriendo, pero no podía, tenía que ser valiente y enfrentar las cosas de frente además ya era demasiado tarde para huír.
Antonio Fernández C.- Participante en:
- Mensajes : 77
Fecha de inscripción : 22/07/2010
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