Del odio al... Desprecio. [Gilbert]

Como si lo sucedido hace unos días no fuera poco, ahora le tocaba accidentarse, ¿cómo no?. Era lo que faltaba para darle el toque final, la guinda de la torta, a su desgracia. Si tan sólo se hubiera fijado al pisar los últimos escalones, no estaría en esa situación, ni en ese lugar, menos en esa camilla. ¡No era lisiado, por el amor de Dios!. Aún podía caminar, no era más que unos golpecitos. Pero no, la enfermera le había obligado a quedarse unas horas descansado. Lo bueno del caso es que podía saltarse las clases sin ser regañado después, si lo veía por eso lado, no resultaba tan catástrofico.

Pero todo lo 'maravilloso' duraba poco, y no era precisamente el dolor en el brazo lo que le molestaba de sobremanera, sino la presencia de cierto albino con cara de idiota que yacía en la estancia. No estaba seguro si venía por algo, se había lastimado o simplemente quería joderlo. Por que ese era su pasatiempo, fastidiarlo hasta irritarle a tal punto de querer romperle la cara. Muchas veces quiso desquitarse, pero tenía conciencia de que eran muy diferentes en fuerza, no por nada el Pruso era más alto y fornido. Aún así, lo despreciaba. No existía posibilidad de que llegará a simpatizarle ni por un segundo.

De un momento a otro, sintó la mirada del mencionado clavarse en su nuca. Ya no hablaba con la enfermera, al parecer esta había salido. Diablos, lo descubrío. El camuflaje de las cortinas no funcionó, genial. Si lo conocía tan bien como creía, cabía esperar que se acercara, con alguna justificación estúpida y una vez al lado, comenzarían las burlas. No podía hacer más que prepararse mentalmente para soportar, que fuera unos minutos, a ese indeseado ser.

Uno, due, tre...

Tenía que faltar a la próxima clase, un examen para el cual no había estudiado le esperaba y nada mejor de un dolor estomacal para obtener un papel y directo a la libertad. Así que con esa idea se dirigió a la enfermería, con una mueca de molestia le habló a la enfermera, una veterana de media avanzada edad que asentía preocupada y sonriente alas explicaciones del alvino que se aprobechaba levantando su camisa para hacerle dejar ver a la enfermera donde le dolía... sí, justo allí, detrás de su vientre marcado, por debajo de la suave piel, ese dolor que le daba pesar y convertía una lastimera risa en una un poco más seductora. Finalmente cuando la enfermera se excusó que iría ella misma hablar con el profesor encargado y se retiró el alvino se enderezó emitiendo una corta risa.

- Ksesesése, con esto seguro me da el resto del día y el día de mañana~ - dijo sin percatarse de la presencia de nadie se sentó contra el escritorio escaneando el lugar con la mirada... un bulto en las cortinas. El platinado alzó una ceja y se acercó viendo el rulo que sobresalía, sonrió a sus amplias. - Pero que tenemos aqui, ¿un hilo salido de la cortina? Creo que sería buena acción de mi parte quitarlo. - se acercó dispuesto a tomar aquel rulo para jalar, sin demasiada fuerza, solo para molestar.

Al percatarse de la intención del Pruso, quiso apartarse, más no pudo por su estado, y justo cuando pretendía gritar con todas sus fuerzas un 'No', su zona sensible cayó en manos peligrosas.

Fueron tirones leves, nada muy terrible, pero aún así causaban efecto en organismo. Un escalofrío recorrío su espalda, haciéndole estremecer y el carmín no tardo en subir a sus mejillas. Se mordió el labio inferior, tomando toda la fuerza de voluntad que le fuera posible para conseguir atrapar la muñeca del chico con la mano libre, fulminandolo con la mirada, a pesar de su poco perceptible agitación.

- ¿E-Eres idiota o t-te haces?, ¿Hasta cuando voy a decirte que no lo toques, Maldición?. -Usó el tono de voz más firme que podía, para demostrar que aunque tuviera las de perder, no se rendiría fácil.

Su sonrisa aumentó al ver la reacción de este, esa mezcla de molestia y estremecimiento condimentado con el odio que le tenía, simplemente era un placer pecaminoso verle así. Sus dedos retorcieron el rulo entre estos y lo soltó cuando el italiano le sujetó la muñeca, no era su intención violarle allí. - ¿Qué haces aqui escondido tras la cortina? - bajó la mirada al brazo que mantenía quieto y recién llegó a razonar que tendría algo por estar en la cama de una enfermería. A veces asumía que la gente iba allí como él, a fingir y conseguir días libres.

Se inclinó contra él apoyando sus manos en el borde de la cama - ¿Qué te paso, tonto? ¿Toño se enojó contigo por comerte sus tomates? Ksesesé. - pese a que la pregunta podría llegar a ser considerada como sigo de preocupación no fue formulada de forma correcta.

De por sí la actitud del mayor le había molestado, la pregunta le cabreo aún más. ¿Qué todo el mundo creía que lo que le pasara tenía conexión directa con el español?, estúpidos idiotas. Le miró de reojo en cuanto el colchón se hundió de un costado. Todavía yacía de espaldas al muchacho, y no pensaba voltear. Verle la cara sería peor, tenía una mirada demasiado penetrante y le provocaba escalofríos.

- Ese imbécil no tiene nada que ver. De todos modos, ¿Qué te importa?. -Si le parecía extraña la interrogación del de al lado, nunca demostraba interés por nadie más que si mismo.

Sólo eran invensiones suyas, nada más búscaba joderle, ya vendría otra de esas bromas tontas por parte del germano, se enfadaría, le insultaría, el otro reiría, y así comenzaría la historia de nunca acabar, como un cíclo.

Presisamente, solo buscaba molestarlo, aunque si tampoco empeoraría su dolor, podría ser sádico pero no en ese ambito y no con alguien así. Solo sonrió cuando le vio rabiar, adoraba esa reacción y era por esa reacción las bromas que hacía ¿que gracia tenía molestar a alguien que no reaccionase?

- ¿Entonces te lesionaste la mano por tanta masturbada? - seguía molestandolo continuando con aquel círculo vicioso que ambos tenian en cada encuentro o al menos hasta que el tema se desviase. A decir verdad, pese al odio que tenía el italiano hacia él, él nole odiaba, todo lo contrario, le caía bien ese caracter tan arisco.

Se petrificó por unos segundos ante lo escuchado, con una pequeña gota cayendo por su sien y un ligero sonrojo. No era una pregunta cualquiera, sino intíma, no pensaba responder. Tampoco que no lo hubiera hecho nunca, pero era algo suyo, no tenía que comentarlo con nadie, menos con ese odioso.

- E-En serio, Gilbert. ¿A tí qué te importa?. -Repitió, disimulando apenas la verguenza.- ¿Por qué no te vas a joder a otro lado?. -Sentenció, incorporandose lento y cuidadoso de no dañar más su brazo. Putas escaleras, deberían poner ascensores y todo sería más rápido y sencillo.

- ¿Y bien?, ¿A qué esperas, Idiota?. -Le miró de reojo de nuevo, esperando a que se fuera. Lo dudaba un poco, siempre era igual y esta vez no sería la excepción el que se quedará y le fastidiara hasta que los dos se cansaran, uno de bromear y el otro de soportar.

Se encogió de hombros viendole reincorporarse notando la incomodidad a aquella pregunta un tanto personal aunque claramente hecha a modo de broma. Sus dedos se apretaron un poco en la cobija de la camilla y se ainclinó hacia adelante para cortar la distancia y molestarle con su cercanía, habó en susurro - Hasta que no venga la enfermera de hablar con el profesor eres mio~ ¿Qué harás al respecto? -

Miró hacia la puerta y luego al italiano con una sonrisa - Puede que tarde mucho~ o puede que no. -

Por instinto, su cuerpo se hundió en la cobija al notar la cercanía, parpadeando un par de veces ante la confusión, y por ende, no entendiendo del todo las palabras dichas por el albino, ruborizándose inevitablemente, pero regañandose internamente por eso.

- ¿A q-qué viene e-eso, Imbécil?. V-Volverá pronto, así q-que largate. -Desvió la vista hacía cualquier otro punto de esas cuatro paredes, comenzando a ser víctima de los nervios muy lentamente. De todas formas, su ceño permanecía fruncido, sólo para aparentar.

El color de sus mejillas le indicó qe conseguía lo que deseaba, pero la actitud del otro le hacía regocijarse de una forma muy poco sana, le gustaba ponerle nervioso así que maquiavelicamente continuó con esa distancia acercandose un poco cuando apartó el rostro dejando su cuello al descubierto. Sopló suavemente antes de susurrar - Tardará mientras habla con el profesor. Y sabes a lo que me refiero con que eres mío~ - amenazante su mano se alazó hacia el rulo para tomarlo.

Su rodilla se había apoyado en el borde de la cama para tener un mejor apoyo en caso que le empujase o se pusiese a forcejear, cosa que no dudaba aunque debería tener cuidado de no lastimarlo, pues no sabía que tan grave era lo de su brazo o donde le dolía y su intención no era lastimarle, solo molestarle.

Efectivamente, si sabía a lo que se refería, no era idiota. Pero a veces también tergiversaba las cosas, o las entendía mal. En éste caso, dedujo desde el comienza que era para joderle el día, como acostumbraba. Pero eso no evitaba que los nervios se hicieran notar, sucedía cada vez que tenía a alguien demasiado cerca, era fastidioso, pero le costaba manejarlo.

Divisó que la mano prusiana ascendía y no tardo en abordarla, tomándole de la muñeca para detenerle con la mano sana.

- N-No te atrevas, Imbécil. ¿Por qué no me dejas en paz de una vez, Joder?. -Su cara de pocos amigos se mantenía intacta, al igual que el rubor permanente que no pretendía irse, al menos dentro del rato que estuvieran en esa situación.- ¿Qué maldito afán tienes conmigo?. -Consultó sin preambulos, de verdad quería una respuesta.

Sonrió desviando su mirada a la mano que le sujetó evitando llega a esa zona y enseguida le miró, un leve silencio fue lo que necesitó para escuchar si venía alguien, al parecer aún tenían un poco de tiempo. - Jm... Quizás me gustes. - dijo para molestarle Acmodando mejor su rodilla para treparse a la cama sobre él, su cuerpo le cubría casi por completo haciendole sombra.

- Si me dices que no te sientes atraído hacia mí me reiré en tu cara. Mira como te pones con solo sentirme cerca. Vamos, sueltame. - susurró sus palabras intentando dar un aire más íntimo a la situación.

Ahora sí que no entendía. Ni tiempo tuvo de reaccionar a aquella supuesta confesión, cuando ya tenía sobre sí al mayor, intimidándole. Su expresión se torno confusa, ¿era cierto?... No, a Gilbert no había que creerle ni lo que rezaba, si es que lo hacía.

Apretó un poco el agarre en la muñeca ajena, sonríendo de medio lado para mostrar que aún no perdía la batalla. Si el albino pensó eso en algún momento, estaba más que errado.

- Sueña, Pruso. -Dijo milagrosamente de corrido, sin titubear. La cercanía le tenía los nervios de punta, obligándole a hundirse en la cobija al buscar distancia. Si tan sólo su brazo izquierdo estuviera bien, podría empujarle bien lejos y acabar con todo eso.

Sobre el italiano le miró por unos instantes de forma tendida... le gustaba aquel tono rojo en sus mejillas y por un momento le recordó al otro italiano, al que siempre andaba con su hermano, pero una sonrisa afloró en sus labios. Lovino y Feliciano eran muy diferentes, sobretodo en personalidad, ahi estaba lo que le gustaba al prusiano. Le encantaba cuando le llevaban la contra, cuando se le resistían... como él lo hacía.

Se inclinó más contra el italiano hasta que su pecho se apoyó en el cuerpo ajeno y sus labios tocaron los opuestos en un corto roce bastante casto de lo que era de esperarse del albino.

Sus ojos se abrieron de par en par ante tan sorpresiva acción, demonios, le había pillado desprevenido. Por unos minutos no supo que hacer, quedandose quieto, sin mover ni un sólo músculo, pero tampoco recobrando la distancia.

De cierto modo, muy pero muy extraño, la cálidez de los labios ajenos le resultaba agradable, en consiguiente, la idea de corresponder cruzó por su mente, pero al instante apareció la enorme pregunta: '¿Qué mierda estás haciendo?', alejando de una patada a su anterior idea.

Sólo reaccionó cuando la presión en su brazo herido le provocó una punzada de dolor que avanzó hasta el hombro, empujando ligeramente al final a quién tenía encima para maldecir en queja, además claro de no hacer notar la infinita verguenza recalcada en su sonrojo.

- T-Ten más cuidado, Inútil. ¿Y q-qué crees que h-haces, Maldición?. -Cubrió su boca con la mano más cercana, palpando los labios propios.

Su sonrisa se amplió al verle reaccionar de aquella manera, juraba que por un instante no se había resistido y casi que daba la ilusión de que le correspondía. Pero fue muy efímero pues había sido apartado nuevamente. La queja le hizo separar su cuerpo quedando en cuatro sobre el castaño, sabía que estaba herido y no había tenido cuidado, seguro le había hecho doler algo. Le miró con una sonrisa - Si no te hubiese dolido algo seguro hubieses seguido~ - dijo altanero y volvió a acercar su rostro pero a más altura, atrapando entre sus labios el rulo que sobresalía pero algo le hizo estremecerse y quedarse quieto...

Pasos...

La enfermera regresaba y si le encontraba así no sería bueno. Se separó de un salto tomando unos pasos de distancia de la camilla mientras acomodaba su ropa. Su mirada se posó amenazante en el italiano dandole la muda orden de "silencio".