Germancest (Nein, verboten) [Privado]

El nombre de Gilbert resonó en todo el piso de las habitaciones de los chicos, atravesando el pasillo y hasta haciéndose casi audible. La puerta de la habitación se cerró de golpe, produciendo un sonido estridente, que dio la sensación de que ésta iba a reducirse a astillas. La cara de Ludwig estaba ahora, quizás más intimidante que nunca, se le volvió de un tono rojizo, se le marcaron las venas del cuello, y los pectorales, trapecios y hombres se le sobresaltaron, inflando toda su caja torácica al emitir el furioso llamado a la atención de su hermano.

Deja la habitación durante un par de horas, y Gilbert se las ingenia para convertirlo en un caos, bien por él que no estaba en ése momento en su respectiva cama, o se habría metido en verdaderos problemas. Resignado, y con una marcada mueca de frustración, se quitó el sweater, se arremangó la camisa, dejando visibles sus poderosos antebrazos, y se dispuso a organizar alfabéticamente todo en la habitación, lanzando alguna maldición que otra en alemán.

Una vez todo en su lugar, y con la camisa semi-desprendida, las mangas ya ala altura de los hombros, el cabello un poco despeinado, y el rostro haciendo evidente su agotamiento por el duro día que había llevado, se dispuso a tomar una tela desinfectada y alcohol en gel para eliminar las asquerosas bacterias que Gilbert había impregnado por el suelo y superficie, dejando caóticamente su ropa sucia tirada en todas partes.

- Hay momentos, en los que realmente lo detesto...

Comentó aún sin abandonar su mueca de frustración, de cuclillas en el suelo, intentando reomver una mancha.

Había pasado todo el día en sus tareas extra curriculares, las cuales iban desde molestar a Roderich, pasando por pelearse en el pasillo hasta pasar apuestas en el baño masculino… eso cuando no era atrapado mirando bajo la falda de alguna chica… sus títulos como presidente del consejo estudiantil y líder del club de música alternativa eran una irónica muestra de su popularidad más que de su responsabilidad.

Con su habitual actitud despreocupada llegó al edificio de habitaciones un par de horas después de lo que debería haber llegado, abrió la puerta de la habitación y miró a su alrededor, el aroma a limpio invadió su olfato y pudo ver con satisfacción que el desorden que había hecho esa mañana había desaparecido, su ropa sucia ya no estaba en el piso, el sillón volvía a estar limpio así como los escritorios.

- Ksesesé~ ¿Viste Gilbird? Los duendecitos de la limpieza de West-o volvieron a hacer su trabajo~ - canturreó sus palabras en tono de broma a lo cual recibió como respuesta un simple piar desde su cabeza. Al abrir su habitación pudo ver a su corpulento hermano hincado en el piso limpiando algo. Había llegado demasiado temprano, cerró la puerta quedando él fuera - Ah~ Hola West. Olvidé mis apuntes en la habitación de Vash. Regreso en unos minutos. - y esperando ser más rápido que su hermano corrió a la salida. Si le atrapaba seguro le pondría a limpiar también.

Un paso... solo eso había tomado de ventaja a su hermano en su intento de huída, se sintió algo patético y disminuído por el hecho de la diferencia de físico. Sus manos se sujetaron a las muñecas de su hermano que le jalaba al interior de la habitación como si fuese un misero muñeco de trapo, el pompon amarillo sobre su cabeza volvió a piar ante las quejas del alvino que se apresuraba a balbucear excusas que pudiesen servir para librarse, aunque al ser lanzado contra la cama se silenció así como el pollito huyó a lugar más seguro.

Flexionó sus piernas para interponerlas entre el cuerpo de su hermano y el suyo apretando sus puños al ser inmovilizado en la cama. Su sonrisa afloró ladeando el rostro para mirarle por el rabillo del ojo con ese aire de rebelde que se acentuaba por sus descuidadas ropas, pues al haber salido desde temprano llevaba por encima de sus pantalones y botas, la camisa blanca y una chaqueta de cuero negra, como siempre, la camisa desfajada de la pretina y abierta en los primeros botones dejando a la vista el inicio de sus pectorales apenas marcados sobre la piel.

- Ksesesé. - una risa un poco nerviosa pero altanera escapó de sus labios cuando sintió el herizarse de su nuca por la caricia del aliento ajeno sobre su oído - Eso te gustaría, ¿No, West? Maldito pervertido le saliste al abuelo. - Hablaba con ese deje de reproche como si él fuese un santo... que claramente no era.

Siendo liberado de la mole germana que le había apresado se sienta en la cama con sus piernas cruzadas al estilo indio sujetando con su izquierda sus tobillos mientras con la derecha disimuladamente sobaba su muñeca por la presión ejercida por el menor sobre su fisionomía. Era fuerte, con músculos levemente marcados… pero era un alfeñique al lado de su hermano, cualquiera lo era.

Le miraba con una ceja alzada en una mueca de ironía cuando le escuchó decir aquello, ¿esa clase de cosas? Pffff… Su hermano era la definición de “esa clase de cosas”, que el resto no lo viese era tema a parte, pero a la familia no se le mentía. El brillo de interés surcó su mirada como un rayo. La palabra clave “Apuesta”, uno de los sanos vicios del albino, aunque seguro su hermano no sabía que este corría ese pasatiempo después de clase a costa incluso del germano frente a él.

Asintió mientras una tabla mental se armaba, para eso su mente funcionaba a punta. Enseguida la lista de pros y contras se alistó, probabilidades, situaciones, cantidad de veces al día que veía al austriaco, posibilidades de engaños, de ser traicionado, libertades, limitaciones, tareas que se podría librar, abusos que podría hacer a ese “premio” si ganaba.

Bien, el cuarto sería sencillo, pasaría noches fuera, evitaría pasar tiempo en el cuarto y este no se desordenaría. El trato con Roderich… sería difícil, pero no imposible. Una semana… siete días… marcó un suspiro y su mirada se desvió a la guitarra apoyada contra la pared, renunciar al club sería un golpe muy duro para él… pero el resto del año sin preocuparte por ordenar el cuarto o la mitad de sus tareas era demasiado tentador.

Extendió su mano con una sonrisa ladina - Westo~ estoy dentro. -

Frunció el seño automaticamente con eso, quizás delatando sus pensamientos. Esa noche sería la fiesta en la azotea que había organizado con Francis y Antonio, no podía hecharse atrás. Por lo que su mano se aferró a la de su hermano negando a soltarla, hasta que estas no se soltasen aún no tendría efecto las partes de la apuesta. No tenía tanta fuerza como el menor, pero si tenía su porción de fuerza, suficiente para aferrarse a la mano de este y apretar considerablemente para que no se liberase.

- No te consderé alguien que jugase sucio, West. Sabes que eso es un anexo que no consiento. Si lo colocas no hay apuesta. -

Sus finos y blancos dedos se deslizaron entre los poderosos dedos de su hermano al pactar la apuesta. Sonrió complacido levantandose de la cama - Lo sé, lo sé, Westo. No te pongas tan ovárico, ksesese... - murmuró una risita mientras se alejaba obedeciendo la mura orden de su hermano cerrando la puerta a su espalda. Mentalmente agregó que debería volver a encuadrar la puerta, al perecer su hermanito la habia vuelto a sacar de escuadra y costaba cerrarla.

Por el pasillo suspiró con algo de tristeza, no por la apuesta, no por los dias que vendrían... si no por su hermano. Observó sobre su hombro la puerta cerrada y cerró sus ojos volviendo a avanzar - Él apenas me llegaba a la cadera... - sonrió con tristeza mietras bajaba las escaleras para dirigirse al club, siempre encontraba paz con su guitarra.

[Cierro el tema por que a la próxima noche es la fiesta. Después abrimos otro]