Estudiando arduamente [Roderich]

Regresó a la habitación, algo cansado, pero no lo suficiente como para detener su jornada extracurricular. Dejó los libros sobre su cama y se dirigió al fondo de la habitación tranquilamente. Se miró al espejó y sonrió ante su reflejo. Tomó una liga y con ella sujeto la mayor parte de su rubia cabellera, para después rociarse un poco de su loción preferida en el cuello y muñecas. Il était prêt. Comenzó a ojear su agenda; no tenía ninguna cita programada para esa tarde, pero seguramente se las arreglaría para conseguir una. O eso pensaba, hasta que su mirada se topó por error con un compromiso que tendría al siguiente: un exámen.

-Merde, no puedo creer que lo haya olvidado. -Suspiró, resignándose a la repentina frustración de sus planes. Bueno, era listo y si se daba prisa, podría terminar el repaso rápido y aún tener algo de tiempo para el flirtreo rutinario. Tomó un grueso libro del estante propio del cuarto y se dispuso a comenzar su lectura. No habían pasado ni cinco minutos cuando se hartó. Dejó el libro por ahí y se tumbó sobre su cama, lamentándose por todas esas conquistas que desaprovecharía.

Los estudios no significaban nada para él. Acostumbraba a estar preparado para cada examen, por ende si por sorpresa había olvidado que había uno, bastaba con una suave lectura antes del tema, únicamente para recordar los temas vistos en clase. Ese día había tenido una hora libre, así que estudió para el examen del siguiente día. Como ya tenía el tiempo libre, decidió pasar tiempo en su habitación practicando el violín.

Consideraba que su cuarto era el sitio más silencioso del instituto, pues Francis únicamente llegaba al anochecer, si quería propasarse lo golpeaba con algún libro y luego se dormía. En las tardes, ese sitio era prácticamente suyo, pero no en esa ocasión.

"Yo quería practicar, como siempre lo hacía. No obstante, al abrir la puerta me encontré con un muy acomplejado Francis sobre la cama que yo ocupaba: La de abajo. Yo pensaba que era la más segura para defenderme, pues arriba no podría salir corriendo en caso de que el francés arremetiera contra mí, así que utilizaba ese sitio. Solté un suspiro .. ¿Qué debería hacer? ¿Ignorarlo para dedicarme a practicar en otro lado, o cuestionarle sobre sus problemas? .. Bueno, ya habíamos peleado una vez por el tema de Arthur, tenía que ayudarlo de algún modo." - El austriaco dejó sus cosas en su propio escritorio y cerró la puerta, luego avanzó hasta el francés, apoyándose contra la litera.- .. Francis ¿Qué te ocurre ahora?

Seguía sumido en sus conflictos internos, que no fue sino hasta que escuchó la voz de su compañero que se percató de su presencia. Lo miró, con exagerada aflicción y soltó un bufido frustrado. Quién fuera Roderich, seguramente tendría toda la tarde libre y la desperdiciaría en algo aburrido; el en cambio, que quería por ahí a flirter, tenía que quedarse estudiando.

-Olvidé el exámen de mañana, y ahora tengo que quedarme toda la tarde aquí, estudiando.- Explicó, de mala gana, mirando al libro cruelmente, como si él fuera el culpable. Con uno de sus brazos cubrió su rostro; estaba exagerando, pero al menos de esa forma no se aburría y podía evitar un poco más el estudio.

Se incorporó, mirando al austriaco un poco receloso. Aún no se olvidaba de lo que había sucedido recientemente, y la idea de él y Arthur en pleno acto, lo hacía estremecerse del puro coraje. Sin embargo, ahora se ofrecía a ayudarlo de buena fé y no era un desconsiderado como para rechazar aquello. Se sentó junto a él, observándolo de reojo y tomó el libro con cautela, repasando lo subrayado anteriormente.

-Merci beaucoup, Roderich. -De vez en cuando mientras leía, echaba un vistazo al castaño. ¿Qué estaría pensando? Sonrió levemente, acercándose un poco más a él y apoyo la cabeza en el hombro del muchacho de anteojos, continuando con su lectura.

Pensó que los problemas entre Francis y él aún continuaban, así que le extrañó demasiado el apoyo que colocó contra su hombro, ocasionando que le mirara de reojo con vista interrogante, elevando una de sus cejas. Tenía sus largos y finos dedos sobre una página del libro, señalándole los apuntes necesarios para el éxito del examen. No quiso molestarlo, así que habló en un tono de voz bastante quedo para él.- .. Francis ¿Qué ocurre? Si tienes sueño, duerme una hora o dos y yo te despierto para estudiar.

Levantó una mano, le sujetó de la barbilla y sintió esa barba a medio afeitar típica en él. Le elevó el rostro hacia el propio y así pudo ver sus ojos directamente, quería detectar alguna señal de enojo en sus pupilas, o siquiera alguna clase de mentira en su respuesta. Los ojos propios tenían cierta seriedad, temía que aún estuviese molesto por lo ocurrido.

Miró al otro fijamente a los ojos, esbozando una pequeña sonrisa. Una extraña sed de venganza comenzó a invadirlo y al estar en esa situación y ver al magnifique austriaco tan indefenso, no lo dudó un sólo segundo. En cuestión de unos instantes, tumbó el cuerpo ajeno sobre la cama, quedando sobre él sin extrema dificultad. Sus manos sujetaban las del contrario, para limitarle la movilidad y su rostro contenía una expresión sensual y a la vez con un tinte sádico.

-Sueño es lo que menos tengo ahora, Roderich. -Le susurró al oído, con voz aterciopelada, después guiando sus labios al cuello del castaño, soltando su aliento suavemente sobre él.

La reacción del autrichien no era la esperada, pero sin embargo, pensó que haría eso mucho más divertido. Sintió el roce sobre aquella zona tan sensible y no pudo evitar estremecerse un poco. Se quedó una milésima de segundo analizando la situación; su experiencia en terrenos de esa índole le permitía descifrar los puntos sensibles, e incluso los fetiches, de sus amantes con mayor facilidad. Sin embargo con Roderich aún no estaba del todo seguro, y la única manera de descubrirlo era l'expérience.

Estimulado, y con ganas de descifrar la anatomía del castaño, guió una de sus manos al entrepierna de su compañero, realizando suaves roces por encima de la tela. Sus labios se habían al mismo tiempo cerrado contra la piel del cuello del lider del consejo estudiantil.

-Mhhhn... délicieux~

Finalmente había conseguido la oportunidad que deseaba, el francés le había liberado una muñeca y con ella, había sujetado toscamente la ropa por su hombro y le empujó hacia un costado. Apenas pudo apoyar su rodilla en la cama, hizo la presión suficiente para recostarle boca abajo y tomar asiento sobre la entrepierna ajena, mirándole sentado sobre su cuerpo. Una suave sonrisa apareció en sus labios, la curiosidad y excitación por el francés ya habían aparecido, ahora que había permitido que sucediera. Onduló un poco sus caderas, frotándose contra la entrepierna ajena.- .. Bien, mi adorado francés .. -Mencionó, bajando su rostro hacia el suyo y deslizando la lengua por la línea de su mentón, hasta llegar a su oreja y poder murmurar.- .. ¿Quién dominará a quién?

Conocía la respuesta, no solía ser el que se dejaba dominar. Retar al francés a ese intenso encuentro le incitaba a continuar, sólo esperaba que el cuarto no sufriese las consecuencias de la guerra que podría desatarse. Utilizó las manos para tomarle de las mejillas y levantó su rostro, uniendo los labios a los suyos en un beso íntimo y largo, que buscaba abarcar los labios ajenos en sobremanera. La postura que tomaba el austriaco con el rubio parecía dar la sensación de que ambos eran fieles amantes, pues había cierta complicidad en él.

Las conductas del castaño sólo lograban excitarlo más. ¿Había propuesto una lucha de egos? Aquello sin duda sería amusant. La estimulación previa y la actual habían logrado que su cuerpo despertara y la rigidez de su entrepierna comenzaba a hacerse un poco más notoria entre su ropa, la cual comenzaba a estorbar. -Ya veremos, Roderich, ya veremos...-Su voz era hechizante, como buen conocedor de las artes seductivas.

Deslizó sus manos al cinturón ajeno, soltándolo al igual que los botones que se interponían. Una vez teniendo un poco más de acceso, comenzó a rozar el entrepierna del austriaco con tan sólo la ropa interior de por medio. Estaba saboreándose el cuerpo del otro, no podía negarlo, lo deseaba realmente.

Había apartado los labios de los suyos para emitir un suave gemido, después comenzó a ondular sus caderas en contra de su mano, frotando su creciente erección contra él. Ya no podía soportar la barrera entre prendas, así que bajó los labios hacia su oreja y murmuró sobre esta entre suaves jadeos.- .. Quítate la ropa, Francis .. Quiero tocarte .. -Devolvió las manos a su propia camisa y la fue desbotonando, cuando terminó se la sacó por completo y quedó con el torso totalmente descubierto, sin marca alguna.

Deseaba al Francés, ya no se trataba de una mera disculpa. Colocó un pie en el libro y lo empujó fuera de la cama, haciéndolo crear un sonido opacado con su caída. Se llevó las manos a los pantalones y empezó a sacarlos junto con su calzado, quedando en ropa interior. Su vista no se apartaba del cuerpo ajeno, quería verlo bien.

No pudo evitar soltar una pequeña risa ante el notorio deseo que comenzaba a expresar su amant. Se incorporó, desprendiéndose de su camisa, dejando ver una delicada cruz dorada que pendía de su cuello, rozándose el metal delicadamente contra la ahora piel desnuda. Sus movimientos eran artísticos, seductores. No consistían simplemente en despojarse de la ropa. No, todo era un ritual, un jugueteo previo a la faena amatoria.

Después, le siguió el pantalón. El cinturón y botones cedieron fácilmente ante sus largos y estilizados dedos, quedando únicamente en su anatomía la ropa interior que se ajustaba notablemente sobre la zona de su miembro erecto. -Allez, Roderich... ¿no decías que querías tocarme?

Recordó las numerosas noches en las cuales se había negado a ceder hacia aquella carne. Utilizó las manos para tomarle de la cintura y apoyando el torso sobre el ajeno, le fue recostando para quedar encima suyo. Después, trasladó los dedos hacia los muslos internos de sus piernas, abriéndolas totalmente para quedar entre estas. Con la oportunidad de ese espacio, fue moviendo sus caderas para lentamente, frotar su erección sobre el miembro ajeno, en una presión fuerte y muy cercana.

Permaneció algunos momentos tanteando el terreno con ese método, dejando su rostro frente al suyo. Sus propios lentes estaban empañándose un poco por el calor, y cada vez que su cuerpo se unía al suyo un jadeo se emitía de sus labios. Llegó el momento en el cual necesitó su piel, e introduciendo una mano en su ropa interior, sacó su miembro y después tomó el propio, sacándolo para colocarlo contra el suyo y ahora, frotarse mutuamente con ambos vientres presionándose de por medio.- .. Mhh.. Francis ..

[Lamento la demora, estuve demasiado atareada. -Llora-]

Se quedó un par de minutos inmerso den aquel inmenso plaisir. Al sentir el contacto directo con la piel austriaca, mordió su labio inferior para contener un par de jadeos que amenazaban con escapar. Había estado subestimando al castaño, el cual parecía mucho más experimentado en aquellas cosas de lo que su naturaleza callada y reservada podía demostrar.

Sin embargo, si se trataba de experiencia, el tenía las de ganar. eso sin duda. En un delicado gesto, tomó los lunettes del muchacho, retirándolos con cuidado y colocándolos sobre la mesita de noche. Lo miro a los ojos, buscando embrujarlo con sus orbes celeste y acto seguido, forzó un brusco cambio de roles. Ahora él estaba encima suyo, continuando con la previa fricción de forma más rápida, apasionada. Sus manos no se quedaron quietas y mientras él se dedicaba a morder uno de los pezones de su compañero, un par de dedos se deslizaban al acceso inferior de este.

Comenzó la estimulación en aquel punto con mucha suavidad, apenas rozando la entrada con las yemas de sus dedos. Gentiment empezó a hacer movimientos circulares, buscando prepararlo. -Vamos, Roderich, ayúdame... quiero estar dentro de ti.

El cambio de papeles le sorprendió un poco, hasta ahora nadie le había sometido en contra y era él quien dominaba. Ese hecho no pudo evitar que en su entrecejo se marcara una suave arruga, se sentía como en los acosos nocturnos que el francés le daba la mayor parte de las noches. Levantó las manos y las colocó en sus pectorales, pero lamentablemente las caricias en sus pezones le hicieron gemir y apretar los ojos, se sentía demasiado bien .. Ahora que no poseía gafas, sus gestos eran más notorios que antes, y podía notarse que lo estaba disfrutando.

En pocas ocasiones había utilizado su entrada trasera, sólo cuando era más joven, así que el tacto de esta estaba muy estrecho y estaba seguro que iba a dolerle, eso era certero .. Estiró una mano hacia el buró y abrió un cajón, tomando un tarro de crema, la cual colocó frente al rostro del francés.- .. Te permitiré tomarme, pero solicito lo mismo a cambio. Aquí hay suficiente para ambos.