Encuentro no deseado. [Arthur]

Era casi medianoche y sólo a esa hora, mientras se despedía de Rodrigo después de haberle contado todo lo vivido en el día, recordó que aún le faltaba terminar uno de los deberes, y era uno de esos importantes y con calificación, sencillamente no podía dejarlo así, sería su fin. Dejó al animalito en su acuario y comenzó a buscar el cuaderno de la asignatura por toda la habitación, en silencio y sin encender ninguna luz para así no despertar al italiano, no quería recicibir mas insultos, o en el peor de los casos, otro golpe. Pero nada, no estaba en ninguna parte, había buscado en la oscuridad y sólo con una pequeña linterna por cada rincón, había revisado cada libro de la estantería, su bolso, la cama, todo, y no había caso, no estaba.
Después de un rato se rindió, se vistió con algo un poco mas abrigado, y con linterna en mano, salió del cuarto en sumo silencio para luego dirijirse con rapidez hacia el edificio de estudios, y de ahí hacia los casilleros, el condenado cuaderno tenía que estár ahí o sería su fin, se había estado esforzando muchos días para terminar ese deber y sólo le faltaban detalles, casi nada, pero era importante para obtener una buena calificación. Caminó con prisa hasta el suyo y lo abrió para sacar el cuaderno que necesitaba, que por suerte estaba ahí, lo agarró y cerró.
Caminó hacia la puerta principal dispuesto a salir del lugar cuando escuchó los ruidos, aterrado por alguna razón, se quedó petrificado donde estaba, esperando ver alguien y que no se tratara de un fantasma o algo así, o peor, de uno de los maestros.

Maldijo al que fuese encargado de la biblioteca por no haberlo despertado. Pero no podía culpar a nadie más que a ese estúpido libro en español antiguo. Si ya de por sí odiaba el español, el antiguo era para él una soberana tortura, en ese instante maldijo el idioma y sobretodo, a los creadores del mismo. Sí, y en su mente se formó la cara de cierta personilla que tanto detestaba Antonio Fernández Carriedo. Si hasta su nombre de por si era largo y tedioso.

Agarró su mochila y dejó aquel libro sobre la mesa, daba igual, no se tomaría el tiempo de guardarlo en su lugar, ya lo haría otro día. Miró su reloj de pulsera, casi media noche. -Solo a mi me pasan estas cosas - Murmuró nervioso comenzando a andar disimuladamente entre los pasillos, más bien apegado a la pared por si aparecía alguien, tuviese la oportunidad de esconderse.

Dobló por el pasillo done se encontraban los lockers, y se detuvo de golpe en esa misma esquina al notar que ya había alguien allí. Entrecerró los ojos, apoyandose por la luz de la luna que era su única iluminación momentanéa para reconocer al que ahora sacaba algo de su casillero. -Qué demonios hace el español aquí... -Susurró, dando un paso hacia atrás, haciendo que su pie chocara contra con papelero, haciendo ruido.

Recordó que llevaba la linterna consigo, pero aún no quería alumbrar, si se trataba de uno de los maestros estaría completamente jodido, así que comenzó a caminar con sigilo, aunque no pudo dar ni dos pasos cuando vislumbró, gracias a la tenue luz que llegaba desde las ventanas, al inglés, no estaba demasiado lejos y le estaba mirando con esa cara de maldito desgraciado que siempre tenía, ¿Es que acaso ese estúpido no sabía sonreír?, o minimo expresar otro sentimiento en su feo rostro que no fuera enfado, bueno, tal vez esas enormes cejas no lo dejaban... demonios, que molesto era.
Frunció levemente el entrecejo y encendió la linterna para darle con la luz en todo el rostro, con el único proposito de molestarle, cada vez que lo veía toda su maldad interior salía a flote, y lo único que quería era darle de puñetazos. Sabía ya que se había dado cuenta de quién se trataba y eso era mejor, nunca le haría algo por la espalda, quería que siempre supiera cuanto lo odiaba y además, no era correcto hacer las cosas de esa manera, al menos eso lo sabía bien.

-Damn it... -Maldijo mientras entrecerraba los ojos una vez que la linterna se encendió en su rostro, prácticamente cegándole. Lo odiaba, ahora si que lo odiaba, si antes ese español le era molesto, ahora simplemente no soportaba tenerlo frente - ¿Qué te pasa? -Con una mano apartó el objeto, y le lanzó una mirada fulminante al moreno.

-¿Qué haces rondando por aquí a estas horas? De seguro andarás destruyendo algo, si hasta la cara de maldito la tienes... -Sonrió con sorna, igual ya era tarde, no había nadie... Podría aprovechar la situación para tomar lo que estaba esperando hace rato, un buen chorro de sangre saliendo de la nariz del español. Ya se imaginaba la escena y era extrañamente placentera. - Te recomiendo que vayas a dormirte, este no es el horario para que las niñitas anden paseando por los pasillos, tal vez se puedan topar con uno que otro lobo... - Bromeó, poniéndose la mochila al hombro.

Una sonrísa autosuficiente se dibujó en su rostro al escucharle, aunque el ceño continuaba fruncido, si pensaba que con eso iba hacerle enojar más aún estaba bastante equivocado, su sola presencia le provocaba, le hacía casi temblar de la rabia y aumentaban sus ganas de romperle la fea cara a golpes.
Lamentablemente le conocía más de lo que le hubiera gustado, por lo que sabía desde ya lo que quería el maldito rubio en ese preciso instante, y él no iba a retroceder o salir corriendo como un estúpido cobarde, aunque el tío ese le hubiera dado palizas en peleas ya pasadas, guardaba la esperanza de poder vengarse, y si no era así, pues lo que ocurriera.

- ¿Y qué esperas?. -Preguntó después de un largo silencio, siendo frío y cortante como no lo era con nadie más, mientras apagaba la linterna y la guardaba en su bolsillo.- Te dejaré comenzar ésta vez.

Y viniera lo que viniera, estaba preparado.