Entrevista de Erik Hendrick.

por **Erik Hendrick** Sáb Mar 19, 2011 1:08 am

Era tarde. La luz dorada del crepúsculo llenaba el pasillo y hacía relucir los casilleros con peculiaridad. El pequeño groenlandés hallábase por ahí, corriendo apresuradamente mientras cargaba un par de libros. Su vestido rojo escarlata se ondulaba mientras corría, al igual que su suave y rubio cabello.

Se le olvidaba algo, eso era seguro. Si alguien lo hubiera visto, de seguro hubiese pensado que era el Conejo Blanco en forma humana. Atravesó con presteza el corredor, aproximándose a la puerta del salón en donde había tomado clases a la última hora. Por su mente pasaban cosas horribles, nada más pensaba en su preciado libro de cuentos de hadas abandonado sobre su silla, a mitad del aula de clases, y lo vulnerable que era. Quizá alguien lo robó. O lo tiraron a la basura creyendo que era... Basura, ¿qué más podría ser?
Finalmente llegó a la puerta, la cual, por mera suerte, estaba abierta. La empujó y entró al salón. Lo primero que vio fue su libro de cuentos de hadas sobre el mesabanco.

-¡Sí! ¡Aquí estás! -exclamó con excitación y en tono triunfal. Sus ojos de esmeralda se iluminaron y humedecieron de la emoción, y rápidamente se dirigió hacia su lugar para tomar el libro y llevárselo. Pero vaya desagradable sorpresa, se encontró con que la tapa del mesabanco estaba rara: rayada, maltratada, perforada... ¡Arruinada!
Un par de cristalinas lágrimas se abrieron camino por sus ojos, llevando al pequeño rubio a un llanto amargo y trágico. Se echó a llorar sobre su silla, preguntándose por qué y quién habría hecho tal cosa. Palabras como "afeminado", "gay", "princesa" y "travesti", las cuales estaban escritas sobre la mesa, al igual que ciertos símbolos obscenos, se le clavaban como dagas al corazón.

Pasaron dos cuartos de hora exactamente para que Erik dejase de llorar. Estaba cansado, sentía como que ya no tenía más lágrimas. Así que tomó el libro de cuentos de hadas que había olvidado y lo juntó con los demás libros; cargó éstos y secó sus lágrimas con un pañuelito que tenía guardado por ahí. Sin más, salió del salón en silencio, deprimido y destruido a más no poder. Cerró la puerta con suavidad. Ya había anochecido, el pasillo estaba a oscuras. Se quedó callado y se encaminó cabizbajo hacia el oscuro corredor para salir de ahí, dejando el sutil y suave aroma de su perfume de caramelo por todo el lugar.

Spoiler:

Después de una caminata bajo la luz de la Luna desde las aulas hasta su morada, llegó a su habitación. Suspiró antes de abrir la puerta y entró dejando salir otro suspiro más. Encendió unas cuantas luces y se dirigió hacia su cocina en busca de un poco de té groenlandés para calentarse, cual cachorro recién nacido buscando leche materna. Finalmente cogió la tetera y se sirvió té en una linda tacita de colección. Se apresuró a beber del líquido, pues estaba tiritando del frío que sentía. El té reconfortó su cuerpo, y también su corazón.

Al terminarse su taza, la lavó en silencio y la guardó en el estante con sus compañeras. Luego, fue dirigiéndose hacia la sala para dejarse ir en el sofá que ahí había. Cerró los ojos un momento y comenzó a quitarse las prendas femeninas lentamente.
Siku, su conejo, se había percatado de la presencia de su amo, por lo que fue a verlo. El joven ahora estaba sólo con unas pantaletas blancas, dejando descubierto su enclenque figura. Tomó al suave conejito de algodón y lo recostó en su pecho. Díole un abrazo pequeño y se durmió junto con él, para soñar con un mundo mejor, un mundo dulce y hecho de caramelo.

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por **Roderich Edelstein** Sáb Mar 19, 2011 9:59 pm

Entrevista aceptada.

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